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HERRERA-VAILLANT: Pólvora en zamuros

Según el autor, por el camino que vamos el 28J jamás será una auténtica elección democrática sino una simple votación.

Por Antonio A. Herrera-Vaillant

La incertidumbre política en Venezuela sigue. Se ha ido moldeando un panorama cada vez menos favorable al régimen, pero nada se puede asegurar sobre el futuro. Son demasiadas las variables en juego.

Primero fue el éxito de las primarias opositoras con participación sorpresivamente alta, donde María Corina Machado arrasó entre cuantos concursaron en el evento asegurándose un destacado puesto en cualquier mesa de negociación unitaria efectiva para la resistencia venezolana.

Luego vino el fiasco del plebiscito oficialista sobre el Esequibo, cuya escuálida concurrencia se sintió a todos los niveles; por lo que luego convocaron elecciones anticipadas como por ver qué pasa.

Eso sí, sin publicar su cronograma en la Gaceta Oficial, con lo cual absolutamente todo -incluso las fechas- quedó sujeto a modificación. Por lo visto el régimen sigue su constante trayectoria de “como vaya yendo vamos viendo”.

Y últimamente la desvergonzada mojiganga de las postulaciones, manejada con un desparpajo tan arbitrario e insoportable que hasta la izquierda democrática de Lula da Silva, Gustavo Petro y Pepe Mujica la han repudiado.

Todo lo cual apunta a que el régimen hará lo que le dé su real gana en este proceso, desde cancelarlo hasta validarlo, según crean que convenga a sus intereses coyunturales.

Por el camino que vamos el 28J jamás será una auténtica elección democrática sino una simple votación, pero que -si es manejada bien por la oposición- puede ser un batacazo de protesta contra el régimen:

 Si casi todo el sufragio democrático se concentra en un solo nombre  -sea cual sea- el impacto será contundente a todo nivel y puede destrancar un juego donde la oposición tiene hoy la mano ganada en cualquier elección libre: pero sin ilusiones de caída y mesa limpia.

En tiempos de tensión global los experimentados políticos de la comunidad democrática mundial priorizan estabilidad y gobernabilidad en países de importancia geopolítica secundaria como Venezuela.

Poco les valen histrionismos, declamaciones altisonantes, personalismos, concursos de efímera popularidad, encuestas rudimentarias, y delirantes cruzadas ideológicas inquisidoras. Solo les interesa el arte de lo posible.

 Quienes aquí pretendan liderar necesitan demostrar madurez, sentido común, pragmatismo, tolerancia, altura, y visión a largo plazo: Escoger un sólo portaestandarte en el tablero electoral, organizar un efectivo aparato de supervisión electoral a nivel nacional, y concentrar toda su argumentación en contra del candidato del PSUV, sin gastar pólvora en zamuros. Lo demás es paja.

Las opiniones publicadas en El Nuevo País son responsabilidad absoluta de su autor.