El ex presidente de España y mediador del proceso de diálogo que se llevó a cabo en Venezuela en el 2016, José Luis Rodríguez Zapatero ofreció al preso político y coordinador de Voluntad Popular, Leopoldo López salir de la cárcel militar de Ramo Verde y terminar de pagar su condena en su hogar junto a su familia, pero a cambio debía renunciar a las protestas y apoyar la Asamblea Nacional Constituyente (ANC), a lo que el líder opositor se negó.
Según relato de la periodista Cayetana Álvarez de Toledo en el periódico español El Mundo, Zapatero visitó a López seis veces en tres semanas para convencerlo de aceptar su propuesta y abandonar todo «el proyecto democrático» que ha trabajado la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) durante estos más de 80 días, en los que además convocaron a la desobediencia civil establecida en los artículos 333 y 350.
En este sentido López a través de unos videos filtrados presuntamente por militares afirmó su compromiso con las personas y reiteró el llamado a permanecer en las calles. Veamos extractos del relato de la periodista Álvarez de Toledo:
«El viernes, después de escuchar la voz de su marido, Lilian Tintori se refugió en su casa. Ella, que es pura fuerza y luz, se desmoronó. Vomitó. No pudo dar la rueda de prensa prevista. En tres años y medio de encierro en una cárcel militar, Leopoldo jamás había denunciado torturas. Y menos así: a gritos, en directo. Sólo una vez su familia tuvo que acudir a la ONU. Fue en julio de 2014, cuando un grupo de bestias con pasamontañas y armas largas irrumpieron en su celda de madrugada. Leopoldo sintió la boca de sus fusiles sobre el pecho. Lo levantaron. Lo zarandearon. Pero no se atrevieron a golpearlo. Torturas psicológicas, en cambio, sí las ha habido. Y de todo tipo. Según su madre, Leopoldo se ha reservado los peores detalles para no inquietar a su familia. Siempre ha minimizado su sufrimiento, evitado el alarmismo. Y esto convierte sus gritos del viernes en un punto de inflexión».
«Finales del pasado mes de mayo. Nueve y media de la noche. Ramo Verde ya está a oscuras. Leopoldo López dormita en su camastro. De pronto, un militar aporrea su puerta: «¡Levántese! Han venido a verle la ministra de Exteriores y el presidente Zapatero». Leopoldo baja a la segunda planta. En una sala sórdida, ante una mesita de plástico, conversa con los emisarios de Maduro. No es la primera vez que Leopoldo habla con Zapatero. Hace un año, en junio de 2016, el ex presidente español había logrado lo que ningún otro dirigente venezolano o extranjero: visitar a Leopoldo en prisión. Su misión, apoyada por El Vaticano y el Gobierno de Obama, era impedir el revocatorio de Maduro. Leopoldo defendió el derecho constitucional de los venezolanos, pero otros miembros de la Unidad flaquearon. Y Lilian acabó encadenada a una columna de la Plaza de San Pedro».
«Esta vez Zapatero opera más sibilinamente. Habla con Leopoldo de política. Más de dos horas. No le pide nada y le hace una oferta difícil de resistir: casa por cárcel. Lilian, los niños, la familia. Le dice que volverá al día siguiente. Y así lo hace. Al menos seis veces en tres semanas. Y paulatinamente la propuesta de Zapatero va desvelando su cara b. Para volver a casa, Leopoldo tendrá que desactivar las protestas callejeras y apoyar la convocatoria de una nueva Asamblea Constituyente. Es decir, renunciar a la salida democrática y aceptar la perpetuación del régimen. Leopoldo vuelve a rechazar el chantaje. Y, a través de dos vídeos, presumiblemente filtrados por guardias afines -que los hay y cada vez más- se reafirma en la resistencia cívica y proclama que las Fuerzas Armadas tienen el derecho y el deber de rebelarse contra la dictadura. La consecuencia es más represión. Fusilamientos en la calle y los gritos del viernes».