Jerusalén capital de Israel: preludio de conflicto militar

Al yerno y Consejero de Ronald Trump, Jared Kushner, marido de Ivanka, la hija predilecta de Trump, le ha sido encomendada por su suegro la misión diplomática más difícil y peligrosa del tablero internacional: negociador entre Israel, Palestina y EE.UU. Se supone que la tela de fondo de la misión consiste en negociar la paz.

La última decisión del presidente estadounidense de reconocer, de manera unilateral, a Jerusalén como capital de Israel, no sólo aparece como una decisión que aleja de la paz y significa una provocación hacia las fuerzas palestinas más radicales como Hamas, sino que rompe todo el entramado diplomático que la comunidad internacional había tejido en torno a la existencia de dos Estados como condición para lograr la paz entre esa zona de odios ancestrales, de heridas que no cicatrizan, de resquemores infinitos.

El reconocimiento unilateral de Jerusalén como capital y el traslado de la Embajada americana, conforta por supuesto la posicione del gobierno de Netanyahu, pero siendo rechazada unánimemente por todas las instancias internacionales, es considerada  como contraria al derecho internacional. El Consejo de Seguridad votó por unanimidad una cláusula que estipula que no se pueden adquirir territorios por la fuerza. Por otro lado, la decisión de Trump significa una ruptura completa con su papel de mediador en el conflicto, siendo esta la actitud que hasta ahora siempre había mantenido Washington.

Entre las reacciones que ha suscitado la decisión unilateral de Trump, la posición checa es interesante, porque denota la voluntad de no oponerse abiertamente a Trump, pero sí tomar de una cierta manera una distancia con respecto a la decisión, abriendo una salida intermediaria, que finalmente significaría volver al escenario primero, pero de cierta manera, significando un paso adelante. La república Checa declara que está dispuesta a reconocer Jerusalén Oeste, pero no el Este, lo que sería que el Este podría ser la capital de la Palestina. Parecería triquiñuela, pero lo cierto es que podría abrir una brecha para que se entable una verdadera negociación.

Para algunos analistas, en la decisión de Trump difícilmente se puede ver una estrategia internacional que obedezca a una visión global, sino que en realidad lo que buscaría es confortar el electorado que le hizo ganar a Trump en varios estados; son votos con los que logró llegar a la Casa Blanca. La decisión de Trumps sería un gesto, no tanto hacia los judíos, sino en dirección a una tendencia dominante del sector de los milenaristas que consideran pronto el regreso de Cristo, por lo que se deben preparar las condiciones para el reino de Cristo, y Jerusalén es un espacio indispensable.

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Para otros, Jerusalén es una operación de diversión de un Presidente experto en la materia que se siente acorralado por las investigaciones relativas a su relación con los servicios rusos que le colaboraron en su campaña electoral para derrotar a Hilary Clinton. Experto en manipulación de la opinión pública, esa operación le sirve para neutralizar los medios, reunir a sus aliados en el Congreso. Trump estaría necesitado de correr cualquier riesgo, con tal de quitarle la atención al verdadero problema. Se sabe que mucha gente apuesta en Washington por el empeachment. En cambio Trump apuesta por su reelección. Dados los tiempos que vivimos, no sería imposible.

No obstante, si tomamos en cuenta los movimientos que la política exterior de Trump ha estado realizando en las últimos tiempos y que tienen como punto de partida su desconocimiento de los acuerdos nucleares firmados con Irán, los pasos que ha venido dando se inscriben en una lógica innegable.  Su alianza con Arabia Saudí, rival de Irán, país con el que ésta se disputa el liderazgo de la región, lo demuestra. Por otra parte, Irán posee un brazo armado que actúa en la región defendiendo los espacios geopolíticos del Islám chií como en Siria, es el ejemplo más flagrante. Hezbolah es una fuerza, además de militar, política en el Líbano, al punto de compartir el gobierno junto a las otras obediencias religiosas que lo integran. Hasta ahora la diplomacia de Washington ha separado el Hezbollah del gobierno del Líbano. El acercamiento de Israel con Arabia Saudí, entra dentro de la estrategia de enfrentamiento con Irán, por lo que el Hezbollah significa un punto de ataque dentro de lo que sería una opción militar: es decir, el Líbano se convertiría de nuevo en un objetivo militar de Israel. Todo hace pensar que Netanyahu se dirige hacia esa opción. La decisión de Trump lo demuestra al otorgarle todo su apoyo al gobierno de Israel.

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El propósito de Israel, – para quien un Irán nuclear significa un peligro real, está aprovechando el temor de Arabia Saudí que se siente también amenazada por la voluntad hegemónica de Irán de imponer también su hegemonía en Líbano, en donde ya cuenta con el brazo armado del Hezbollah, explica la crisis política suscitada  en el Líbano tras la renuncia de Saad Harirí anunciada desde Rihad, acusando al Hezbollah de intentar asesinarlo, – para aliarse con el propósito de cambiar a su favor el equilibrio estratégico de la región.

A todas luces, lo que se percibe es la preparación del terreno para justificar una operación militar en el Líbano.