MIAMI.- Rosa María Payá es una joven de 29 años que sacude a la política cubana. A través de la plataforma ciudadana Cuba Decide, organiza un movimiento opositor en contra de la dictadura que regenta la isla desde hace casi 60 años. Su meta es lograr un plebiscito que sirva de transición hacia la democracia en la isla. Explicar de qué va esta iniciativa fue el motivo de su entrevista con Zeta, pero cuando se habla de La Habana se debe hablar de Caracas. «Son la misma cosa», fue la tristemente célebre frase de Raúl Castro al referirse a Cuba y a Venezuela.
La autodenominada Revolución Bolivariana tuvo su titiritero en La Habana. Fidel Castro se encargó de guiar a Hugo Chávez en su proyecto totalitario, implantando una semilla que ha recorrido el continente latinoamericano desde 1998. Luego de Venezuela, cayeron en el proyecto castrista Brasil, Argentina, Ecuador, Bolivia, Nicaragua y Honduras.
Rosa María Payá (RMP): Que los pueblos de América hayan tolerado un totalitarismo por sesenta años en su patio significó el chavismo en Venezuela, el orteguismo en Nicaragua, Evo Morales en Bolivia y un Foro de Sao Paulo que por los últimos 25 años ha trabajado por cortar el desarrollo democrático en la región. Los totalitarismos son muy tóxicos. No se circunscriben a un solo país. Por eso, cuando los cubanos pedimos solidaridad con la lucha democrática, la pedimos para toda la región.
Francisco Poleo (FP) ¿El destino de Venezuela está interconectado con el de Cuba?
RMP: Sí. Nos enfrentamos al mismo enemigo de la democracia y de los Derechos Humanos. Desde luego, es el mismo mal el que padecemos ambos países y no solamente a nivel subjetivo. Creo que va más allá. No solo hay criminales venezolanos y cubanos envueltos. Probablemente también hay colombianos, nicaragüenses. La libertad en Venezuela, así como un cambio en Nicaragua o en Bolivia, pero sobre todo en Venezuela, desde luego que ayudaría al desenlace del proceso en Cuba hacia una transición democrática. Yo creo que sería un factor que ayudaría. No creo que fuese el factor determinante pero podría hacer mucho bien. Podría estar en la conjunción de ese momento en el que se daría al traste con el régimen. El fin del castrismo en Cuba es necesario para la estabilidad democrática de toda la región.
Nosotros vimos con mucho dolor las protestas en Venezuela en el 2017 y la mano del régimen cubano se podía casi dibujar en todo lo que estaba teniendo lugar en ese país. Es vergonzoso, nos da mucha pena y mucho dolor que haya casi un ejército de ocupación cubana en Venezuela. Es tiempo de terminar con eso por los cubanos, por los venezolanos y por las generaciones que vienen.
FP: Para logar ese cambio, no podemos negar que Estados Unidos (EE.UU) es fundamental.
RMP: El peso específico de la política exterior de los EE.UU es un factor muy importante para la libertad de nuestros pueblos. Nos guste o no es una presión que puede ayudar. La llegada de la administración Trump es evidente que para el régimen cubano no fue una buena noticia. Están muy nerviosos con el nuevo presidente. Ahora, el cambio en la politíca exterior no ha sido una vuelta atrás de toda la política de (Barack) Obama. Sigue habiendo una embajada de los EE.UU en La Habana, sigue Cuba fuera de la lista de países que patrocinan el terrorismo. La mayoría de los grandes cambios, de los grandes pasos, que dio la administración Obama, continúan ahí. Hay dos cambios fundamentales que se han anunciado sobre la correcta ejecución de esos pasos y al menos uno de ellos no solo es positivo sino lógico. Es el no permitir que dólares norteamericanos (estadounidenses) vayan a los bolsillos de los represores en Cuba. No permitir que a partir de inversiones norteamericanas (estadounidenses) los Castro y sus generales sean todavía más ricos. Las únicas empresas con personalidad jurídica en Cuba son las empresas militares. Es decir, las únicas que existen.
La administración (de Trump) dijo que estaban felices de hacer negocios con los cubanos pero no con los militares cubanos que reprimen a los cubanos. El otro cambio ha sido el de mayores restricciones a los norteamericanos (estadounidenses) para viajar a la isla. Eso es una decisión soberana de los EE.UU. En principio, yo estoy a favor de que todos los ciudadanos del mundo puedan entrar a todos los países. Ahora, la cúpula militar cubana se beneficia de todos los dólares que entran al país. El papel de los EE.UU es muy importante para que este régimen cumpla con la voluntad soberana. Ahí tienen algo que decir en la OEA (Organización de Estados Americanos), en la ONU (Organización de Naciones Unidas) pero también a nivel económico.
FP: Cuba se ha beneficiado de su posición geográfica, a solo 90 millas de EE.UU, para atraer a poderes adversos a Washington. Por eso, forma parte de la órbita rusa y, por lo tanto, participa del plan de Vladimir Putin de desestabilizar a Occidente. Entonces, luchar contra el régimen de Castro es luchar contra Putin.
RMP: Es un hecho que Cuba ha sido vista y tratada por Rusia como un lugar de mucho interés, como una base rusa en el patio trasero de EE.UU. Ese es un hecho que difícilmente podemos cambiar. Ahora, lo que los cubanos sí pueden cambiar es el régimen. A nivel geopolítico, en el cual se definen las cosas con un modelo mucho más simple que el de un enfrentamiento entre EE.UU y Rusia, que EE.UU logre una victoria en Corea del Norte o en Rusia o en Irán en términos de mayor democracia para esos países es más difícil que el hecho de lograrlo en cuaquiera de nuestros países. Nosotros deberíamos ser muy eficientes en promover eso. Aquí no hablamos solamente de los intereses de los latinoamericanos sino también de un asunto muy objetivo de seguridad nacional para EE.UU, a quienes no les conviene tener otra base rusa a 90 millas ni tener un sistema de inteligencia como el cubano, entrenado por la Stasi y la KGV, y que sigue en comunicación con el sistema de inteligencia ruso actual. La manera de evitarlo no es una invasión sino apoyando a la ciudadanía cubana en su derecho a tener derechos.