Los «hombres nuevos» creados por la revolución chavista son en la realidad funcionarios corruptos

Los «hombres nuevos» creados por la revolución chavista son en la realidad funcionarios corruptos y jóvenes que matan a sus padres por dinero.

Al cumplirse en octubre 100 años de la revolución soviética se plantean discusiones sobre las ideas de Carlos Marx, sus  pronósticos sobre el comportamiento de los mercados y su errada convicción de que el capitalismo cavaría su propia fosa.

El problema de los dueños de medios de producción que se apropian de la plusvalía y maximizan ganancias a expensas de los trabajadores y consumidores, sigue vigente. Pero peor es cuando unos resentidos se apoderan de los medios de producción y priorizan llenar sus bolsillos, mientras esos medios quiebran y millones de trabajadores pasan hambre y mueren de mengua.

Marx desmontó el cuento de Adam Smith que el capitalismo se autocorrige. Las crisis recurrentes de la economía apuntalan esa observación. Igualmente no se discute que la historia es una lucha de clases antagónicas y la clase obrera debe aprender a defender sus derechos, evitando ser manipulada por políticos que la abandonan cuando llegan al poder. El epitafio sobre la tumba de Marx en el cementerio de Highgate en Londres es claro: “Trabajadores del mundo, uníos”.

Si el Estado, en vez de equilibrar las relaciones entre empleadores y empleados o entre productores y consumidores, se convierte en un organismo de propaganda política y centro de corrupción de la cúpula, nunca surgirá el hombre nuevo que deseaba Marx y siguen prometiendo los seguidores de la fracasada revolución soviética. El ideal comunista es un hombre altruista, sencillo y obediente. Pero todo cambia cuando ese hombre tiene acceso a las riquezas de cualquier Estado, sea Rusia, China, Cuba o Venezuela. El problema es capitalismo o socialismo, sino que en la mayoría de los hombres persiste la idea de convertirse en abejas reinas que comen mejor, viven mejor y viven más que los zánganos y las abejas obreras.

En la Venezuela de hoy apreciamos que lo del hombre nuevo no ha funcionado. La farsa ha convertido a policías y militares en matraqueros, a los administradores en negociantes, a los encargados de la justicia en cómplices, al igual que a muchos políticos. Jóvenes desorientados matan a sus padres o abuelos para despojarlos y luego se hacen peores en las cárceles administradas por pranes protegidos por un gobierno al que prometen defender. Esos pranes disfrutan de privilegios y pueden secuestrar y amedrentar al que revele sus comodidades.

@jajogra