Revolución del siglo XXI. Del Che Guevara a Pablo Escobar. El mundo y principalmente los admiradores europeos del “buen salvaje” latinoamericano, empiezan a descubrir la verdadera naturaleza de los presidentes que fueron líderes del “socialismo del siglo XXI” y en cuyo trayecto político aparecen ahora las prácticas a cada cual más delincuencial.
Durante varios años las figuras de Lula, Hugo Chávez, Evo Morales, Rafael Correa y Cristina Kirchner brillaron en el firmamento de la izquierda. La llamada revolución cubana, entraba en una fase de lustre opacado. Constelación que coincide con la época en que la política se ha vaciado de contenido y ha pasado a convertirse en simulacro: los personajes de Lula y del comandante Hugo Chávez, se volvieron favoritos de los medios. El sobrecargo de rimmel, el Botox y las zapatilla de Louboutin de la Kirchner, coincidían de maravilla con el gusto del kitsch. Eran la novedad.
Todas esas figuras se adaptaban a las necesidades de la época. La televisión debe divertir, proponer figuras nuevas, originales. Lula, el antiguo obrero metalúrgico, sindicalista, convertido en presidente de la gran potencia latinoamericana, y su plan de ayuda a los pobres, apareció como un aliciente para la izquierda huérfana de imágenes positivas. A Hugo Chávez, con sus desplantes de lenguaje, su misión de “salvar al mundo”, se le perdonó su pasado golpista. Después de todo: ¿acaso no entregaba la renta petrolera a los pobres del mundo y se enfrentaba a George W. Bush? Evo Morales, presidente del sindicato de cocaleros, pregonaba que como indígena, le rendía culto a la madre tierra. Cristina Kirchner, con los petrodólares que recibía de Venezuela y la cultura de la soja, se convirtió en la nueva versión de Eva Perón, repartiendo ayuda a los pobres. Rafael Correa, también ingresó al club de los dadivosos. El uruguayo, Pepe Mujica, más politizado, hábil, comprendió las ventajas que le procuraba a su país, el nuevo rico venezolano. De esa pléyade es el único que conserva su reputación de hombre honesto. Daniel Ortega, no merece detenerse en él, pues es conocido su talante de delincuente.
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Todos grandes admiradores del Che Guevara, el irreductible que mandaba a la cárcel al que le servía carne un día de veda, se dedicaron a exaltar su figura. Se multiplicaron las estatuas, las ceremonias conmemorativas.
En Bolivia, en vísperas del 50 aniversario de la muerte del Che, se ha organizado toda suerte de actos, de giras turísticas a las zonas en donde se desarrolló la guerrilla.
En Venezuela, bajo el amparo del gobierno de Hugo Chávez, quien tenía en su programa erradicar la corrupción, y luego el de Nicolás Maduro, se estableció un sistema de corrupción jamás visto en la historia del continente. También hizo erigir estatuas al guerrillero “heroico”.
En Argentina, Cristina Kirchner, haciendo uso de las técnicas del populismo, forjándose una biografía apócrifa de militante de izquierda y de víctima de la dictadura, distribuyendo dinero en aras a lograr apoyo, logró corromper a los organismos de los derechos humanos. Las Madres de la Plaza de Mayo, aparecieron involucradas en escándalos de corrupción, como también otros organismos similares.
Evo Morales, adorador de la Pacha Mama, en complicidad con Lula, lanzó la operación de construir una ruta que atraviesa toda la zona tropical, protegida por la Constitución, el TIPNIS, en la que además viven poblaciones indígenas que serán las primeras afectadas. Carretera que unirá la zona del Chapare, en donde se encuentran los cultivos de coca más importantes del país.
Cuando analizamos el resultado de los presidentes de los países que integran la ALBA, o el socialismo del Siglo XXI, todos admiradores del Ernesto Che Guevara, constatamos de que se trata de una internacional basada en la corrupción. Los demostrados delitos de corrupción de Lula, de Chávez, de Evo Morales, de Cristina Kirchner, de Rafael Correa, son la prueba de que la figura que realmente ha triunfado, es la de Pablo Escobar. América Latina está corroída por el delito, el tráfico de cocaína ha permeado todos los estamentos de las instituciones. Con el tráfico de cocaína se obtienen ingresos rápidos. En ese sentido compararlos con Pablo Escobar, no es arbitrario. La diferencia es que Pablo Escobar realizaba su actividad delictiva, corriendo el riesgo de ser abatido como lo fue por las fuerzas del orden colombianas. En cambio, la internacional del robo montada por Hugo Chávez y Lula, se realiza bajo la impunidad más absoluta. Desde los estratos mismos del Estado.
Apenas se comienza en Europa a percibir la dimensión delincuente del gobierno venezolano. Todos estos años de mascarada, de simulacro, que fueron tratados con deferencia por una opinión pública propensa a la condescendencia por el buen salvaje, comienzan a divulgarse en los grandes medios de información.
La cadena franco-alemana Arte, mostró la noche del 26 de septiembre un documental sobre el secuestro: “La Rançon” de Rémi Lainé y de Dorothée Moisan, dedicado en particular, al caso venezolano. Hasta ahora, es el mejor documental que he visto transmitido en un canal francés que muestra, sin recurrir a la ideología ni a la acusación, la manera más descarnada de cómo se vive en la Venezuela de hoy. Además de mostrar el acoso que significa para los habitantes de Venezuela vivir bajo el temor de ser raptados, muestra también el ambiente de zozobra en que se vive en Caracas.
Lo primero que sorprende del documental, es informarse que la práctica del secuestro no sólo no es un método practicado por los grupos islamistas, sino que lo esencial de los secuestros tienen lugar en América Latina, y en particular, en Venezuela, país que tiene el récord mundial, con 30.000 secuestros por año. Los cineastas muestran con clarividencia que el negocio del secuestro en Venezuela se ha convertido en un sistema. Es un documental didáctico, que se adentra en las diferentes etapas y aspectos del negocio: aparecen entrevistados, desde las compañías de seguros hasta los negociadores que también se favorecen de los ingresos. Y por supuesto, la complicidad de la policía. Las compañías de seguro, como la Lloyd’s, precursora en la materia, ante la cantidad de solicitantes, ha dado lugar a la aparición de otras compañías que venden contratos llamados “Kidnap and ranson” (secuestro y pago de rescate).
El documental se bifurca luego hacia otros ejemplos de países en el África y la frontera libano-siria, pero la parte más importante se centra en el caso venezolano.
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El haber visto ese documental y seguir las informaciones sobre el juicio que enfrenta Lula en el Brasil, el hecho de que Ollanta Humala y Nadine su mujer, estén actualmente en la cárcel en el Perú, el hecho de que a Cristina Kirchner no la juzgan en serio porque los jueces “tienen miedo” de que les suceda los mismo que al fiscal Alberto Nisman, obliga a prestar atención. Nisman tenía a su cargo la causa del atentado contra el edificio de la AMIA (Asociación Mutual Israelita Argentina) en 1994 con un saldo de 85 muertos y 300 heridos, perpetrado, se supone por Hezbollah con la ayuda de los servicios de inteligencia de Irán, en el que estuvo involucrado el que fuera presidente de Irán, Ajmadineyah, gran amigo de Chávez, de Lula, Evo Morales y Rafael Correa. Nisman fue encontrado “suicidado” la víspera del día en que debía presentar ante el juzgado pruebas de la intención de Cristina Kirchner de encubrir a los sospechosos del atentado mediante la firma de un memorándum de entendimiento Argentina-Irán. Recientemente la Policía argentina concluyó que Nisman fue asesinado.
Los ejemplos sobran para demostrar que Pablo Escobar es quien debería ocupar el lugar del culto que los “revolucionarios”, presidentes del socialismo del Siglo XXI, le profesan al Che Guevara.