A raíz del evento ocurrido ayer en el lobby del Hotel Moon Palace en la Ciudad de Cancún México y las insólitas declaraciones –otra vez– de los personeros de la dictadura en Venezuela expongo.
Nota de Prensa
Soy Gustavo Tovar Arroyo, escritor y abogado, con doble nacionalidad venezolana y mexicana, activista de derechos humanos, de la lucha no violenta y la resistencia pacífica.
En Venezuela, por mis actividades de promoción de los derechos humanos entre jóvenes y por mis artículos de prensa, el régimen chavista me ha acusado de “traición a la patria” y “desestabilizador”, han confiscado todos mis bienes, y han perseguido, amenazado de muerte y atacado a mis hijos y familiares.
Vivo actualmente en el exilio a raíz de los ataques que he recibido por parte de la dictadura chavista. A mis compañeros, allegados y amigos en Venezuela, los han perseguido, encarcelado, torturado, sodomizado y hasta asesinado por exigir más democracia. Nuestro único delito es tener un sueño de libertad.
En la actualidad ya no somos unos pocos los perseguidos, es el pueblo entero que está siendo reprimido por clamar por comida, medicina y libertad. Más de 70 venezolanos han sido asesinados, decenas de miles heridos y otros miles encarcelados por protestar por la injustificable devastación que vive el país.
Venezuela es víctima del chavismo, no al revés. Los conocidos vínculos de la dictadura con el narcotráfico y con el crimen organizado les hace perseguir y atacar de manera descarada y criminal a todos los que levantamos la voz ante sus prácticas criminales.
La dictadura ya no sólo amenaza y ataca en Venezuela, ahora peligrosamente acometen sus faltas de respeto y represión a nivel mundial. No tienen límites.
Ayer en la noche cuando caminaba junto a mi esposa por el lobby del hotel Moon Palace, agentes de la dictadura chavista me abordaron para acusarme de “traidor” y de estar vinculado con el gobierno de Estados Unidos.
Le respondí que ni soy traidor ni estoy vinculado con ningún gobierno extranjero, que tan sólo soy un venezolano más que clama por libertad en su país. Me amenazaron y dijeron que de estar en Venezuela me harían a mí y a mis hijos lo mismo que le hacen a los jóvenes que protestan en las calles exigiendo comida, medicina y libertad. Es decir, dispararme en la cabeza o en el pecho para silenciarme por “golpista”.
Mi respuesta ante la amenaza fue en el mismo tono, les dije que estábamos en México y que como mexicano no me podían amenazar de muerte en este país. Les recordé que el único golpista había sido Hugo Chávez, quien asesinó a miles de venezolanos cuando intentó llegar al poder en 1992, que yo ni sabía disparar.
En el desencuentro e intercambio de palabras, que sin duda fue airado (quedó grabado en un video), pese a las amenazas e intentos por golpearme, respondí lanzándole al funcionario de la dictadura un billete de veinte pesos (un dólar aproximadamente) como limosna por su show, nos apartamos ambos y nos fuimos.
Las declaraciones de la señora Delcy Rodríguez contra mi persona son demenciales y falsas. Son su respuesta vehemente a mi último artículo de opinión publicado en los medios cibernéticos del país.
Es importante destacar que las amenazas y ataques de la dictadura chavista contra mí por mis escritos y promoción de los derechos humanos no son nuevas, llevan años haciéndolo y seguramente seguirán haciéndolo para conservar su dañino y ruinoso régimen criminal.
Hago responsable a la dictadura venezolana de cualquier cosa que pueda sucederme a mí o a mi familia. Sin embargo, dejo claro, mientras mi aliento sea capaz de empañar una lámina de vidrio tendré fuerzas suficientes para luchar por la democracia y la libertad de mi país. No cesaré como no cesan tantos otros que claman por lo mismo en las calles de Venezuela. Ellos son los próceres y el ejemplo de este tiempo.
Lucho y lucharé siempre en el marco de la resistencia pacífica, de la reivindicación de los derechos humanos y a través de medios creativos y noviolentos.
No sé disparar, no creo en la guerra. No soy yo el mundialmente conocido por asesinar a venezolanos inocentes y por sus vínculos con el narcotráfico.
Mi única arma es la palabra.