La noche anterior a la semi-liberación de Leopoldo López, el régimen se extremaba en ruegos a Wall Street para obtener refinanciamiento de la deuda que se está venciendo. Es el cierre de un cerco implacable que el propio régimen agrava en cada acto cada día.
La posibilidad de supervivencia política es prácticamente nula. Los protagonistas del desastre han abandonado toda esperanza. Ya solo piensan en la supervivencia personal. Cada uno busca su alero. Maduro cree tenerlo en Cuba. El Aissami se perderá en el confuso mundo del extremismo islámico. Padrino aseguró su nicho ruso. El único huérfano es Diosdado.
¿Qué demora el colapso total? Los intereses internacionales que aspiran manejar la transición venezolana. Porque en su etapa de convalecencia Venezuela será un país bajo tutela. Para que esa convalecencia sea breve la unidad democrática será más necesaria que nunca. Mientras más dure, mejor.