La juventud, actor privilegiado del totalitarismo castrista, fue puesta a prueba y salió exitosa en las elecciones regionales, para seguir en su marcha a partir de allí, sin que en la oposición nadie ni siquiera parece haberse dado cuenta de lo que deberán enfrentar.
El resultado de las elecciones para gobernadores anunciado la noche del 15 de octubre no fue una sorpresa para mi: tengo muy presente la reacción de Fidel Castro al enterarse de la derrota del Frente Sandinista en las elecciones celebradas en febrero de 1990. Pese a la renuencia de Fidel Castro, todavía muy contrario a la aplicación de las normas de la democracia, en particular a las del sistema electoral que regentaba desde La Habana el régimen sandinista. Seguro de su triunfo, Daniel Ortega decide someterse al voto popular. Sorpresivamente, gana la candidata de la coalición opositora, Violeta Chamorro que gobierna hasta 1996. A partir de esa fecha, Daniel Ortega se ve obligado a manipular el poder detrás de bastidores, luego desde la presidencia que monopoliza desde el 2007, convirtiéndola de hecho, en presidencia vitalicia.
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Cuenta el General de Brigada Rafael del Pino en sus memorias, Proa a la libertad (1991), que Fidel Castro al enterarse de la derrota de Daniel Ortega, ciego de ira dijo: “Nunca más perderemos una elección”. Y así ha sucedido desde que el Líder Máximo abandonara el dogma de la lucha amada “como único método de acceder al poder” y optara por aplicar la guerra de guerrillas a los métodos aplicados por la democracia. En términos prácticos, Fidel Castro comprendió que la época de la lucha armada como único método para llegar al poder, había llegado a su término. De la experiencia chilena sacó dos enseñanzas: 1ª que la doctrina de la guerra de guerrillas forjada por el Che Guevara había fracasado; lo probó la indiferencia campesina que se suponía se convertiría en el ejército popular del pueblo, al mostrarse ésta renuente a plegarse a la “vanguardia” de guerrilleros egresados de las universidades. Conclusión: imposible desarrollar una guerra exitosa contra los ejércitos profesionales. 2ª que la inmensa y unánime reacción internacional contra el golpe de Estado del general Augusto Pinochet que derrocó al socialista Salvador Allende, elegido democráticamente, demostró la sensibilidad compartida por todas las corrientes políticas, menos las totalitarias como la suya, ante la violación de la democracia.
Fidel Castro comprendió entonces, que en lugar de pretender vencer militarmente a las fuerzas armadas regulares, era más rentable infiltrarlas y reclutar miembros de la jerarquía. La operación resultó particularmente exitosa en Venezuela. En cuanto a la toma del poder, se plegaría al método del sufragio universal, para lo cual se dotó de un cuerpo de especialistas en métodos de entrismo, manipulación y reclutamiento, lo cual se vio favorecido con la aparición de la tecnología numérica. Así se forjó la eficiente maquinaria dotada de los mecanismos más sofisticados, técnicos, psicológicos, destinados a manipular a los electores, adaptados a cada contexto electoral.
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El papel de ejército del pueblo que debía jugar el campesinado, se le atribuyó a las “organizaciones de masas” integradas por la pequeña burguesía urbana. Aplicando lo que al propio Fidel Castro le escuché decir en una ocasión: “Nosotros en Cuba no hemos optado por el clásico partido bolchevique, sino que hemos creado las organizaciones de masa que nos permiten movilizar el pueblo a voluntad”. El “Comandante en Jefe” aludía a las Milicias, integradas por civiles armados y entrenados militarmente; a la Federación de mujeres cubanas que controlan a las mujeres y también reciben entrenamiento militar; a los pioneros que controlan a los niños desde la escuela primaria; a los Comités de Defensa de la Revolución, que controlan al resto de la población.
“Nosotros no perderemos más una elección”, “Nosotros no tenemos un partido a lo bolchevique, pero hemos organizado el pueblo en organizaciones de masa”. Frases escuchadas mientras observaba el video del Tercer Encuentro Nacional del Movimiento “Somos Venezuela”, celebrado el 24 de octubre – poco después del “triunfo” electoral del 15 de octubre – en el salón Ríos Reyna del teatro Teresa Carreño, en presencia de Nicolás Maduro. Ese Movimiento fue creado el 11 de junio de 2017 en el Poliedro de Caracas, y su objetivo asignado fue el de “carnetizar a la mayoría de la población”, lo cual era la ilustración perfecta de la “organización del pueblo en organismos de masa”. El fascismo en acción, complementado con la técnica leninista del ejercicio del poder: en ambos casos coincide con la condición de la desaparición del individuo. Organizada la juventud en masa, para controlar la masa del resto de la población.
Maduro en su discurso demostró la eficiencia del método y el resultado de su acción, lo que explica en gran medida el resultado del “triunfo” electoral del 15 de octubre, gracias a la instrumentalización de la juventud. Declaró que el movimiento “no aparece en Twitter, (en realidad porque no lo deseaban, pues actuaban con el sigilo del topo que va abriendo túneles secretos), porque, dijo, no son “pantalleros”, no les dan espacio en la prensa, cuando son los que actúan. “¿Cómo hacerla presente, hacerla noticia, ejemplo a seguir?”… “Lanzamos el carnet y se inscribieron más de 15 millones de compatriotas en cuatro meses. Cuando creamos el Movimiento estaba la guarimba en pleno auge. El Carnet de la Patria no lo para nadie. Tenemos que avanzar dije entonces y así ha sido. Y de allí nació el plan chamba juvenil, el 25 de junio y el de embarazo feliz, de embarazo sin dolor, el de “parto humanizado”. Gracias al sistema carnet de la patria, 3 millones de casos atendidos y resueltos. Gracias al carnet de la patria el trabajo de las misiones se realizará. Para que el pueblo tenga todo, para felicidad, sistema de felicidad social, en tiempos de guerra económica ayuda al pueblo. ¿Que sería del pueblo con la guerra económica, sin el carnet de la patria? Hoy, tenemos 86.000 brigadistas, para diciembre deberían ser 120.000, y el objetivo es llegar a 200.000 brigadistas. Se les debe formar en el verdadero amor al prójimo, ustedes son como misioneros, misioneros de Cristo, brigadistas misioneros, para cumplir la gran misión de atender al que sufre, ayudar a nuestro pueblo. No llamamos a la juventud a quemar hospitales, sino para lo bueno, lo bello”. La juventud convertida en misionera, papel ideal para los jóvenes sedientos de acción, de que se les den responsabilidades, de medirse de igual a igual con los adultos.
Es evidente que el régimen aprendió de las manifestaciones de la oposición integradas en su mayoría por jóvenes, que no dudaban en exponer su vida como lo demuestran los 140 muertos, saldo arrojado por los tres meses de rebelión y viéndolo, han decidido apoyarse sobre la juventud. Seguramente, también tomaron en cuenta la experiencia de las revueltas estudiantiles del 2007.
Lo que me pareció más importante y que debería ser necesidad urgente de la oposición para tomarlo en cuenta, fueron los discursos de los 3 líderes jóvenes, de los cuales 2 mujeres, que tomaron la palabra en nombre del movimiento, antes que Nicolás Maduro. Debo decir, que tras el discurso fuerte, entusiasta de los tres jóvenes, el de Nicolás Maduro y en particular el de Elías Jaua, traducía lo obsoleto de la formación del aparato comunista. Mientras los 3 jóvenes, terminaron dando vivas a Venezuela, Jaua terminó con el eslogan cubano “hasta la victoria siempre”…
El otro elemento llamativo de los discursos de los jóvenes, es el lanzamiento del culto de la personalidad de Nicolás Maduro, que según ellos, le devolvió la “dignidad” a Venezuela. En particular, el discurso de la primera joven, a todas luces encargada de forjar ese culto que hasta terminó cantándole una canción de su cosecha, al “líder bolivariano.”
En ellos se sentía una mística, un sentido de pertenencia y de identificación a un proyecto, el dinamismo del triunfador. Sin apoyarse en texto escrito, con un manejo del idioma de quien ha sido bien entrenado, una cartilla ideológica bien aprendida y asimilada. No tuve más remedio que contrastar esa imagen triunfadora con la de los jóvenes de las recientes manifestaciones de la oposición, en donde se imponía la imagen crística del mártir, de la bala a quemarropa disparada por los guardias nacionales en pleno pecho, en el cráneo, o en el rostro.
Si hacemos un balance de ambos escenarios, la racionalidad nos indica que la oposición tiene mucho que aprender todavía de los métodos del adversario si quiere restituir el hilo institucional democrático y republicano. Y es también la evidencia misma, que se debe estar presente en los varios escenarios que propone la compleja sociología del país. El reto actual es el de reinventar nuevas modalidades que le den cabida a las nuevas tendencias y sensibilidades que se expresan en la sociedad civil de hoy. Los partidos políticos a la vieja usanza, ya son hoy aparatos obsoletos.
El problema que se plantea es: ¿qué tipo de organización es la idónea para oponerse a un proyecto totalitario que se ha amparado de las normas de la democracia sin caer en lo crístico/suicida?