Macri logra un acuerdo histórico al recibir apoyo de los gobernadores peronistas para implementar un pacto fiscal que acabará con la inequidad en la distribución de recursos, señala el periodista argentino Federico Rivas.
Por Federico Rivas Molina
El presidente Mauricio Macri no se cansa de cosechar los beneficios de su triunfo electoral. No ha pasado un mes desde que sus candidatos vencieran en las legislativas y consiguió doblegar la resistencia de los gobernadores para negociar un nuevo acuerdo de distribución de los recursos entre la Nación y las provincias. Macri exhibió como un triunfo la foto de todos ellos, 23 con una sola ausencia, estampando sus firmas en un texto. No faltaron los peronistas, 13 de 14, el verdadero poder territorial en Argentina. A cambio de mayor equidad en la distribución de los recursos nacionales, las provincias aceptaron un plan de reducción de gastos y, lo más importante, desistir de 56 juicios contra el gobierno por 41.000 millones de dólares.
“Es un gran paso hacia adelante”, dijo Macri tras la firma del acuerdo. El nuevo pacto fiscal es un compromiso de las provincias a reducir impuestos locales y ajustar gastos para recibir más recursos. Intenta resolver el sistema de recursos de Buenos Aires, el más poblado del país, desde el último pacto fiscal firmado en 1993. Es un fondo destinado al conurbano, donde residen 15 millones de personas, que se financiaba con parte del impuesto a la renta en detrimento de otras provincias. El problema es que el fondo no recibió todo el dinero acordado y la provincia llegó con su reclamo hasta la Corte Suprema: 22.000 millones de dólares que pendieron sobre la cabeza de los gobiernos democráticos. La demanda de Buenos Aires, como las del resto de las provincias, será retirada.
Resolver la inequidad en la distribución es deuda antigua, heredada del control de Buenos Aires sobre el interior del país. Con la llegada de Macri, el interior reclamó un nuevo pacto fiscal sin ceder mucho y como condición para apoyar en el Congreso las reformas ambiciosas del nuevo Gobierno: una reforma del sistema tributario y cambios en la legislación laboral.
Macri obtiene los apoyos de los gobernadores peronistas, necesitados de recursos y debilitados por la derrota que sufrieron en octubre. El jefe de ministros, Marcos Peña, no ocultó su entusiasmo y dijo que el acuerdo era “histórico”. “Refleja que es posible construir consensos en un esquema de diálogo», celebró.
El apoyo de los gobernadores es la clave de la gobernabilidad en Argentina. Su poder es enorme en sus territorios y en el Senado, donde cada provincia tiene tres representantes, sin importar su tamaño ni cantidad de habitantes, y los legisladores responden al mandato de sus jefes políticos. El kirchnerismo gozó de mayoría absoluta en esa Cámara, pero Macri, pese a su triunfo electoral, debe lidiar con el poder de veto de los representantes del peronismo, que forman la primera mayoría. Por eso la importancia política del acuerdo, que destraba la agenda legislativa que Macri pretende cerrar antes de mediados de 2019, cuando la campaña por la sucesión presidencial hará todo más difícil.
El Gobierno se beneficia por las necesidades económicas del interior y por las divisiones en el peronismo, que no logró rearmarse tras la derrota en las presidenciales. Macri obtuvo un gran triunfo político. Resta lo más difícil: que los compromisos asumidos por ambas partes se cumplan.