Ante la adversidad hay que actuar, por eso urge votar y velar por el proceso en los pasos en que sea necesario, advierte el arzobispo de Mérida, el cardenal Baltazar Porras.
Si bien hay suficientes razones para la incertidumbre y la desconfianza, no podemos tirar la toalla y dejarnos llevar por la desesperación. Cuando oímos negar paladinamente la necesidad de ayuda humanitaria en Venezuela y afirmar que aquí se produce de todo y es producto de una campaña el afirmar falta de medicamentos o alimentos, uno tiene que preguntarse en qué país viven quienes eso afirman. A diario se palpan los casos de personas que pierden la esperanza de vida por falta del tratamiento adecuado. Y si lo consiguen es a precios inalcanzables para la mayor parte de la población. Lamentablemente, lo que queda en evidencia es la falta de sensibilidad humana por la vida de los demás. En caso de necesidad, uno no pregunta primero si quien pide auxilio es mi amigo o piensa como yo. La vida está por encima de cualquier otra razón.
El próximo domingo 10 de diciembre tendrán lugar las elecciones a alcaldes. El proceso está viciado como lo estuvo la elección de gobernadores. Ante ello, cabe la pregunta, qué hacer. Llamar a la abstención puede ser un camino correcto si existe una alternativa. Pero, cuál es esa otra vía, que no sea la de la violencia o la del llamado a sacrificarse sin perspectivas de salir del atolladero. La dirigencia política de oposición tampoco ha dado muestras suficientes de estar a la altura de las circunstancias. Transitar por la senda democrática no es fácil, y menos con unos poderes públicos tan poco creíbles y confiables como los que tenemos. Pero tampoco se puede facilitar de tal manera la elección que el gobierno no tenga que hacer el menor esfuerzo para obtener todas las alcaldías que quiera. No basta con participar como ciudadanos, es necesario que las organizaciones políticas se hagan presentes, pues sin testigos, ancha es Castilla, y el resultado es obvio.
Por supuesto, que seguir demostrando, ante la opinión internacional y a nivel local, que no se está jugando limpio, que no existen las condiciones mínimas de respeto a las normas existentes, que el fraude es un proceso muy bien estudiado que se realiza mediante una serie de pasos que impiden la trasparencia, la igualdad de oportunidad y la confianza necesarias.
El deber ciudadano de construir una sociedad democrática no se ejerce únicamente cuando las condiciones son favorables. Ante la adversidad hay que actuar. Votar es urgente y velar por el proceso en los pasos que faltan también.