La palabra emprendimiento está muy de moda. Pero hay para quienes no se trata de un esnobismo, sino de una habilidad con la que han nacido y que han tenido la oportunidad de desarrollar a fuerza de empeño, ilusión y, en ocasiones, necesidad. Tal es el caso de Edgar Rodríguez, un emprendedor innato que llegó hace 10 años a Madrid y luego de una montaña rusa de experiencias, emociones y realidades, fundó el primero de ocho locales en la península ibérica. Para saber más sobre él y su exitosa franquicia, Arepa Olé, le hemos hecho una entrevista exclusiva en Revista Zeta desde la capital española.
¿Qué venezolano no se levanta a veces con el antojo desesperado de una arepita con queso amarillo, o una pelúa, una rumbera o una irresistible Reina Pepiada? Pues si estás en España ¡Atención! Que no solo te puedes comer cualquiera de esas, sino también una “Cabrita” o una “Ibérica”, que no son otra cosa que fusiones entre nuestras consentidas de la cocina y un toque de gastronomía española.
No fue un buen estudiante, pero aprendió desde muy joven el valor del esfuerzo. “Soy de Caracas, estudié en el Colegio San Ignacio de Loyola de niño, después fui muy rebelde en eso de los estudios, y pasé por cuantos parasistemas me encontré hasta que me gradué. Después empecé a estudiar ingeniería y lo dejé y terminé estudiando Administración de Empresa. A día de hoy lo utilizo, pero no es que soy un administrador como tal, tengo negocios y evidentemente mis conocimientos o lo que pude aprender de eso, lo aplico en mis negocios”, explica.
Esos negocios que han sido construidos con mucho esfuerzo y luego de muchas travesías, son los que hoy se reconocen en varias ciudades españolas como Arepa Olé. “Los primeros 5 años en España fueron grises, pero fueron los que abrieron camino, que me dieron contactos, me dieron posibilidades. Pero al mismo tiempo, económicamente fueron años muy difíciles, muy duros, pasamos mucho trabajo. Después me casé y Sonsoles y yo siempre hemos sido emprendedores, cada quien por su lado, sin conocernos. Y cuando nos casamos fue un detonante, un catalizador de ideas, y nace la idea del Kiosko Venezolano, que era, básicamente, una empresa de distribución de productos venezolanos aquí en España y se nos dio la oportunidad de entrar en un pequeño local en la zona de Chueca y como teníamos ya en la cabeza la idea de una arepera, pues allí nació Arepa Olé, hace ya casi 6 años”, narró el joven emprendedor caraqueño.
La cronología
Un poco de matemática: De esos 10 años que lleva Edgar en tierras españolas, si restamos los primeros cinco años de dificultades, solo quedan cinco años. En esos 5 años, ha construido 8 “Arepa Olé”. Pero lo interesante es que las aperturas no han sido progresivas, sino que: “Desde que abrimos en Chueca, los siguientes 3 años fueron también muy duros. Yo trabajaba prácticamente 12, 14 y hasta 16 horas diarias. Después vino un proceso donde empezamos a meter empleados que fue como a los dos años y al tercer año decidimos expandirnos y creamos un segundo local, cerca de la Plaza Mayor de Madrid. Y entonces nos surgió la oportunidad de convertirnos en franquicia y lo hicimos, porque era también parte de la idea inicial”, explicó Rodríguez.
Por supuesto, como todo emprendimiento, tiene dificultades y logros. “La mayor dificultad es tratar de acoplarte, de entender cómo funciona el negocio e ir cambiando las ideas que ves que no funcionan, adaptarte. España tiene unos procedimientos muy diferentes a Venezuela y tú te tienes que adaptar al sitio donde estás. Por lo general, los seres humanos le tememos al cambio y eso es difícil en un negocio de estos, porque es que el cambio viene y si no te adaptas puedes perderlo todo”, aseguró convencido por la experiencia.
Así que Edgar y Arepa Olé se fueron adaptando tanto, que llevan ocho locales: Chueca, Plaza Mayor, Las Tablas, Sambil, Granada, Sevilla, y dos Food Truck, que son en Alicante y en Galicia. Y ahora va a abrir otro en pleno centro de Madrid. “Lo mejor de todo, por supuesto, es ver a tu creación crecer, ver a lo que tú has ideado crecer de la forma en que ha crecido y, evidentemente, también te ves creciendo profesionalmente e incluso personalmente”.
Finalmente, el fundador de la arenera más famosa de España, tiene una sola palabra como consejo o recomendación para todos los emprendedores: “Paciencia. Hay que aprender a aprender, que no nos las sabemos todas, que podemos estar errados, y podemos equivocarnos y que hay que adaptarse al sistema, a las leyes, las reglas, las normas, los procedimientos. A nosotros nos cuesta más la adaptación que a otros países porque venimos de un país un poco desorganizado y los venezolanos lo queremos todo para ya y aquí las cosas no son así y entonces te frustras, no logras lo que quieres tan rápido, y allí es donde empiezan los problemas, por eso te digo que paciencia, hay que tener mucha paciencia”, finalizó.