Los primeros acuerdos en República Dominicana sobre el CNE y el alivio de la deuda pueden considerarse una primera etapa en la negociación Gobierno-Oposición.
A pesar de la difícil situación económica y de sus efectos tan marcados como la inflación, el sector gubernamental ha ganado la gran mayoría de las alcaldías. La explicación de estos resultados tiene que ver con la capacidad que tiene este factor político para movilizar su base electoral, lo que deriva principalmente de su implantación social, maquinaria e imagen de fortaleza. Pero además, hay que tomar en cuenta que la mayoría electoral alcanzada por el Psuv se debe en una buena parte a la abstención de muchísimos seguidores de la oposición, entre quienes privó el desánimo que dejó el fracaso de la estrategia de derrocamiento adelantada entre abril y julio.
Ahora bien, ni los resultados de las gobernaciones ni los de las alcaldías han modificado de manera sustancial el cuadro de equilibrio que caracteriza la correlación de fuerzas que existe en el país, ni en lo electoral ni en otros planos. Y es esta persistente circunstancia de equilibrio inestable la que ha conducido a la negociación que se adelanta en República Dominicana, que tiene en perspectiva las presidenciales de 2018. Si no existiera esa situación de equilibrio no habría negociaciones ni diálogo.
Para la organización de las elecciones presidenciales tanto el Gobierno como la oposición han puesto condiciones, ya que cada sector argumenta que hay elementos que afectan su desempeño y las posibilidades de ganar en esos comicios. Para el Gobierno, las sanciones de bloqueo financiero representan un obstáculo, ya que perjudican la vida de los electores; para la oposición, el CNE debe de ser cambiado para contener la inclinación abstencionista de sus seguidores. Al parecer, sobre estos puntos que son los centrales de la negociación, se ha ido avanzando en las conversaciones que se sostienen.
En cuanto a las sanciones, correspondería la decisión al gobierno de Estados Unidos. De hecho, Washington es un actor y ha tomado acciones, por lo que también puede llegar a acuerdos. En realidad su diplomacia no está ausente de la mesa. Y si una salida al problema requiere de una negociación directa entre el Gobierno venezolano y el estadounidense, bien pudiera establecerse una mesa de diálogo entre ambos países. Se pudieran tratar estos asuntos y otros de interés mutuo.
Lo importante es que las demandas de los distintos sectores en pugna sean procesadas y pueda avanzarse en un esquema de convivencia de corto y mediano plazo, independientemente de quién gane los próximos procesos electorales. Nadie dispone de la fuerza suficiente para imponer su “programa máximo”, por lo que es indispensable un entendimiento. De modo que los primeros acuerdos en República Dominicana sobre CNE y sobre el alivio de la deuda, pueden ser considerados como una primera etapa de una negociación que debe proseguir para llegar a acuerdos más amplios y de largo plazo, que incluyan la elaboración de los términos de una cohabitación concertada para el período 2019-2024. Se trata de mirar el horizonte y no sólo la coyuntura actual.