No me podía morir sin dejar este libro escrito, dijo a pañuelo suelto Carolina Cuenca y, sin más, los pucheros pasaron a sollozos, y los sollozos a lágrimas, las cuales se desbordaron sin ningún pudor. Aplausos. Sobraron pañuelos, kleenex, también. Sin pretensiones de literata, la señora Cuenca decidió contar “la historia de su vida”, sucesos vividos a lo largo de su existencia, para contar “una parte de su vida”, la más conflictiva de su personalidad, esto es, para que sus hijos y ex esposo conocieran por qué hizo lo que hizo. Y nosotros tomemos apuntes…
Cuenca curucutea en lo más profundo de su corazón, se somete a una valiente introspectiva, sincera, dolorosa, valiente, haciéndose preguntas que respondió con toda honestidad hasta tocar el fondo de su alma.
-En el viaje a la India, dice, sentí la presencia de Dios. Hermoso.
-Escribir es sanador, agrega, pero sigo llorando como una loca.
El gran problema se le presentaba en cómo contar esa historia que la carcomía como polilla a la madera, porque no sabía por dónde empezar. Entonces llamó a su amiga, la escritora Elisa Arráiz Lucca, quién impartía talleres de escritura en Caracas, y ahora los da aquí en Miami (yo hice el mío con ella, por ahí viene mi historia) para que le diera, en privado, el taller Cómo Contar tu Historia. Indispensable apartarse para escribir. Encerrarse. Sin iphone. Carolina se fue a Mayorca con el gran chuletón de Elisa, que por cierto perdió en el viaje, y en 6 meses la historia quedó redonda. Elisa le dijo: -Ahora tienes que publicarla. Lágrimas. Tres escritores leyeron el contenido y estuvieron de acuerdo con Elisa: Esta historia hay que publicarla. Pucheros, llanto, risas, y más aplausos en el auditorium. Esa noche estaba en la librería, por casualidad, la estrella venezolana de las letras, el escritor y novelero Leonardo Padrón, habitué de la librería Altamira -Leopoldo Castillo y Camilo Egaña, presentador de CNN en español, también lo son.
Carolina Cuenca La Rosa, es una abogada venezolana, 62, especializada en gerencia integral de proyectos que hizo una carrera exitosa como corredora de bienes raíces en Venezuela, Panamá y Estados Unidos.
Después de criar y educar con esmero a sus dos hijos, se divorció y buscó encontrarle sentido a lo mejor de su vida, que ahora comienza. Tradujo el libro al inglés y, le quedó el sabor a coco: viene el segundo.
-Y ahora tienes que presentarlo en Miami-, le dijo Elisa. Y Carolina se puso tan roja como un tomate. Pero allí, estuvo, sencillamente encantadora, hablando con soltura, y firmando libros como toda una estrella, en Altamira Libros, la librería de los venezolanos Carlos y Susana Souki, en Miracle Mille que se ha convertido en punto de referencia para los intelectuales venezolanos
En Altamira Libros, además de conseguirse los títulos de vanguardia, así como los clásicos universales, se dictan Talleres de Escritura y de Lectura. El insustituible olor a libro se ha ido extendiendo por la ciudad, y los ratones de libros se multiplican como acures. Gracias a Susana y a Carlos por contribuir a hacernos más soportable el inmenso dolor de habernos quedado sin patria.