La permanencia de la oposición en las calles, unida a los llamados que en el exterior lanzan los exiliados, será lo que permita a la OEA y al mundo, plantear un ultimátum a Maduro.
Ayer, sábado 29 de abril, en 80 ciudades del mundo hubo manifestaciones de venezolanos para denunciar “la muerte de manifestantes en el marco de las protestas contra la ruptura del orden constitucional”.
Desde Australia, Líbano y Malasia, hasta la vecina Colombia, protestaron por los muertos y la ruptura del hilo constitucional – dos argumentos de enorme peso en toda nación democrática. El mismo día, las protestas fueron organizadas en diversas ciudades de Alemania, Argentina, Australia, Barbados, Brasil, Canadá, China, Colombia, Costa Rica, El Salvador, España, Francia, Guatemala, Hungría, Italia, Líbano, Malasia, México, Noruega, Panamá, Perú, Portugal, Suiza, UK (en Londres y en Escocia, Edimburgo), Estados Unidos, República Dominicana y Puerto Rico.
La labor de los venezolanos que están en el exterior es quizás la más ingrata y al mismo tiempo una de las más importantes. En materia de sensibilización de la opinión pública en cada país donde hay venezolanos, sus testimonios individuales son el goteo que termina perforando la roca, fuese en el entorno inmediato de cada uno, o en su participación colectiva y sobre todo, en las redes sociales. Ellos reaccionan con sus tuits en la prensa, radio y TV locales y juntos, como un todo, participan activamente en la divulgación de lo que ocurre en Venezuela, cada quien con su testimonio o uniéndose, como este sábado, a una amplia red de actividades coordinadas.
Hoy, la opinión pública de muchos países ha sido sensibilizada por lo que ocurre en Venezuela y en eso, los venezolanos de afuera son parte activa, porque su sola presencia de exiliados es de por sí, un testimonio vivo. La contraposición en los canales de TV internacionales de las dramáticas escenas de represión con bombas y tiros, la filmación de actos de heroísmo, los caídos, los heridos y los gritos de desesperación, contrastan con imágenes de Maduro practicando beisbol, bailando salsa o insultando y amenazando a quien le da la gana, lo cual es tan estrambótico, que suena increíble. Es cuando cada venezolano en el exterior puede testimoniar que esas imágenes son parte de una realidad nacional dramática, la que lo obligó a buscar refugio en otro país. Con eso, cada uno se transforma en confirmación de las escenas que con razón, los medios extranjeros tildaron de “alucinantes”.
En la muy particular situación actual de Venezuela, se ha logrado que país y diáspora actúen de común acuerdo en una llave de importancia decisiva. En las calles de Venezuela, la nación expone sus vidas y sabe que es un “ahora o nunca” para salir de la pesadilla de horror, hambre y muertes. La tarea en el exterior es convertir ese esfuerzo en decisiones concretas adoptadas por los gobiernos de sus países de asilo y llevar esos votos de cada nación a los foros internacionales de la OEA, ONU y la Unión Europea. Para que muchos países se pronuncien, sus respectivos gobiernos deben ser movidos por la opinión pública local – lo cual es una meta importante de la diáspora. Viendo a los venezolanos en Venezuela y a los del exterior, los dos esfuerzos sólo dan fruto si aparecen concatenados: mientras más caliente es la calle en Venezuela, más importa divulgar y hacer valer ese hecho en el exterior.
¿Cuál es la meta común? Se trata básicamente de cambiar en Venezuela el sistema de gobierno, puesto que a la vista de todos, el actual ha llevado al país y a la población a una catástrofe nacional sin parangón histórico en materia de alimentos, medicinas, seguridad personal y jurídica, servicios, empleo e inflación. Sin hablar del más alto índice continental y quizás mundial, de asesinatos impunes. Es natural, por lo tanto, que la principal preocupación de todo venezolano en el momento presente sea ¿cómo salimos de esto? y han llegado al extremo de plantearlo exponiéndose a una represión que no vacila en asesinar, encarcelar y torturar. El caso venezolano alcanzó una dimensión humanitaria, política y económica que rebasó las fronteras y se ha convertido en un problema nacional, continental y mundial. De allí que los venezolanos que están fuera de Venezuela, se conviertan no sólo en voceros, sino en vocerías que marquen la pauta.
¿Cómo cambia el sistema? Conste que la actual presidencia de Nicolás Maduro ya dejó claro, que no modifica su política y por el contrario, refuerza sus métodos represivos. En vez de corregir, cada nueva medida del gobierno de Maduro profundiza los desastres e incrementa la furia popular en vez de apaciguarla. Ante eso, la oposición busca que la calle se manifieste con claridad, unidad y constancia, pero que lo haga dentro de parámetros pacíficos que son los que más pesan en el ámbito internacional, para que los organismos de control continental puedan emplazar al gobierno venezolano y lo hagan apoyados en la opinión pública mundial. Un ultimátum, pues. Que es lo que a todas luces, planteará la mayoría de votos en la OEA, señalando el camino para todos los demás dentro y fuera de Venezuela.
¿Que la Fuerza Armada es culpable de no pronunciarse y mantiene una actitud zalamera frente a Maduro? Pónganse en su lugar: mientras no tengan seguridad de apoyo total en lo nacional e internacional, no se van a arriesgar a lo que podría adquirir visos de guerra civil. Que es precisamente con lo que Maduro amenaza, cuando habla de surtir de Kalashnikovs sus famélicos 3.000 reservistas. Lo cual indica que no cuenta con más nadie. No cabe duda, que la Fuerza Armada ya tomó nota de ese detalle.
¿Recuerdan que Chávez perdió el referendo con el que intentó modificar la Constitución? Lo perdió cuando la Fuerza Armada se negó a desconocer el resultado de la votación y es famosa la ira de Chávez esa noche, en que se lastimó la mano de los golpes que daba a los muebles, según corrió una información interna en aquel momento. Ni tontos que hubieran sido los generales de aceptar la creación de cuerpos armados, paralelos y bajo otro mando. ¿Maduro cree que lo que Chávez no pudo hacer, él ya lo ordenó y se hará? Piénsenlo.