LA PETROMONEDA

Nace muerta la moneda virtual que pretende implementar Maduro, de acuerdo con el diputado Henry Ramos Allup, porque el régimen destruyó el aparato productivo, arruinó la economía nacional e infundió una espantosa desconfianza (nacional e internacionalmente) al acabar con la democracia.

Tan revolucionario como siempre, el gobierno anuncia que ha resuelto incursionar en el campo de las monedas virtuales emitiendo una tal «Petrocoin» o «Petromoneda» para, según su decir,  desbaratar el cerco tendido por el capitalismo internacional mediante la aplicación de sanciones económicas que han mermado nuestros ingresos en divisas, restringido insoportablemente nuestras importaciones de comida y alimentos,  desplomado nuestro signo monetario y precipitado el «default». De todo esto y mucho más se ha autocalificado como víctima el mismo gobierno que desmadra nuestro pobre país desde hace dieciocho años.

Dice el gobierno que como las monedas virtuales no son manipulables por los dueños de las monedas convencionales que deciden las sanciones internacionales, a falta de dólares o euros el régimen dispondrá de suficientes «petrocoins» para negociar a manos sueltas lo que desee. ¡¡¡Oh milagro!!!

Vale recordar que no es la primera vez que el régimen entrepitea en materia monetaria. Precisamente por su intromisión manipulando el flujo monetario y emitiendo dinero inorgánico,  ha logrado envilecer la moneda al punto de que hoy tiene menos valor que el papel y la tinta de los billetes donde se halla impresa, no obstante que en algún momento el padre de esta desgracia hubiera tenido el cinismo y desfachatez de adjetivar como “fuerte” nuestro misérrimo signo monetario. Por ahí rueda una grabación que en estos meses de espantosa devaluación se ha hecho viral, reproduciendo el mensaje anual del 15 de enero de 2010 de Chávez ante la anterior AN, en el cual afirmaba que era tan acertada la política económica del gobierno que la paridad del bolívar “fuerte” se situaría al cambio de 4,30 al par del dólar petrolero, se burlaba de los que compraban dólares e insultaba a quienes decían que estábamos en puertas de una “espantosa devaluación”.

Recuérdese aquella otra de Chávez cuando se le ocurrió en el 2007 repetir la primitiva idea de fundar una economía basada en el trueque para liberarse del intercambio mercantil. A partir de ese año se crearon monedas comunitarias reconocidas por el Banco Central de Venezuela, como el guaicaipuro, el negro primero, la lionza, el zambo, el momoy, el ticoporo, la paria, el turimiquire, el cimarrón, el tamunangue, el relámpago, el guaquerí, el cóndor y el zamorano, todas desaparecidas por falta de aceptación de la gente. En noviembre del 2008, Chávez  planteó la estupidez del «Sucre» (acrónimo del Sistema Unitario de Compensación Regional) que adoptaron los países del Alba (¿y qué es de ella?) como unidad monetaria de cuenta para sustituir progresivamente el dólar en los intercambios regionales. Al hoy olvidado acuerdo se sumaron Bolivia, Cuba, Ecuador, Nicaragua, Uruguay, Antigua y Barbuda, Dominica, Granada, San Cristóbal y Nieves, San Vicente y las Granadinas, Santa Lucía, Surinam y Venezuela. Y el año pasado, cuando en el mercado paralelo el cambio bolívar-dólar estaba 100 a 1 y el tipo de cambio oficial 10 a 1, el gobierno invitó a abrir cuentas en dólares en el país, como si alguien fuera imbécil para traer y depositar dólares que costaron 100 bolívares para que se los devolvieran a 10.

La ocurrencia de moda es el «Petrocoin» o «Petromoneda». Dice el gobierno que hay atractivo para adquirirla por su solidez,  respaldada en las enormes e incomparables reservas de petróleo, gas, coltán, oro, diamantes, hierro y demás con que cuenta nuestro país, argumento absolutamente inconsistente si tomamos en cuenta que con esos mismos elementos nuestro pobre signo monetario anda en el subsuelo, porque la diferencia no son los inexplotados recursos naturales que eventualmente respalden nuestra moneda o la emisión de deuda, sino algo de lo que carece totalmente este gobierno: confianza. Y esa confianza la perdió porque destruyó la democracia, controló para mal y de mil maneras la economía, expropió y confiscó, arruinó el aparato productivo primario, así como la agricultura y la ganadería,  quebrantó la Constitución y las leyes, violó los derechos humanos, trató de implantar una hegemonía excluyente en todos los sentidos y se convirtió por sus hechos en un Estado policíaco, en un  gobierno fallido y forajido pésimamente reputado en la comunidad internacional. Con semejante lastre la «Petromoneda» nace muerta.