Pyongyang renueva su amenaza de incendiar el Pacífico

Trayectoria del misil disparado por Corea del Norte 131x85mm

Con su reciente disparo de misil balístico que sobrevoló Japón esta semana, son ya 78 los lanzamientos militares de carácter disuasivo realizados por el máximo líder norcoreano Kim Jong-un desde su llegada al poder en 2011. Con un aislamiento exterior prácticamente total, sólo parcialmente aliviado por la vecina China, Corea del Norte insiste en tensionar el delicado equilibrio en la península coreana y el área del Pacífico.

El lanzamiento de un misil de mediano alcance Hwsong-12 que sobrevoló el territorio japonés no es sino la última provocación disuasiva del máximo líder norcoreano Kim Jong-un. Y no parece que será el último.

El excéntrico líder de la hermética y enigmática Corea del Norte parece convencido de la presunta efectividad de sus provocaciones. A pesar del rechazo unánime del Consejo de Seguridad de la ONU (donde cuenta con dos intermitentes aliados como China y Rusia), Kim Jong-un enfoca al Pacífico como objetivo estratégico de sus ensayos.

Y aquí, más que Japón y Corea del Sur, el interés de Pyongyang está más bien establecido en renovar sus amenazas de disparar misiles hacia la isla de Guam, en el Océano Pacífico, donde EEUU tiene dos bases militares estratégicas. Por tanto, Guam parece ser una prioridad inesperada que no deja de inquietar a Seúl y Tokio.

Según la agencia informativa norcoreana KCNA, estos lanzamientos balísticos por parte de Pyongyang son una respuesta a los ejercicios estratégicos que vienen llevando a cabo sus dos principales enemigos, EEUU y Corea del Sur, desde hace una semana en puntos clave de la península coreana. Rusia y China ya han pedido a Washington que desista de estos ejercicios estratégicos, igualmente disuasivos de cara a Pyongyang.

El contexto no parece favorecer la renovación de las negociaciones nucleares entre el Grupo de los Seis, conformado por EEUU, las dos Coreas, Japón, China y Rusia. A la mutua retórica incendiaria lanzada tanto por el presidente estadounidense Donald Trump como por Kim Jong-un, se le une ahora el hecho de que el único aliado norcoreano, China, incluso ha votado a favor de las recientes sanciones económicas contra Pyongyang impulsadas desde la ONU.

Todo parece intuir que los respectivos ensayos militares entre Corea del Norte y EEUU tienen efectos disuasivos sin intención de terminar a corto plazo. Lo que no se sabe a ciencia cierta es qué sucede internamente en la misteriosa Corea del Norte. Si los ensayos militares son una cortina de humo para ocultar una nueva crisis humanitaria o bien, incluso, posibles purgas y reacomodos de poder interno.

La ONU descarta la aprobación de nuevas sanciones. Por su parte, Rusia y China siguen manteniendo su derecho a veto en el Consejo de Seguridad de la ONU. Sólo cambiarán de actitud a favor de las sanciones contra Pyongyang si el régimen norcoreano realiza alguna prueba nuclear o de misil de largo alcance.

Quien más teme la eventual inestabilidad norcoreana es su vecina China. El temor a un éxodo humanitario desde Corea del Norte persuade a Beijing a convertirse en el principal defensor del retorno de las negociaciones, con la intención de evitar más ensayos militares y aliviar la economía norcoreana a través de la ayuda humanitaria.

Pero la perspectiva más asertiva parece inclinarse a observar en que no habrá cambios significativos de actitud ni por parte del establishment norcoreano ni de la administración Trump, lo cual asegura el mantenimiento del actual status quo dentro del delicado e impredecible equilibrio regional.

 

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