Un coro de voces han salido en Francia y Estados Unidos en defensa del régimen venezolano, víctima del “fascismo” y de la “derecha”. Sus argumentos y finalmente, los comentarios que merecieron hasta en medios otrora “chavistas”, desnudaron pecados viejos de décadas, que nunca fueron enmendados.
Venezuela se ha convertido en noticia diaria y de primera plana en los medios internacionales. Y para los voceros de las corrientes afines al marxismo y a la izquierda radical, Venezuela los ha obligado a tomar posición y a responder a las fotografías que diariamente publican los periódicos y los reportajes de televisión que muestran la innegable violencia de las fuerzas represivas contra los manifestantes.
Tras la historia de masacres, campos de concentración, invasiones realizados bajo el totalitarismo soviético, se hubiese esperado un cambio de discurso de parte de la izquierda marxista, que dice haberse enmendado y hoy comulga con la democracia. No ha habido tal enmienda. El conflicto venezolano ha revelado la permanencia del núcleo totalitario. Lo demuestra el empleo del viejo discurso que los partidos comunistas empleaban cuando en Budapest en 1956, y en Praga en 1968, justificaban la invasión del ejército soviético para sofocar la insurrección de la población hastiada de la dictadura comunista. Según el discurso de los Partidos Comunistas, el ejército soviético intervino para salvar a Hungría y a Checoeslovaquia del “fascismo” y del “imperialismo”. De igual manera justifican los asesinatos de la GNB en Venezuela, porque Maduro lucha “contra el fascismo”. De igual manera justificarán la invasión del ejército cubano a Venezuela, en caso de producirse la misma situación, lo que no está descartado, si nos atenemos a las recientes declaraciones del ministro cubano de relaciones exteriores.
Es como para no creerlo, que hoy pese a las posibilidades inmensas de información, las tendencias políticas afines al marxismo saquen del desván de los trastos viejos, los mismo argumentos del siglo pasado, lo cual demuestra que su caso es incurable.
Quizás se comprenda, y hasta se pueda admitir, que estos grupos, que manifiestamente han sido también favorecidos por la “generosidad” de la petropolítica chavista, compartan el elemento populista distributivo del chavismo y lo manifiesten con argumentos válidos. Lo sorprendente, es el uso de los viejos argumentos. Con ello denotan la aceptación de totalitarismos si estos se dicen socialistas, además de que la idea del “buen salvaje” sigue vigente.
Según esa visión, los militares latinoamericanos son incapaces de perpetrar golpes de Estado, porque forzosamente, son manipulados por el “imperialismo” norteamericano. Y si gobiernos como el de Nicolás Maduro reprimen, no es porque sectores del país tengan aspiraciones democráticas, al igual que en cualquier otra parte del mundo, sino que el régimen les sale en contra, en defensa de los pobres. Y los sectores, que aun siendo mayoritarios manifiestan su repudio contra el régimen, según ellos “socialista” (la palabra “comunista” se evita), son fascistas de “la derecha”. Llegan al extremo, de otorgarle una connotación racista a las manifestaciones. En Francia, un entrevistado en la radio de la Izquierda Insumisa, declaraba hace poco, que los manifestantes linchaban y quemaban vivos a individuos negros, por el hecho de ser negros.
Todos los instrumentos de propaganda y de versiones sesgadas han sido puestos en acción en la defensa del “camarada” Maduro y su régimen, víctimas de “la extrema derecha fascista y del imperialismo norteamericano y del gran capital”.
El Partido Comunista Francés publicó todo un reportaje destinado a mostrar las “hordas fascistas” que se han abatido sobre el “pueblo” venezolano y apoya sin condición la constituyente, que según ese órgano, es el “único” medio para instaurar la paz. Poco le importa si ésta fue producto de un baño de sangre como lo apunto el diario Le Figaro y si su “elección” ha sido absolutamente fraudulenta.
Pero no sólo son los comunistas, también miembros del Partido socialista ponen su granito de arena en apoyo al régimen, hablan de la “insurrección de la extrema derecha.” Otros, que se dicen “especialistas”, por lo que se supone deben aparentar cierta objetividad, equiparan “la violencia del gobierno, con la violencia de la oposición”. El nivel de deshonestidad intelectual no merece ser demostrado.
Jean Luc Melenchon, líder y diputado de ese grupo político, cuyo tema de campaña fue la denuncia de la falta de democracia en Francia (sic), por lo que aboga por una constituyente que modifique la Constitución e instaure una VI República, inspirándose de Hugo Chávez, como el mismo lo ha declarado al ser cuestionado en la Asamblea Nacional por su apoyo incondicional al régimen de Maduro al no denunciar los asesinatos de manifestantes y las violaciones flagrantes a los Derechos Humanos, ni la cárcel de Leopoldo López, contestó sin sonrojarse, que el gobierno se había visto obligado a llevarlo de nuevo a la cárcel porque había acumulado armas y explosivos durante su arresto domiciliario. En cuanto a los muertos, se trataba de víctimas de la violencia fascista/capitalista, opuesta al bienestar de los pobres.
Melenchon nunca ha hecho alusión al avión de Air France procedente de Maiquetía que llegó a París llevando a bordo varias toneladas de droga. Tampoco, menciona la enorme corrupción del régimen.
La izquierda estadounidense no se queda atrás. Ya circulan manifiestos de solidaridad con el régimen venezolano que ostentan la firma de connotadas personalidades de izquierda de ese país, junto a latinoamericanas que practican la political del “corectness” según las rigurosas normas de las universidades del “imperio”, a las que a menudo son invitados para que cumplan con su papel de “buen salvaje” y así gozar de la condescendencia de los mandarines de esas academias. La izquierda estadounidense calla la existencia de los narco sobrinos, sin embargo presentes en su propio territorio. Calla la existencia de la fabulosa corrupción. Calla los asesinatos de jóvenes y estudiantes.
Pese al monopolio de opinión que ejercen esas corrientes ara las que hay dictaduras y totalitarismos buenos, se han levantado algunas artículo de Nick Cohen publicado en el diario británico The Guardian, periódico que siempre ha publicado opiniones favorables al chavismo, fustiga el “turismo radical” que ha concurrido en los últimos años a Venezuela y que el autor no diferencia del “turismo sexual”.
Según Nick Cohen, en ambos casos, “los habitantes del mundo rico van hacia los pobres en búsqueda de excitación que ya no pueden encontrar en sus países”. En el plano sexual, no merece detenerse en lo obvio. Las chicas que se venden lo hacen para divertirse y pasar un buen momento, no como las europeas, para quienes se trata de un intercambio comercial y no le encuentran mucho sabor a los europeos. Además de sentirse humillados por el feminismo de las europeas. La docilidad de las asiáticas, les hace revivir el machismo frustrado.
En el plano político, según al autor, las fantasías radicales y las esperanzas de insurgencia del proletariado, al nunca ser realizadas, la Venezuela chavista les ha procurado el equivalente de Pattaya Beach, el mayor burdel del sureste asiático. Estrellas de Hollywood, líderes del Labour Party, de los indignados españoles y cualquier intelectual de izquierda como Noam Chomsky, o John Pilger, todos han acudido a las delicias exóticas que les brinda ese país Caribe. Venezuela les ha excitado las zonas más erógenas de su sensibilidad: su antiimperialismo americano. Para los turistas de la izquierda radical, los pobres de los países exóticos no quieren las garantías democráticas de las que los turistas gozan en sus países. Ante la pregunta de una periodista a un connotado dirigente del grupo “Attac” de extrema izquierda muy en boga en una época, acerca de si él deseaba para Francia un régimen que no respetara en su integridad las normas de la Democracia, como evidentemente lo hacía el régimen venezolano, el entrevistado respondió, que Francia no era comparable a un país tropical.
De la izquierda crítica, cabe resaltar un artículo publicado en el blog del analista francés, radicado en Ecuador, Saintupery en el portal Mediapart, identificado con el chavismo disidente, que no duda en tildar al régimen de Maduro de “Néodictadura”. Para este autor existe una izquierda venezolana opuesta “a la tendencia autoritaria mafiosa de Nicolás Maduro y del movimiento bolivariano, la farsa electoral de la asamblea constituyente, “marca un límite”. Se trata de “un reto político y moral mayor para el conjunto de la izquierda radical en Francia y en el mundo”.
El texto de Saintupery, es la toma de posición más radical proveniente de la izquierda por lo que merece citar un párrafo particularmente esclarecedor: “ (…) “la debacle venezolana (…) es la catástrofe ideológica las más terrible del comienzo del siglo XXI para la izquierda regional y mundial. A cien años de octubre 1917, una banda de delincuentes sin fe ni ley pretendiéndose “socialistas”, teniendo como horizonte su sobrevivencia en el poder y de sus tráficos inmundos (cifrados en centenas de millardos de dólares “evaporados”) está instalando una dictadura del garrote y del hambre sobre un pueblo de 31,5 millones de habitantes , y una buena parte de la izquierda radical aplaude, tergiversa o calla. Eso no le será fácilmente perdonado”. “No dudemos, lo peor está aún por venir. La hora ha llegado de la solidaridad sin reservas con la resistencia del pueblo venezolano frente a la “neodictadura del siglo XXI”.
El periodo histórico que surgió en Venezuela a partir de 1998, como todo hecho histórico, se proyecta más allá de sus fronteras, y así lo estamos viendo hoy. Venezuela es materia de debate a nivel mundial.