Perfil Internacional – GINA MONTANER
Muchos venezolanos estrenan el nuevo año con la certeza de que 2017 puede ser aún peor bajo el sistema chavista que Maduro quiere perpetuar.
Las noticias que llegan del país sudamericano son desesperanzadoras. A pesar de los esfuerzos de la oposición por propiciar un cambio vía referendo revocatorio, la maquinaria represiva del chavismo impide que haya una transición. A fin de cuentas, a Maduro y su entorno les conviene seguir enriqueciéndose desde el poder mientras la población sufre los estragos de un gobierno liderado por un gobernante inepto y corrupto.
Mientras las condiciones de vida descienden a los infiernos, Maduro hace declaraciones procaces sobre la desesperada situación: “La dieta de Maduro te pone duro”, y acepta que encontrar los alimentos cuya distribución controla el ejército “cuesta una bola”. Lo que no admite es que los Comités Locales de Abastecimiento y Producción son un nido de especulación y enriquecimiento ilícito a costa de los usuarios que no hallan nada en los supermercados.
Siguiendo el ejemplo de Chávez, Maduro repite payasadas, baila salsa, lanza amenazas y juega peligrosamente con la economía. Lo triste es que las víctimas son los venezolanos que deambulan en las calles y entre los recipientes de basura.
Tras 15 años de experimento chavista, nunca se había visto tanta escasez en un país con infinitos recursos. Una escasez que afecta a los sectores pobres que votaron por y creyeron en la revolución bolivariana. Todavía la menguante burguesía tiene recursos para sortear el desabastecimiento generalizado y en los viajes al extranjero puede adquirir los productos que han desaparecido. Pero quienes habitan en los cerritos y no tienen familiares en otros países que les envíen remesas, pasan hambre y sus hijos sufren las secuelas de la desnutrición sin una arepa (el alimento básico) que llevarse a la boca.
Nos llegan informaciones e imágenes de ancianos y niños que adelgazan aceleradamente; multitudes en estampidas que se pelean por los productos básicos; historias estremecedoras de madres que entregan a sus pequeños a otros hogares porque no tienen cómo alimentarlos. Y Maduro tiene la desfachatez de hacer bromas sobre la hambruna que debilita al pueblo.
A Maduro le importa poco que, de acuerdo a una encuesta de Delphos, el 90% del chavismo y la oposición consideran que la situación está mal y que su gestión es errada.
Algún día el chavismo responderá por el criminal tráfico de alimentos que su ejército maneja. Un negocio millonario con la comida que, según un general retirado, “da más que la droga”. 2017 llega a Venezuela con la resaca del estómago vacío y el sinsabor del hambre.