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Gira de Maduro fue para pedir línea al Kremlin

Nicolás Maduro emprendió la semana pasada una gira por Argelia, Rusia, Bielorrusia y Turquía. La versión oficial de la Agencia Venezolana de Noticias indica que el periplo tuvo como objetivo fortalecer las alianzas de desarrollo compartido y la cooperación en materia energética, agroindustrial, turística, militar, científica, tecnológica, comercial, financiera e industrial. Sin embargo, Ankara, Minsk y Algiers fueron adorno, ya que lo crucial ocurrió en Moscú.

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Caracas está bajo total influencia de La Habana, la cual está bajo total influencia de Moscú. La estrategia de Estados Unidos durante la era Obama fue intentar expulsar a los satélites rusos en la región por la vía de la negociación con Castro. Sin embargo, ese plan se interrumpió con la llegada al poder de Donald Trump, quien ha tomado una posición más radical en el asunto y ha decidido enfilar su batería directamente contra Nicolás Maduro en vez de contra el dictador cubano. El moreno jugaba la baza de desactivar la influencia cubana, mientras que el catire apuesta a desactivar el factor económico venezolano.

En ese sentido, Putin, cuyo objetivo fundamental es desequilibrar a Estados Unidos y a la Unión Europea, no pretende entregar tan fácil un factor de perturbación en Occidente como lo es Venezuela. Moscú tiene importantes posiciones en Caracas, más allá de la influencia ideológica, gracias a distintos préstamos financieros. Inclusive, cuenta con la hipoteca del 49,9% de las acciones de Citgo, la gasolinera de PDVSA que tiene importante presencia en toda la costa este estadounidense. Entonces, bajo el disfraz de una gira, el viaje de Maduro tenía como objetivo rendir cuentas y recibir línea del Kremlin en lo que debería ser el último año de mandato psuvista.

Así fue el viaje de Maduro

Argelia es un país africano que se ha mostrado proclive a entablar buenas relaciones con el madurismo. Ahí hizo pie Maduro en el inicio de su periplo. Llegó el 3 octubre y se reunió con el presidente del Consejo de la Nación, Abdelkader Bensalah, y el ministro de Asuntos Exteriores del país africano, Abdelkader Messahel.

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De ahí partió a Rusia, donde participó en la Sexta Cumbre de Energía, donde recalcó la política de una destartalada PDVSA cuya capacidad de producción está en el suelo y de un régimen que se desploma por los bajos precios del petróleo: se debe cumplir el acuerdo de reducción de bombeo global de crudo, aseguró Maduro.

El punto clave del viaje se dio ahí, en Moscú, en donde Maduro se reunió con Putin. Según el lenguaje oficial, el encuentro sirvió para «reforzar los nexos diplomáticos y fortalecer las relaciones estratégicas de ambas naciones», que, al final del día, no es más que asegurar a Rosneft que Exxon Mobil no se quedará con toda la torta petrolera venezolana.

Maduro cerró el viaje visitando a dos dictadores, al bielorruso Aleksandr Lukashenko y al turco Recep Tayyip Erdogan, dos hombres que han logrado fortalecerse internamente, independientemente de la censura y sanciones de la comunidad internacional. Es decir, el sueño del actual inquilino de Miraflores, obviando el hecho de que Turquía y Bielorrusia no son un factor de seguridad nacional para Estados Unidos, a solo tres horas de vuelo.

Según los reportes de AVN, en Bielorrusia Maduro suscribió con Lukashenko convenios de cooperación integral en las áreas energética, agroindustrial, infraestructura, ciencia y tecnología. En Turquía, por su parte, reforzó los nexos diplomáticos con su homólogo Erdogan y presidió la firma de cinco nuevos acuerdos de cooperación bilateral como parte de la Comisión Mixta Turquía-Venezuela, en comercio y cooperación económica, desarrollo turístico, seguridad, agricultura y servicios aéreos.

Gira a pocos días de las regionales

La gira mundial de Maduro se dio faltando poco menos de dos semanas para las elecciones regionales, cuyas perspectivas van mejorando día tras día para la oposición en virtud de que la solapada campaña del régimen a favor de la abstención, puyando en redes sociales a los opositores descontentos con la MUD, va haciendo aguas. Esta campaña, por cierto, tiene aroma a Putin, recordando la manipulación de procesos electorales gracias a la habilidad para establecer tendencias y anuncios en plataformas como Twitter y Facebook, todo desde laboratorios que utilizan miles de cuentas falsas. Esta estrategia tuvo éxito en Estados Unidos, pero fracasó en Alemania y Francia. ¿Cómo le irá en Venezuela? La respuesta, en una semana.