A Sangre Fría: Un cambio de estrategia
*** El Secretario de Estado americano viene a coordinar en torno a Maduro el cordón sanitario que describe la Doctrina Betancourt, con mención muy especial de la participación militar en la solución de casos como el venezolano.
Estados Unidos ha cambiado su estrategia para América Latina, empezando por México y Cubazuela. Se extingue la posibilidad, tan temida por México, de que se derogue el acuerdo de permeabilidad aduanera entre los países del Norte (NAFTA), y se cancela la suave política persuasiva que el Departamento de Estado venía aplicando al Caso Venezuela (que lleva implícito el Caso Cuba).
Rex Tillerson, Secretario de Estado extraordinariamente poderoso, se ha encargado del Caso Venezuela en términos que auguran la pronta aplicación de medidas más eficaces, expeditivas y rápidas para lograr un cambio político hacia la democracia. La prisa viene dictada por un abastecimiento alimentario y médico que se hace más penoso cada día: «La población venezolana está sufriendo, ha dicho Tillerson. Eso es grave en boca de un Secretario de Estado, sobre todo cuando lo acompañan menciones a la Doctrina Monroe («América para los americanos»), bajo cuya inspiración hace un siglo la flota americana ahuyentó de las costas venezolanas los acorazados europeos que venían a pagarse la deuda externa con la colonización territorial del país. Por añadidura, las petroleras americanas se disponen a extraer petróleo y gas de la cuenca esequiba, para lo cual deben llegar a acuerdos estables con gobiernos legales -no lo son aquellos que desconocen el Poder Legislativo y no realizan elecciones transparentes. La seguridad hemisférica exige además que estos gobiernos sean pro-occidentales, como quedó expresado cuando Tillerson se refirió a las intrigas de Rusia y China en América Latina.
El Secretario de Estado no ha disimulado que el objetivo fundamental de su periplo es crear en torno al régimen castro-madurista un cordón sanitario como la Doctrina Betancourt propuso para aislar a los gobiernos del área que no cumplan con las normas democráticas. Ese cordón no es de terciopelo. Propio es compararlo con una alambrada de púas electrificada. Al mismo tiempo se plantea la urgencia de llevar a Venezuela alimentos y medicinas bajo lo que piadosamente se ha llamado «ayuda humanitaria». Tillerson recordó que en casos parecidos los militares suelen intervenir deponiendo al gobernante incapaz de alimentar a la población.
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No es materia de esta crónica la pertinencia y viabilidad del recurso militar para derrocar una dictadura que sobre todo es un gobierno ineficaz como tal, aunque no es descabellado que el partido fascista venezolano haga lo que su antecedente italiano en 1944, cuando, en vista de que los americanos estaban a las puertas de Roma, depusieron a Mussolini. Sólo marcamos, ya en plan académico, la diferencia entre el fast track (vía rápida) anunciado por el Secretario de Estado y el método Shannon, que se basó en la esperanza de una súbita iluminación por la cual el PSUV decidiera acogerse al sistema democrático. La cancelación del método Shannon se ilustró con una señal inequívoca: la renuncia de Shannon el día antes de que Tillerson iniciara su viaje con un discurso diametralmente opuesto al que Shannon venía sosteniendo.
Cabe mencionar que Tillerson no dejó cabo suelto en un discurso que comenzó advirtiendo su llana condición de tejano criado entre las vacas. El tema clave de la impunidad personal a la cual los capos maduristas subordinan cualquier otro aspecto del problema, lo resolvió observando algo que hemos venido diciendo en estas crónicas: Castro no tendría inconveniente en conceder a Maduro una buena casa en la hermosa playa de Varadero.
Ahora falta que los países suramericanos apliquen la Doctrina Betancourt Según Tillerson; es decir, a la texana.