Hace aproximadamente una década, unos investigadores norteamericanos que estaban participando en un congreso científico en Sicilia, probaron por primera vez el aceite de oliva recién prensado. La experiencia para uno de ellos, no fue muy positiva, ya que experimentó un picor en la garganta que le recordó a lo que sentía cuando se tomaba un ibuprofeno para aliviar sus dolores de cabeza. Esto, llamó su atención, incitándolo a investigar las distintas sustancias que componían el aceite de oliva e identificar aquella que producía ese “picor”. Consiguió su objetivo, aisló la sustancia que bautizó como oleocantal (oleo=aceite; cant=picadura; al=aldehído).
Siguió su investigación sobre los efectos que esta sustancia tenía en el cerebro, llegando a la conclusión de que era capaz de aumentar la producción de dos proteínas y enzimas clave en la eliminación del beta-amiloide del cerebro.
En el año 2009 publicó su investigación en la revista ‘Toxicology and Applied Pharmacology, En este estudio, demostró que el aceite de oliva virgen extra podría ser útil para la prevención y el tratamiento del Alzheimer, ya que era capaz de cambiar la estructura de unas proteínas neurotóxicas que contribuyen al desarrollo de la enfermedad, haciéndolas menos dañinas. Además, esta investigación relevó que en los países consumidores de aceite de oliva, las enfermedades cardiovasculares y el Alzheimer era menor que en otros países.
Aunque se trate de investigaciones preliminares, es un gran avance si tenemos en cuenta que esta enfermedad afecta a más de 30 millones de personas a nivel mundial.