La censura digital de Maduro: Conatel bloquea X

En una controvertida decisión, el gobierno venezolano corta el acceso a X, acusando a Elon Musk de «incitar al odio», mientras arrecia la represión contra la protesta popular


En un giro que parece sacado del manual de censura de una distopía digital, Nicolás Maduro ha decidido cortar el acceso a la aplicación X (antiguamente conocida como Twitter) en Venezuela durante 10 días. La medida, anunciada este jueves durante una marcha de los movimientos sociales por la paz, es un golpe directo a la libertad de expresión en un país donde cada vez más voces disidentes son silenciadas y los medios de comunicación tradicionales son casi inexistentes.

Maduro no se anduvo con rodeos al justificar esta drástica decisión, arremetiendo contra Elon Musk, el multimillonario propietario de X, a quien acusó de “violar todas las normas” de la plataforma y de utilizarla para “incitar al odio, a la guerra civil, a la muerte y al enfrentamiento”. En un tono que mezclaba la intimidación con la retórica del poder absoluto, el mandatario aseguró: “En Venezuela hay ley y vamos a hacerla respetar”.

Pero detrás de esta medida que enmascara el discurso de «respeto a la ley», se esconde la clara intención de cortar una de las pocas vías que aún quedan para que los venezolanos puedan expresar su descontento y organizarse en medio del caos. La plataforma, que ha sido un espacio vital para la denuncia y la movilización social, se enfrenta ahora a un futuro incierto en el país.

El anuncio del bloqueo temporal de X viene acompañado de una amenaza aún mayor: si la empresa no cumple con los “recaudos” que exige Conatel en los próximos 10 días, las medidas administrativas podrían ser aún más severas. “Ya basta de tratar de atacar a Venezuela desde el exterior”, declaró Maduro, intentando pintar a la red social como un enemigo externo más, en su interminable lista de chivos expiatorios.

Mientras tanto, la represión no se detiene. El propio Maduro informó que ya hay 2.400 personas detenidas por participar en las protestas postelectorales, asegurando que el 100% de los capturados están “confesos”, y destacando con cinismo que el 80% de ellos no votó en las elecciones.