Eddo Polesel llama la atención sobre la emergencia en que se haya el país y advierte que reconocidos educadores piden declarar emergencia educativa por el creciente número de niños carentes de atención gubernamental.
Una elevada deuda externa contratada por el régimen con organismos multilaterales -estimada en un monto que está por encima de los 150 mil millones de dólares, más la comercial con socios y contratistas que habrá que atender, amén de los compromisos adquiridos con China y Rusia- se ha vuelto un pesado fardo que amenaza aplastarnos si no atendemos debidamente las obligaciones contraídas, además de otras necesidades no atendidas de alimentos y medicinas por mencionar las más apremiantes.
Las fuentes oficiales no informan y se hacen los locos tratando de ignorar el cuadro de extremas dificultades a las cuales está sometido el pueblo venezolano. Los hechos y las evidencias no pueden continuar siendo desatendidos, porque puede llevarnos a una hambruna y a indeseables complicaciones. En el plano cívico campea la inseguridad y la impunidad. Lo agravan los servicios públicos básicos deficientes que causan frecuentes interrupciones por sobrecarga o precarios mantenimientos. Un ejemplo, el 36 % de las escaleras del Metro están fuera de servicio y los organismos de seguridad, cuyos funcionarios solo atienden a sus cómplices, desamparan al ciudadano de a pie. Los derechos humanos están al garete.
Tenemos una administración de justicia que cuando llega es tardía e injusta. Los políticos presos sin juicio aumentan. Continúa la fuga de talentos porque el país va a la deriva. El robo de cableados para el servicio de luz eléctrica y teléfonos son la demostración de un estado de complicidad, descontrol y falta de vigilancia que genera inseguridad en la ciudadanía y causa ingentes pérdidas de activos de la Nación que aumentan, sin freno, en la capital de la República y en todas las ciudades y pueblos del país. Ahora vemos a los comunistas conversos que reclaman justicia, cuando son víctimas de sus ideas periclitadas de cambios en la sociedad.
Es letra muerta lo que consagra el título primero de la Constitución en cuanto a la irrenunciabilidad del régimen de libertades individuales, porque estamos castigados a vivir en el día sitiados por una delincuencia desatada en las calles. De noche estamos atrincherados en nuestras casas protegidos por rejas y garitas en la entrada de nuestras urbanizaciones, lo que agrava en forma sensible el presupuesto familiar, que está golpeado por la constante elevación de los precios que llega a los extremos de hacer desaparecer a la clase media, en otros momentos sostén principal de una sociedad en evolución. Está demostrado que crece la violencia a causa de la falta de comida.
Debemos recuperarnos de las locuras de un líder mesiánico y de sus secuaces, que nos han llevado a este desastre. Es imperativo un pacto nacional para refundar la democracia como forma de elegir un gobierno alterno y dejar de ser la oveja negra de la educación en América Latina. Por la exclusión, ochocientos mil niños del sistema de educación carecen de atención gubernamental, que si no se actúa a tiempo les estaremos negando el futuro a las nuevas generaciones. Importantes figuras de educadores piden declarar la emergencia educativa que, en realidad, es la emergencia del país.