El disfraz roído de represión cubana

El antiguo sistema de represión escondida bajo el disfraz de respetabilidad, llevado a la perfección por Fidel Castro y adoptado por el madurismo, se deshace en Venezuela por ser caduco e inoperante.

Las viejas recetas cubanas de represión se estrellan actualmente en una Venezuela joven, contemporánea y digitalizada, que se burla del vocabulario “a la antigua” utilizado por los maduristas. El día de la marcha de los estudiantes contra el canal de Estado, VTV, ¿qué cabeza medieval escribió “Ministro Villegas recibió comisión de estudiantes de derecha en Venezolana de Televisión”? ¿Cuándo se ha visto a un estudiante venezolano “de derecha”?

Con los estudiantes y su “toma” del VTV, lo nuevo destruyó lo viejo. Cuando Fidel Castro definió sus normas para luchar contra una oposición, no había ni celular, ni twitter y bastó esta manifestación estudiantil para probar que el modelo de represión castrista ya no vale. Esa mañana, el gobierno colocó desde la madrugada un descomunal número de efectivos y trajo toda la parafernalia militar para trancar la calle donde se encuentra el canal. Resulta que el edificio del canal tiene por su lado Sur un estacionamiento al aire libre de un gran supermercado y la entrada al canal mira al Este sobre una calle estrecha en cuya otra acera los edificios de apartamentos son más altos que el del canal. Desde temprano en la mañana, los vecinos fotografiaron y lanzaron por las redes sociales fotos de francotiradores uniformados, apostados en el techo del edificio del canal, aparentemente listos para disparar sobre los estudiantes cuando llegue la marcha. Cualquier movimiento en ese techo, tendría decenas de cámaras filmando los hechos con tomas cercanas debido a lo estrecho de la calle.

Si los francotiradores actuaban, el impacto mediático hubiese sido multiplicado por el macabro historial ligado a la caseta de vigilancia en la entrada del canal, porque allí asesinaron dos guardias durante el segundo intento de Golpe de Estado chavista, comandado por el teniente Jesse Chacón el 27 de noviembre 1992. Las fotos de los cadáveres de los guardias yaciendo en la caseta y las del teniente Chacón apresado, son harto conocidas. No serían recuerdos gratos para el régimen.

Ernesto Villegas, director del canal y ministro de información, actuó con inteligencia al desactivar los preparativos de represión, pero perdió la batalla de ese día al incurrir en el obsoleto vocabulario de la ex Unión Soviética, donde las palabras “de derecha” parecían salir del baúl de la abuela, comején incluido.

Si los estudiantes ayudaron a revelar las mentiras del canal oficial, mucho más graves para el régimen son las que se evidencian en la Fuerza Armada. Nuevamente, se trata de los medios de información. Fue el ministro de la Defensa, General Padrino López, quien informó que 2.000 efectivos de la Guardia Nacional Bolivariana y 600 “operadores especiales” serían enviados al insumiso Táchira. Nunca aparecieron, no se sabe si por falta de hombres o de logística, pero los tachirenses tomaron nota de la debilidad. Por supuesto, utilizaron la burla difundida por tuit.

Siempre había observado que la represión estaba encomendada a la Guardia Nacional Bolivariana, sin jamás tocar a las demás fuerzas: Ejército, Marina y Aviación. La historiadora Elizabeth Burgos, conocedora del sistema cubano, nos dio la explicación en un artículo aparecido en la Zeta que circula esta semana: “Una norma hasta ahora respetada en Cuba, es evitar a toda costa que los militares del ejército regular participen de la represión. Fidel Castro tenía muy claro que debía desmarcarse del modelo típico latinoamericano; el de los gobiernos gorilas represivos”. De pronto, cada palabra y actitud de Vladimir Padrino, adquirió su verdadero sentido.

¡De modo que se trataba de seguir el patrón definido por Fidel Castro!, pero eso era en tiempos de Fidel. Ahora, por el contrario, para la FANB todo se le convierte en problema. Las manifestaciones se nutren de su propia divulgación a través de las redes, no amainan y se extienden hacia zonas que antes eran chavistas (ej. La Vega y El Valle en Caracas). La Guardia sola no da abasto, involucra al Ejército, que debe esconderse por lo de la orden cubana de no aparecer. Vienen entonces los “colectivos” para saquear y amedrentar a la población civil.

Es cuando aparece también en imágenes, lo que más temía Fidel: el peor rostro de la FANB. Corrió en las redes un video de motorizados civiles, presuntamente colectivos, saliendo de una instalación militar en Lara, “en el lugar de las protestas de la noche del martes 11 de abril y donde le dispararon al adolescente Brayan Principal”, quien falleció posteriormente, afirman las ONG Control Ciudadano y Justicia Venezolana y pidieron una explicación al general de división (Ej) José Rafael Torrealba Pérez, Comandante de la Zona Operativa de Defensa Integral Lara (Zodi Lara). El alto oficial no negó el hecho y se limitó a explicar que los colectivos vinieron a colaborar en la limpieza de las vías dejadas intransitables por los manifestantes.

La excusa del general de la Zodi-Lara, colide con las reiteradas afirmaciones, en varias distintas entrevistas, del ministro de la Defensa, Vladimir Padrino, cuando afirma que “nos quieren hacer ver que acompañamos colectivos y hay una cosa que nosotros rechazamos llámense como se llamen, guerrilleros, paramilitares, bandas delictivas al margen de la ley tendrán su respuesta constitucional”.
Podríamos concluir, que Padrino sigue la línea trazada por Fidel, al negar la participación del Ejército en la connivencia con los colectivos armados, pero la realidad es otra y aparece en videos, fotos y testimonios.

¿Cuál es la conclusión? Que las redes sociales, las imágenes tomadas por toda persona con un teléfono celular y su difusión inmediata, han convertido en imposible de implementar exitosamente, el sistema de mentiras institucionalizadas que funcionó en el pasado para Fidel Castro. Es un método que dejó de servir, sobre todo si enfrenta una rebelión liderada por gente joven, crecida y formada en la era digital.