Abrir una salida efectiva para superar la hegemonía, no es fácil pero sí indispensable. Una salida constitucional que permita un cambio real.
La llamada “salida electoral, cívica, pacífica, democrática y constitucional” sin duda que es deseable. Pero de que sea posible, en el contexto de la Venezuela sojuzgada por la hegemonía roja, es otra cosa. Pienso que no. Pienso que se trata de una premisa que ojalá pudiera ser válida, pero que el poder establecido ha invalidado, precisamente para buscar el continuismo de sus privilegios y de su impunidad. Apreciar la realidad de esta manera, no es una forma de extremismo o fanatismo, sino todo lo contrario: es sentido común, planteamiento razonable, y además sustentado en las evidencias.
Ahora bien, que tal premisa no sea posible de materializar, no significa que no existan salidas de carácter y naturaleza plenamente constitucionales, que permitan un cambio efectivo. La Constitución formalmente vigente es muy amplia al respecto, e incluso categórica al exigir que se respeten o restituyan los derechos democráticos cuando éstos han sido vulnerados o combatidos desde el poder. Y es difícil imaginar una situación de tantos atropellos a los derechos políticos, económicos y sociales de los venezolanos.
¿Por qué la salida electoral, repito, deseable, no es posible como mecanismo de cambio real? Pues porque la Mud le informó oficialmente al país, con motivo de las pretendidas elecciones para la constituyente de Maduro, que el CNE había fabricado 6 millones de votos. La Mud informó que habían sufragado 3 millones de electores y el CNE anunció que habían sufragado más de 9 millones. Es decir, fabricó 6 millones de votos. En estas condiciones, además de muchas otras, no es posible una salida electoral.
Encima, está la cuestión de la supuesta constituyente plenipotenciaria, que si bien es ilegítima e inconstitucional, en los hechos opera como si en ella estuviera depositada o encerrada la soberanía popular. La Conferencia Episcopal Venezolana, investida de autoridad ética, lo acaba de señalar, a modo de advertencia para que no nos creemos falsas expectativas ni ilusiones sin fundamento.
La estrategia para superar la hegemonía debe cambiarse. Debe estar basada en los caminos de la Constitución que, es necesario reiterar, son amplios y más probables de transitar que la trampa comicial que la hegemonía ha montado con las “elecciones presidenciales” a la medida de Maduro. Hay que abrir una nueva salida. El conjunto de la nación lo exige y lo necesita.