Tal como se veía desde el año pasado, las conversaciones entre parte de la oposición y una parte del Gobierno terminarían sin nada positivo para el pueblo venezolano.
Todas las diligencias para que este año concluyeran estas conversaciones con un acuerdo firmado por las partes han sido en vano. Al igual que la participación del Vaticano el año pasado, ahora se perdió la misión de buena voluntad de México, Chile y otros países que defienden la democracia en el continente.
Algunos consideran que nunca hubo un diálogo sino un «dictálogo» porque la representación opositora siempre ha estado bajo la premisa de que debe repetir lo que el Gobierno le dicta.
El miércoles en la tarde, el presidente de República Dominicana, Danilo Medina, dijo que «el diálogo entró en un receso indefinido» y culpó por la falta de firma del acuerdo a la oposición por su rechazo a la fecha de las elecciones presidenciales y las condiciones de las mismas.
Desde finales de enero ya había contradicciones entre el gobierno y oposición sobre esos temas y los cancilleres de México y Chile se retiraron de esas conversaciones.
El martes pasado, el canciller de Chile, Heraldo Muñoz, fue muy claro al decir que la oposición estaba siendo presionada para firmar un acuerdo que no contempla las garantías electorales necesarias. El canciller chileno agregó en su cuenta de Twitter: «Presidente Maduro en campaña, partidos opositores no validados, candidatos inhabilitados, etc. ¿Algún partido chileno aceptaría eso?».
El miércoles, el jefe de la delegación opositora, Julio Borges, explicó que el documento presentado por la oposición y el presentado por el oficialismo tienen una «enorme diferencia».
El documento presentado por la oposición indica cómo lograr «lo más importante en el corto plazo en Venezuela que es la posibilidad de tener unas elecciones libres y justas en donde todos los venezolanos tengan la capacidad de decidir su futuro».
Borges llamó a crear un frente amplio dentro y fuera de Venezuela para lograr que la solución esté en nombre de todo el pueblo venezolano y expresó: «No es lo mismo que yo diga ‘vamos a procurar tener observación internacional, a que nosotros digamos la observación internacional tiene que ser de tal manera, en tal momento, con tales países, con tales reglamentos, con tales competencias porque sino al final nada se va a cumplir» y remató: «Si el gobierno no le tuviera miedo a unas elecciones libres hubiese firmado ese documento porque no tiene otra cosa que no esté en la ley venezolana».
Elecciones el 22 de abril
En la noche del pasado miércoles, reapareció la enferma Tibisay Lucena, presidente del CNE, para confirmar lo que había dicho horas antes el presidente dominicano: Las elecciones presidenciales serán el 22 de abril.
Igualmente anunció el cronograma electoral. La publicación del registro preliminar será el 25 de febrero. El corte de registro el 20 de febrero. Habrá Jornada especial desde el 10 al 20 de febrero. La admisión y resoluciones de las impugnaciones al registro electoral serán del 25 al 27 de febrero. La auditoría el 26 de febrero y el registro definitivo se publicará el 5 de marzo.
Antes del fracaso gubernamental tratando de conseguir la firma opositora para su «dictálogo» en República Dominicana, la comunidad internacional había decidido no reconocer los resultados de esas elecciones presidenciales.
El pasado reclama su lugar
La dividida oposición venezolana debe decidir ahora si participará en las elecciones presidenciales con todas las condiciones a favor del madurismo gobernante. Si decide participar debe resolver sus diferencias internas para escoger un candidato unitario que disminuya las ventajas del grupo gobernante.
La situación es tan compleja que acudimos a un médico quien plantea que cuando el cuerpo humano se enferma o lo enferman, su necesidad es retornar a la etapa anterior cuando tenía mejor salud. El cuerpo social es similar. Cuando el cuerpo social está enfermo hay que buscar que regrese al momento en el cual presentaba mejor estado de salud.
Todo eso retrata la situación por la que atraviesa la sociedad venezolana en este 2018. La salud de esta sociedad se ha deteriorado por los malos hábitos inculcados por cuerpos extraños y debe regresar a su estado anterior. El pasado es la referencia que no se puede ocultar con propaganda en impresos, radio, televisión y redes sociales. Es indudable que la sociedad venezolana, el país todo, estaba mejor que hoy hace 20 años. El pasado reclama su lugar y esa sociedad se sobrepondrá a las manipulaciones políticas, de uno y otro lado, para recuperar su tiempo de bienestar.
Tal vez sin conocer la opinión médica, el presidente Nicolás Maduro dijo el domingo pasado, en medio de su campaña electoral, que le gustaría medirse con Henry Ramos Allup, diputado y secretario general de AD, porque sería la lucha del pasado con el presente.
En el mismo acto del Poliedro de Caracas, el primer vicepresidente del Partido Socialista Unido de Venezuela (Psuv), Diosdado Cabello, afirmó algo que las mayorías esperan se cumpla en las próximas elecciones presidenciales: «Este pueblo es un pueblo sabio a pesar de los ataques y la manipulación».
Otros detalles
Son muchas las denuncias ante organismos internacionales sobre la acumulación de ventajas electorales que el gobierno venezolano ha logrado desde 1999 cuando impuso una nueva Constitución que exacerbó el ya excesivo presidencialismo.
Ahora sigue acumulando ventajas con la manipulación de un poder electoral a su medida y una Asamblea Nacional Constituyente que le cobija con su poder supraconstitucional.
Entre esas ventajas está no admitir el voto de los casi 4 millones de venezolanos que han tenido que emigrar y están dispersos por el mundo, especialmente en países latinoamericanos. Eso se calcula como 20% de los 19 millones 504 mil 106 venezolanos que integran el actual Registro Electoral, lo que puede ser determinante en cualquier elección.
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Otra ventaja para el grupo gobernante ha sido el desmantelamiento de la Mesa de Unidad Democrática (MUD) con la inhabilitación de varios de los partidos que la integran y la eliminación de la tarjeta electoral de la propia MUD. Recientes cálculos indican que solamente quedan como validados Acción Democrática (AD), Un Nuevo Tiempo (UNT) y Avanzada Progresista (AP). Hay partidos de oposición que actúan con la MUD o en contra de ella, según sus propias conveniencias.
Lo cierto es que el Gobierno ha reducido el número de partidos que en 2016 era de 67 y solo ha dejado 17 de los cuales 12 son del Gran Polo Patriótico (GPP).
El politólogo Piero Trepiccione advierte que el Gobierno venezolano está utilizando similar ingeniería electoral estratégica a la aplicada en Nicaragua, donde el presidente Daniel Ortega, con apoyo de la Corte Suprema de Justicia, sacó de la competencia al principal partido opositor y fueron destituidos 28 diputados del mismo.
Además de todo eso, el presidente Nicolás Maduro está en plena campaña electoral repartiendo bonos y controlando sus votos mediante el carnet de la patria y las bolsas de alimentos a través de cada Comité Local de Abastecimiento y Producción (Clap) y el control les permite ordenar a los beneficiarios de esas bolsas de alimentos a reubicarse en centros de votación más convenientes para el grupo gobernante, según denuncias en casi todo el país.