El periodista uruguayo Danilo Arbilla sostiene que aunque hay una fuerte presión internacional sobre el Régimen, los políticos venezolanos tienen que poner de su parte y mantenerse unidos.
Por Danilo Arbilla
Aclaro que no acepto pagos en “petros”. También anticipo que si caen en mis manos algunos “petros“, reclamaré a Maduro su conversión en oro o diamantes. Aceptaría petróleo, pero gas no.
Maduro ya no tiene más nada que empeñar, escarba bajo tierra y no titubea en comprometer y dilapidar lo que potencialmente tiene Venezuela, que otra cosa no le queda. El oro que tenía, no el que hay que buscar, está depositado y comprometido con los bancos rusos y chinos.
Si tal aventura llegara a prosperar, pobre Venezuela. Pero a Maduro no hay que creerle. La idea del petro no es suya. La había anunciado Chávez.
Repito, Maduro no tiene credibilidad. Lo que no me explico es en qué creen algunos integrantes de la oposición que siguen con el diálogo. ¿Confían en Maduro? ¿Con qué base? ¿Creen que el Vaticano es una garantía? Hasta el momento, el Papa ha sido un aliado de Maduro. ¿Creen en Zapatero? ¡Por favor¡ Al expresidente español lo único que se le puede reconocer es que desplazó a la gente de Podemos, de Pablo Iglesias (asesor del chavismo).
Dicen los que están y justifican el diálogo que hay que agotar todos los caminos, pero, en realidad, es la oposición la que está agotada. Maduro la cansó, explota sus divisiones, sus aspiraciones y ambiciones. Y no les da nada: cada vez hay más presos políticos; cada vez se hacen más trampas en las elecciones, en las de gobernadores, cuyos resultados desnudaron las “fragilidades” de la oposición, en las elecciones de Alcaldes este domingo, ante las que ni hay acuerdo sobre si votar o abstenerse o las presidenciales a las que Maduro dijo que se presentará y anticipó que las ganará.
Lo cierto es que la oposición política pocas veces ha asustado y hecho retroceder a Maduro. Este solo tembló cuando, primero los estudiantes irrumpieron en la calle y cuando, segundo, estudiantes y todos los venezolanos volvieron a la calle y enfrentaron sin retroceder a los soldados y policías del gobierno y a los grupos de choque fascistas del chavismo.
Ahí sí, Maduro y sus amigos y aliados y los que se mantenían indiferentes, vieron que venía en serio y que los venezolanos morían en la calle y no se rendían. Y apareció el cuento del diálogo. Y se sigue dialogando mientras la dictadura se afirma.
Algunos reclaman una mayor presión internacional. La hay. Pero los políticos venezolanos tienen que hacer lo suyo. Por lo menos, estar efectivamente unidos.
Preocupa que el chavismo, con todos sus desmanes y violaciones, continúe en el poder. También preocupa el después: esto es, quiénes se harán cargo del gobierno y de enderezar las cosas.
Lo que muestra la oposición no es muy convincente. Si están divididos cuando el enemigo es uno y es claro donde hay que apuntar, cuál es la perspectiva para el caso que asuman el gobierno. Son demasiados líderes.
La oposición debería realizar un diálogo interno -una autocrítica. Debería recordar los fines del siglo pasado, cuando tantos “trajeron” al Comandante Chávez para acabar con el desmadre y las luchas de los políticos.
¿Más de lo mismo y en las actuales circunstancias? Eso es lo que preocupa y por momentos mete miedo.