Las bodas de oro del cisne polaco
Comienzo por enfocarlos en la maravillosa foto que ilustra esta nota. Soy visual, valoro infinitamente ese milagroso instante que capta una imagen que perdurará más allá de nuestras breves vidas, deleite de sucesivas generaciones. Esta fotografía, que nada tiene que envidiarle a las del célebre fotógrafo-modista británico, Cecil Beaton; ni a los sofisticados anuncios de Vogue magazine, fue tomada por el fotógrafo (nos gustará saber el nombre del autor del click) del Teatro Teresa Carreño. La distribuyó el teatro para promover el espectáculo de la bailarina clásica Nina Novak, la polaca que vino a bailar a Venezuela hace 54 años y se quedó para siempre. Nina Novak formó parte del Ballet de la Ópera de Varsovia, donde nació hace noventa años. También fue integrante del Ballet Ruso de Montecarlo. Cuando decidió quedarse en Venezuela, Vicente Nebreda la llamó para dirigir el ballet clásico del Teresa Carreño, en el cual estuvo dos años aproximadamente hasta que decidió separarse y fundar su prestigiosa academia Ballet Clásico Nina Novak, esa que está celebrado 50 años de trayectoria pedagógica.
El espectáculo del Teresa Carreño ya ocurrió, y hasta aquí me llegaron excelentes comentarios. La Señora Novak agradeció el gesto con emotivas palabras: Es el regalo más grande que me han dado en Venezuela. Ver el público que tanto me aplaudió y que ahora aplaude a mis alumnas. Así que los que se perdieron el homenaje del TC -difícil el acceso al teatro en estos días tan convulsionados-, pueden darse el gusto de admirar el bellísimo acto de graduación de las niñas de la Señora Novak, en una zona menos peligrosa, el Teatro María Auxiliadora, en Altamira, el domingo 2 de julio, a las 2PM. Nina Novak pondrá en escena la Gala de Graduación XX del Ballet Clásico que no dudamos que estará a la altura de una celebración de Bodas de Oro, como ha quedado plasmado en las fotografías colgadas en su cuenta Instagram ninanovakballet, que son verdaderos cuadros de Degas. No dejen de ver, pues, este maravilloso espectáculo. Aquí les dejo el número para que averigüen sobre las entradas: 0424-2022271 Luego me cuentan.
Saqueando el pasado
A propósito de dictadores, me llega esta estrafalaria fotografía de Marcos Pérez Jiménez echando un pie en uno de los tantos bailes ofrecidos por el dictador en el Círculo Militar, construido (1950-1953) bajo su dictadura con el fin de sacarse el clavo con el exclusivo Caracas Country Club donde solo bailaban los ricos que el psiquiatra Herrera Luque bautizó como amos del valle. Si, como me dicen, la fotografía fue tomada en enero de 1958, entonces debió ser el último baile del dictador, a pocos días de su derrocamiento, el 23 de Enero de ese mismo año. Es sabido, pues, que a los dictadores les da por mover el esqueleto cuando se saben bailando en un tusero para simular que todo es felicidad. Aunque existen otras copias de este mismo baile, ninguna registra al autor del click. Ni el nombre de la dama de noche, —de traje largo, se entiende-, pero deducimos que debió ser muy importante porque en todas las otras fotos se la puede observar cuando hace la entrada triunfal al Círculo Militar escoltada por el dictador y su igualmente recargada comitiva. Más que la elegante señora, la atención de quien mira el retrato se fija en las desproporcionadas borlas de pasamanería tamaño kingsize, confeccionadas en hilos de oro que, del recargado uniforme de Marcos Evangelista. Conociendo el delirio de grandeza manifiesto en el pequeño gobernante, no quedan dudas de que las borlas fueron encargadas a la famosa Casa Rodríguez de Sevilla, establecimiento centenario especializado en la elaboración de este tipo de ornamentos -el palio de la mismísima Virgen de la Macarena no las lleva tan grandes. Obvio, la Billo´s Caracas Boys tocó en aquel último baile (Luis Alfonzo Larrain, la orquesta chic, tocaba en el Country) y Manolo Monterrey interpretó el Swing con son que tanto le gustaba al caballero de la rechoncha figura.
Todos los que hemos bailado ese swing sabemos que se marca con movimiento de caderas y pasitos cortos, por lo que imaginamos el insufrible vaivén de las pesadas borlas contra la delicada figura de la señora. ¡A gozar muchachos!