El proceso de destrucción del salario mínimo en Venezuela, ha derivado en una pobreza generalizada que bordea 80% de la población.
Esta situación ha sido originada tras la inyección sin control de dinero al sistema monetario, a la escasez de divisas y la escasez de bienes y servicios, por la caída de la producción nacional en todos los sectores en más de 80%, según datos de los empresarios venezolanos.
La caída del ingreso del venezolano se aceleró desde 2013, cuando el actual mandatario, Nicolás Maduro, asumió el poder con un salario mínimo de 2.047 bolívares al mes, mientras en lo que va de 2017, el mismo se ubica en 97.500 bolívares, lo que implica un alza de 4.466% en el período mencionado.
Lo anterior pudiera considerarse aumentos de sueldos muy beneficiosos. Sin embargo, al mismo tiempo, la administración Maduro, atrapada en una crisis de escasez de divisas debido a la fuga de capitales, producto del despilfarro, la corrupción, el alto endeudamiento y el precio del petróleo por debajo de 100 dólares, le han obligado a devaluar el bolívar en gigantescas e históricas proporciones contra el «bolsillo» del venezolano.
La llegada al poder de Maduro, con un dólar oficial en 4,30 bolívares, ha significado la peor debacle que ha padecido el bolívar, al ser devaluado hasta 2.970 bolívares por dólar en la banda alta del Dicom, esto implica una pérdida del valor de la moneda nacional de 69.000%.
Significa que mientras Maduro aumenta los sueldos 44,6 veces desde que ejerce el Poder Ejecutivo, ha devaluado el signo monetario nacional en 690. La razón es que el gobierno, que no tiene recursos suficientes, y no tiene ingresos para sostener al Estado y su funcionamiento, ahora cobra a los ciudadanos con devaluación que genera una fuerte inflación, la cual no muestra signos de detenerse o desacelerar, menos cuando están emitiendo billetes de más alta denominación y cubriendo pérdidas de Pdvsa.