Cuba le ofrece Venezuela a Rusia y a China

“El odio como factor de lucha; el odio intransigente al enemigo, que impulsa más allá de las limitaciones naturales del ser humano y lo convierte en una efectiva, violenta, selectiva y fría máquina de matar. Nuestros soldados tienen que ser así; (…). Hay que llevar la guerra hasta donde el enemigo la lleve: a su casa, a sus lugares de diversión; hacerla total”.

Extracto del célebre folleto de Ernesto “Che” Guevara titulado: “Crear 2, 3… muchos Vietnams”, también conocido como “Mensaje a los pueblos del mundo a través de la Tricontinental”. El párrafo citado, constituye el substrato  de la pedagogía de la doctrina castrista, el fundamento de la formación que reciben los “cuadros” revolucionarios o futuros combatientes que van a entrenarse a Cuba. Es la base de la formación política de la ideología del castrismo y es la metodología que pone hoy en práctica la represión contra la oposición en Venezuela. Nicolás Maduro, adiestrado en Cuba, recibió esa formación. De allí que no debe extrañar la insensibilidad que demuestra ante los manifestantes que ordena asesinar. No se trata de los métodos que emplea de manera clásica el Estado para imponer el orden en el espacio público. Su actitud es la del que posee la legitimidad que le otorgan los preceptos heredados del “guerrillero heroico”.

La doctrina castro/guevarista, guía e inspira la acción del gobierno de Maduro. Es una doctrina que se sustenta en la violencia verbal y en la violencia militar: siempre privará la violencia y la agresividad, como mecanismos de disuasión; y la exclusión de los indóciles. Es el sustrato ideológico en el cual se formó el actual presidente de la República de Venezuela, al igual que los civiles y militares que han acudido a recibir entrenamiento ideológico y militar en Cuba.

La formación político/militar de jóvenes venezolanos en Cuba, continuó pese a la derrota de las guerrillas de los años 1960-1970 y el fin de la lucha armada decretada por los dirigentes de ese proyecto. Hubo sectores provenientes de las organizaciones que participaron en la violencia armada que prosiguieron comulgando con la violencia como una forma de lucha política, aunque se adoptaran como fachada las normas de la democracia y se inaugurara, al igual que en la Alemania de Hitler, imponer el totalitarismo mediante al voto.

Jóvenes venezolanos, incluso niños, bajo el pretexto de participar en campamentos de pioneros en Varadero, continuaron recibiendo entrenamiento militar en Cuba. Otros sectores, cuyo núcleo era la UCV, fueron enviados a recibir entrenamiento militar a la Libia de Kadhafi.   Tras la llegada al poder del teniente-coronel Hugo Chávez, los cursos de entrenamiento en Cuba se convirtieron  en una política de Estado, mediante los acuerdos suscritos entre ambos países. El elemento militar es un componente esencial del castrismo.

Este marco ideológico/militar es el que determina el tipo de represión que se está llevando a cabo en la actualidad. La represión se va adaptando a medida que se desenvuelve la rebelión civil.

En el sistema policial/represivo del castrismo, la maquinaria más eficaz jamás lograda en un país latinoamericano, nada es dejado al azar. Por ejemplo, una norma hasta ahora respetada en Cuba, es evitar a toda costa que los militares del ejército regular participen de la represión. Fidel Castro, pese a haber instaurado uno de los regímenes más represivos a escala mundial, tenía muy claro que debía desmarcarse del modelo típico latinoamericano; el de los gobiernos gorilas represivos. Para ello creó grupos especiales: funcionarios del Minint vestidos de civil, las brigadas de Acción rápida, los informantes de los Comités de Defensa de la Revolución. Estos dos últimos, integrados por elementos  “voluntarios del pueblo” son los que actúan en defensa de la revolución. En Venezuela, la existencia de la Guardia Nacional exime a las fuerzas armadas de involucrarse directamente en la represión, pese a constituir el pilar principal del régimen. La Guardia Nacional, ya de por sí posee una reputación execrable: los acontecimientos recientes confirman su tendencia a la delincuencia y al empleo desmedido de la violencia. Una novedad en su manera de actuar lo ha demostrado en su aplicación de una represión selectiva, respondiendo a todas luces a un patrón de acción previamente diseñado. No reprimen masivamente, producen un muerto diario, demostrando así que hasta ahora actúan buscando disuadir la continuación de las manifestaciones. Tampoco emplean armas de fuego, para evitar ser acusadas de crimen contra la humanidad. Un elemento que demuestra su alto nivel de entrenamiento, es el disparo certero a la cabeza, o al vientre.  En todas las manifestaciones, en las que se han producido muertos, la mayoría de las víctimas han sido blanco de un disparo en pleno rostro o en la cabeza. Todo ello demuestra que responde a una estrategia de ofensiva y de represión militar, minuciosamente concebida.

Ideología que contrasta con la ejemplaridad de la oposición que exige elecciones para liberarse de la dictadura que impera en el país. El forcejeo entre estas dos visiones del mundo, no data de la toma del poder por el teniente-coronel Hugo Chávez. Desde su advenimiento al poder, Fidel Castro tenía en mente asociar a Venezuela en su proyecto de revolución continental.  Desde su visita al país el 23 de enero de 1959, el enfrentamiento entre dos opciones, democracia o totalitarismo,  han determinado el hacer política en todo el continente latinoamericano, en particular en Venezuela.  No se trata, como se dice comúnmente, de enfrentamiento entre derecha e izquierda, se trata del enfrentamiento entre esas dos visiones de organización política, social y económica. Totalitarismo que toma su fuente en el mito forjado por el Mesianismo castrista que se ha arrogado el mito de la misión revolucionaria. El castrismo es un malabarismo, mezcla de Mussolini y de Stalin.

La otra visión del mundo, la de la visión democrática, que tomó cuerpo en Venezuela a partir del año 1958, es la que está hoy en las calles clamando por la restauración de la constitucionalidad. Dos temporalidades se oponen, la del Guerrero decimonónico el siglo XIX, y la de la modernidad basada en el espíritu de las leyes. La visión del castrismo, de realizar la felicidad del pueblo a su manera, según su utopía descabellada, la hemos visto a la obra, en la ruina de Cuba y la espectacular ruina de Venezuela. Utopía que se basa en la exclusión de aquellos que no comparten su creencia, de allí que conduce inevitablemente al totalitarismo, al terror que deviene el instrumento de la permanencia en el poder. De allí que la dinámica puesta en marcha en Venezuela es la de los asesinatos selectivos con el objeto de disuadir la continuación de la rebelión civil.

Mientras en el campo contrario, el de la rebelión civil, se guía por los preceptos institucionales de la Constitución.  Exige elecciones para salir de un gobierno mayoritariamente impopular que siembra la muerte, la penuria, la humillación.

Difícil imaginar el desenlace del callejón sin salida que ha impuesto Nicolás Maduro, el dócil instrumento formado y seleccionado en Cuba que al igual de Daniel Ortega para Nicaragua, Evo Morales para Bolivia, fue impuesto por La Habana, por cumplir con los requisitos indispensables para  ejercer las tareas impartidas por el centro. Su docilidad ante la jerarquía cubana, su bajo nivel intelectual, su falta de escrúpulos y de ética, su habilidad para ejecutar las maniobras ordenadas por sus superiores jerárquicos, son las condiciones que posee a manera de excelencia.

El argumento que tanto se repite, que a los cubanos lo que les interesa es “nuestro” petróleo, “nuestro” dinero, si bien es cierto que no son indiferentes al petróleo o al dinero, impide percibir que lo que mueve sobre todo al régimen de La Habana, es su proyecto político/expansionista que ya llevan, pacientemente, casi sesenta años, sentando las bases de ese cometido. Todo cuanto decidan en La Habana, está supeditado a ese objetivo. Además del petróleo y sus materias primas, por primera vez, el proyecto continental cubano, cuenta con un país asentado en el corazón del continente; un país a la vez caribe, andino y amazónico.

En el marco de la geopolítica actual, es un elemento de peso. Cuba no posee los medios de desarrollar una política de alto vuelo geopolítico, pero, gracia a su destreza adquirida como Celestina de  imperios, tiene un papel preponderante. Las ansias de Rusia de conquistar su peso como potencia a nivel mundial, el de China, pacientemente imponiéndose como primera potencia, en ese marco, Venezuela aparece para Cuba como la joya principal de la corona pudiendo convertirse en un escenario de alta complejidad internacional.

La oposición esperó demasiado tiempo. Los retos son de gran calado.

Foto Blas Santander / ENPaísZeta