El modelo político que se ha intentado imponer ha sido ruinoso para la sociedad entera. Aguas abajo, la destrucción institucional la pagan caro los venezolanos indefensos.
El desarrollo, concebido como proceso de avance de un nivel menos humano a uno más humano de vida, es la resultante de diversos factores como libertades, oportunidades, recursos, seguridad, trabajo, propiedad, políticas sostenidas de educación y salud. Entre estos elementos necesarios destaca una institucionalidad fuerte, capaz de vertebrar, organizar, defender, promover a los miembros de la sociedad.
Recientemente, el Instituto de Estudios Parlamentarios Fermín Toro, junto a ABEdiciones de la UCAB, ha publicado dos libros muy reveladores acerca de los aspectos político-institucionales de nuestra crisis nacional.
En “Desarmando el modelo”, bajo la coordinación del profesor Diego Bautista Urbaneja y con la garantía de total respeto a su libertad intelectual, una docena de académicos distinguidos, principal pero no exclusivamente integrada por politólogos, analizó las transformaciones del sistema político venezolano desde 1999. Desde sus fundamentos ideológicos y sus bases sociopolíticas y las características de su populismo, revisaron la estructura jurídico-estatal, la organización administrativa, el sistema de partidos, la estructura militar, políticas esenciales como la política exterior y la petrolera y la hegemonía comunicacional. En las conclusiones de Urbaneja al final de la revista, están la creciente entropía del sistema, la inestabilidad institucional como elemento incorporado, el estrechamiento de las bases civiles y populares de sustentación, la dependencia del pilar armado, la incapacidad de expansión de algún resultado positivo a sectores más amplios de la población, el creciente recurso al control y la represión y el esfuerzo continuo a la mayor organización y control del residuo de respaldo civil y militar.
En “Asamblea Nacional, conquista democrática vs. demolición autoritaria”, las desventuras de nuestro poder legislativo y el severo daño ocasionado por la arrogancia poderosa a los derechos de todos los venezolanos, esencialmente a la libertad para vivir y progresar en paz, son estudiadas por Jesús María Casal Hernández, uno de nuestros más lúcidos especialistas en Derecho Constitucional, disciplina que paradójicamente, concita cada vez más interés en los jóvenes, cuando son más duros los embates que sufre nuestro orden constitucional por el oleaje embravecido del autoritarismo.
Casal, coherente en la teoría y la práctica, va relatando paso a paso, episodio por episodio, lo que alguien podría llamar, con más ironía que exageración, parafraseando a García Márquez, “La increíble y triste historia de la cándida democracia y la arbitrariedad desalmada”.
Dos libros actuales y una sola realidad. Dolorosos y esperanzadores a un tiempo. Retratan lo que nunca debió ser, pero también anuncian lo que debe ser, puede ser y, tarde o temprano, será.