Cristóbal Arraiz es un venezolano radicado en Madrid que, como tantos de los que forman parte de esa tan mencionada “Diáspora venezolana”. Es un emprendedor nato, que a los 14 años montó su primer negocio: “vendía huevos con unos amigos del colegio, te podrás imaginar”, asegura entre risas, mientras se sirve un té verde en el restaurante que gerencia en la capital española. Pero ni los huevos ni la hostelería tienen que ver con su nuevo proyecto, Quaggy Home, una línea de lencería para el hogar que comenzó hace a penas unos meses en España y de la que nos hablará más adelante.
Tiene 30 años, pero si solo fuese por la cantidad de proyectos que ha emprendido, pareciera de mucho más, a no ser por su rostro y espíritu jovial. Revista Zeta ha tenido una conversación en exclusiva con Cristóbal y el resultado ha sido un baño de optimismo en estos días tan turbios para todos cuantos compartimos el gentilicio a lo largo y ancho del mundo. Venezolano con sangre italiana e intuye que algo de vasca -por el apellido-, “Cristóbal Arraiz es un ciudadano del mundo que ha tenido experiencia en Venezuela, Italia, España, Inglaterra y Asia. Soy una persona curiosa, me gusta lo no convencional en el sentido de las nuevas experiencias. Me encantan las relaciones humanas, conocer gente y sacarle lo mejor a cada persona para el bien de la relación, que no es lo mismo que sacar provecho de nada, por supuesto. Yo siento que no vine al mundo a perder el tiempo, vine a divertirme en lo que hago”. Así ha resumido este joven empresario su personalidad y sus intereses.
Lo de empresario, no lo lleva del todo bien todavía, ni mal, claro está, pero elige la humildad -o la buena conciencia- al responder a la pregunta de si se considera un emprendedor o un hombre de negocios: “Emprendedor nato soy. Hombre de negocios, me queda por demostrarlo, porque una de las cosas más importantes de un hombre de negocios es precisamente permanecer en el tiempo y que en el largo plazo puedas haber construido algo estable, que tus proyectos se inicien y terminen bien, y todavía estoy muy joven para decir eso”.
Es justamente ese compromiso consigo mismo, con sus ideales y valores, lo que lo lleva a seguir adelante siempre, hasta llevar a buen término sus ideas. Dos de sus más recientes proyectos son Peritus Research y Casa de Aragón. Y hemos querido indagar un poco en ambos, antes de entrar de lleno con Quaggy Home. El primero, se trata de una empresa que funcionaba como intermediaria entre personas que tenían que tomar decisiones empresariales, estratégicas o de negocio y expertos en el área o en el sector a nivel mundial. “Peritus es un proyecto que arrancamos apenas llegué a Madrid que coincidió con que Pedro Zapata venía de trabajar en una empresa similar en Berlín y pensábamos que, en España, todavía no existía lo que ofrecía esa empresa alemana. El arranque estuvo bien pero es un proyecto de Recurso Humano, ahí en Peritus lo que se vende es gente, las ideas o la mente de la gente y Pedro encontró un trabajo en lo que estaba buscando, entonces si ya no teníamos a una de las piezas del equipo que además era el valor agregado del proyecto, porque era quien mejor conocía el negocio, se complicó”, explicó.
La segunda empresa, Casa de Aragón, un restaurante de comida típica aragonesa propiedad de un español y un venezolano, que cundo Cristóbal llegó, asegura, aquello estaba al borde del precipicio y él logró darle un vuelco. “Este restaurante está ubicado en el Club de los Aragoneses en Madrid y la ubicación es espectacular. Hace 4 años y medio, dos buenos amigos que venían a tomar la cerveza aquí cuando esto no existía tal como está ahorita sino que era una carpa de lona, ellos, Pedro Lazábal y Antonio López, decidieron invertir, licitar para la concesión del Club e invertir un dinero construyendo esto porque le veían el potencial, y se le delegó el proyecto a un equipo gerencial. Al cabo de 2 años, por malas decisiones gerenciales o yo creo que por un tema de error en la visión, el restaurante estaba literalmente quebrado. Yo acababa de terminar el MBA en el Instituto de Empresa aquí en Madrid y Antonio, a quien conozco desde hace unos cuantos años, me dice que si lo puedo ayudar en una transición y me metí aquí un par de meses y me encontré con algo mucho peor de lo que me imaginaba y eso me llamó la atención, me pareció un reto, consciente de que las posibilidades de fracaso eran altísimas por cómo estaba el sitio, y en menos de dos años hemos saneado las finanzas, no tenemos deudas con prácticamente nadie, se está vendiendo, hemos hecho todo un esfuerzo de mercadeo y la estrategia del modelo de negocios del restaurant es potenciar la cocina aragonesa que no es conocida en Madrid y ni siquiera es conocida fuera de Aragón, que es una de las regiones más importantes de España históricamente. Y esa ha sido un poco mi visión, que este debe ser el mejor restaurante aragonés en Madrid, siempre potenciando las fortalezas de la cocina aragonesa”, expresó.
Emprendedor precoz
Cristóbal siempre ha tenido claro lo que quiere o al menos siempre ha seguido ese instinto. “Recuerdo que en bachillerato, como en 4to año, me asocié con un amigo. Íbamos a comprar huevos Pica Terra a una finca en Filas de Mariche. El nombre de nuestra “empresa” era cómico, se llamaba Johnny Eggs, todo el mundo se burlaba. Íbamos a comprar los sábados en la mañana y vendíamos 4-5 cajas de huevos el fin de semana a las mamás de nuestros amigos. No dejaba mucha plata y era un trabajón porque tenías que ir casa por casa y tú sabes que en Caracas las distancias son grandes, pero lo estuvimos haciendo unos cuantos meses. Antes de eso, ya había hecho cosas de chamo, me acuerdo que monté una página web como a los 13 años, “ceropeo.com” se llamaba. Y después he hecho varias cosas: diseñé páginas web y programé en Caracas, estuve trabajando con Henrique Capriles 4 años, hacía consultoría, en fin. Lo bueno es que en el camino yo creo que he sido una persona consecuente con la gente y no le he fallado. Nunca te vas a encontrar a alguien por ahí que te diga que yo lo robé, o que yo le debo dinero, o que le que dé mal o que le prometí algo y no le cumplí. Ese ha sido un norte siempre”, afirma el joven.
Quaggy Home, de la Muralla China a Madrid
“Seguimos en contacto, monté el proyecto, la idea era hacer una toalla de una calidad buena pero a un precio que se pudiera vender y cuando ya todo estaba listo para comenzar, se juntaron dos cosas: por una parte, era complicado conseguir cómo comprarlas, pagarlas en dólares y ese tema de las divisas y por otra parte, me casé y la verdad es que quería hacer mi familia fuera de Venezuela. Y estando aquí en España nos dimos cuenta de que no hay un mercado intermedio, es decir, o te vas a lo muy básico a un precio normal, con una calidad buena pero la sensación al usarlas no va más allá de una toalla de toda la vida; o tienes otras marcas que están entrando en el mercado, que todo lo que hacen es espectacular pero las cosas son de muy mala calidad y duran muy poco, y tampoco la experiencia en el uso deja nada resaltante. Y si te quieres ir a cosas muy buenas, que de verdad mejoren tu experiencia de vida, ya te tienes que ir a unas cosas carísimas”, explicó Arraiz.
La “chispa” emprendedora
Cristóbal tenia esta idea bajo la manga, producto de aquella experiencia en la Muralla China. Pero al transformarla y alimentarla con el contexto, encontró el punto exacto para enganchar a los usuarios en una experiencia que -eso espera- sea inigualable. “Yo traía la chispa desde el proyecto de Venezuela, pero cuando tienes mentalidad emprendedora chispas tienes miles, lo que pasa es que hay veces que la chispa se prende y, en este caso en particular, la chispa se convirtió en un incendio porque al final tú las toallas y las sábanas es algo que usas todos los días de tu vida. Las toallas las puedes usar dos veces al día, estamos hablando de casi 800 veces al año. Hay pocas cosas hoy en día con la que tienes tanto contacto diariamente como las toallas y ni hablar de las sábanas, en tus sábanas pasas el 40% de tu vida y, por lo general, la gente le empieza a dar valor a estas cosas con los años, cuando empieza a ser consciente de cuáles son las cosas importantes para que tu vida sea una experiencia agradable y que la disfrutes en el día a día. Y si nosotros podemos elevar la experiencia de cosas tan rutinarias como dormir y bañarse, al final estaremos mejorando la vida a la gente”, apuntó.
Pero Cristóbal no es el único emprendedor. De hecho, actualmente, el esnobismo del emprendimiento ha dado como resultado cientos de miles de proyectos impensables hace tan solo diez e incluso cinco años. Pero ¿Cuál es el secreto del éxito en un mundo donde ahora mismo hay tanta competencia? “Bueno mis recomendaciones son: primero, tener muy claro la diferenciación de lo que vas a hacer, de porque lo que tú haces es mejor por qué te van a comprar a ti, o por qué eres diferente; eso te va a convencer para seguir adelante porque al principio emprender es muy duro y a veces las cosas no sales como tú quieres pero si estás muy convencido, consciente y claro de que eso que estás haciendo tiene un valor diferencial, un valor añadido y eres mejor en algún aspecto de lo que ya hay, eso es lo que te mantiene motivado a seguir intentándolo, a seguir probando, a seguir enamorado de tu proyecto. Si tú dudas de tu proyecto o no le consigues algo que te diferencie, es complicado porque muy probablemente te vas a desmotivar en el camino y los proyectos a veces arrancan o se hacen grande a los 2- 3 años y es difícil pasar 1-2 años esperando a que las cosas te salgan como quieres, si no estás en verdad muy motivado y muy convencido de lo que estás haciendo. Por otro lado -esto lo dice el fundador de Nike en su libro, que por cierto es un libro que le recomiendo a cualquier persona que quiera emprender- es bueno tener algún tipo de ingreso o estabilidad adicional al emprendimiento, hasta que empiezas a facturar o empiezas a vender por encima de lo necesario para poder ponerte un sueldo. No hacerlo, en casi todos los casos, es cavar tu propia tumba como emprendedor porque, eventualmente, los tiempos te van a controlar a ti, el capital se te va acabando, y eso es lo que te lleva a tomar decisiones erradas, a equivocarte, a replantear tu estrategia inicial y no necesariamente quiere decir que tu estrategia inicial o tu proyecto estén mal, sino que, sencillamente, los tiempos van un poco más lento de lo que tu esperabas en un principio y si no tienes otro muro del que agarrarte, muy probablemente vas a terminar dejando el proyecto de lado y desmotivándote y no intentándolo al 100% sino más bien volviendo a trabajar para un tercero. Vas a terminar como empezaste, pero peor”, dijo Arraiz, partiendo de sus propias experiencias.
Y sin olvidar sus orígenes, Cristóbal también quiso enviar un mensaje para los emprendedores venezolanos: “Las cosas fuera de Venezuela, en casi todos los países, tienden a ser muchísimo más competitivas a como eran allá. Aquí hay mucha gente compitiendo en cualquier sector en el que te pienses meter y la competencia lleva consigo la excelencia, las medias tintas fuera de Venezuela, por lo general salen caras porque siempre va a haber alguien que lo hace mejor que tú. En Venezuela era distinto por las condiciones específicas del país, porque en estos últimos 20 años no ha habido realmente libre competencia entonces los sectores no se han desarrollado 100%. Aquí tienes que pensar muy bien todos los detalles, los números tienes que afinarlos hasta el más mínimo centavo, tienes que ir entendiendo el mercado pero sin dejar fortunas en el camino, siendo muy consciente de que cada gasto que haces es un dinero que puede que nunca te regrese entonces esa es mi recomendación: pasarse el switch y entender que fuera es muy competitivo, es duro, pero también es muy divertido porque puedes hacer y crear con mucha más facilidad”, terminó.