El resquicio que por el sur quedaba en el anillo forjado en torno al madurismo se ha cerrado en la reunión de Lima. Jorge Rodríguez, quien con Padrino es el único en saber con qué se come lo que está pasando, busca una salida que pueda proporcionarle un soft landing en la Internacional Socialista, al lado de AD, VP, UNT y el MAS. Cuenta con Zapatero.
Con la mirada puesta en Curazao y Aruba, por donde dicen que anda la flota americana cuya invasión rechazará el general Padrino, los venezolanos roen el hueso de la última pierna de pollo que se comieron, hará cosa de un año. La necesidad de ahorrar calorías aconseja evitar los ajetreos callejeros propios de una resistencia activa. Hay que tener en cuenta que los guardias comen completo mientras el opositor tiene el pesebre alto. Así que nada de guarimbeo. El mar es como una vasta pantalla donde deberá aparecer la película del desembarco gringo que a los partidos disgusta por razón de principios, coyuntura que los bancorrus de nueva generación aprovechan para azuzar los perros del twitter, la televisión de Miami, el internet y El Nuevo Herald, otros que también comen completo.
Personajes del día son Julio Borges, nueva bestia negra de la oposición anti-opositora que maneja Gervasi, y Enrique Aristeguieta Gramcko, cuya prisión empujó al segundo plano la tragedia de Oscar Pérez, rambo inmolado en una extraña operación cuyo objetivo sigue hundido en el misterio. No por la manera como lo asesinaron junto con sus muchachos. Se sabe que Maduro ordenó traerlo vivo y los duros de Diosdado desconocieron la orden. Es que el chavo-madurismo está dividido en tres rolos claramente diferenciados. Diosdado, antiguo jefe del Clan de los Soles, perdió su protector, el descamburado subsecretario Shannon, a quien tenía mareado con la fábula de un alzamiento interno para deponer a Maduro. De eso se hablaba, pero la Unión Europea lo machorreó al meter a Diosdado en la lista de los sancionados -obsérvese que Estados Unidos aún no lo incluye en la suya. ¿Será que Tillerson le juega un quintico a esa idea? ¿Por eso dijo que en casos como el actual venezolano solía ocurrir que los militares depusieran al presidente? Sin Shannon, Diosdado tiene que inventar. Raúl no lo quiere allá y Padrino dice que el avión de Moscú tiene un solo puesto -el suyo. Otro que no cabe en el avión es Bernal, siempre jugando con la muerte. Ni a Diosdado ni a él le sirve otra cosa que la resistencia eterna, porque ninguno de los dos tiene para dónde irse.
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El propio Maduro no está más cómodo que Diosdado y Bernal, porque Raúl Castro no recoge heridos. A quienes le preguntan, Raúl responde con un lacónico «Ya perdimos a Venezuela». Jodedorcito Tillerson cuando asegura que, a Maduro, Raúl le tiene lista una gran casa en Varadero. Mario Silva es capaz de decir que yo le escribo los discursos al texano, porque eso de Varadero llevo años repitiéndolo como destino final de Platanote. Pero Maduro parece empeñado en contrariarme. Por el camino que va, será él quien termine como Mussolini.
La manera como Padrino se plantea el destino inexorable que a todos ellos les aguarda ratifica aquello que provoca pataletas al niñeta de Mega TV: Padrino es un tipo listo. Rusia no es una mala opción para vivir y Putin acogerá a todo el que llegue con su arepa bajo el brazo. La austeridad comunista es cosa del pasado. El Moscú de hoy es Sodoma y Gomorra, y para el verano está Italia, donde el pana Berlusconi sigue mandando: ¡bumba bumba! Lo que es Padrino, hasta puede complacer a Tillerson empaquetando a Maduro y dirigiendo el tránsito.
Como iba a decir cuando me interrumpieron en la frase inicial del programa aquel, Jorge Rodríguez es un hombre culto. Por recomendación de Zapatero, Maduro ha confiado su estrategia a este mago de cuyo sombrero salen los votos rojos que no están en las urnas. El culto Rodríguez se hizo médico y se especializó psiquiatra en Francia con honores. Escribe unos impecables relatos escalofriantes, piezas erótico-escatológicas de extrema dureza, algo entre Apollinaire y Jean Genet. Con uno de ellos ganó el concurso de cuentos de El Nacional. Ha sido el creador y operador de las argucias electorales del régimen. Manejó la farsa de Santo Domingo con una destreza que no se puede negar. Ahora ha montado un chavismo neutro, posiblemente transicional, el partido Somos Venezuela, estrategia de un chavo-madurismo lavado de comunismo que puede aterrizar en la IS. Como dije: el tipo se resbala en lo seco y se para en lo mojao, manque pese a los neo-bancorrus que alimentan a La Candidata del Perdón, otros malcriados que derrochan fortunas para desautorizar a quienes no han podido comprar (todavía no ha nacido). Por cierto: ya a Antonio lo dejaron guindao ‘e la mata.
A la Oposición no le queda sino adoptar una estrategia flexible que le permita adaptarse a lo que El Gran Poder de Dios decida. Se diría que Julio y Henry se reparten las tareas. Borges afuera y Ramos Allup dentro. Al justiciero, la derecha democrática europea le ha montado escenarios en los mejores teatros de la política mundial. Allí es bien visto el estilo sosegado pero firme que Borges cultiva. Su discurso va cargado de hechos condenatorios para un régimen que se arrancó el estorboso guayuco democrático y sin recato exhibe sus grotescas vergüenzas. En el alto nivel europeo eso se aprecia. A Borges allí se le mira con el respeto guardado a un sólido estadista.
Ramos Allup, acosado por los neo-bancorrus que en él ven el mayor de los peligros -imprudente de él, ha exteriorizado que investigará los delitos financieros-, se dedica a lo que un adeco hace mejor: organizar partido y montar maquinaria electoral. «Es de varones prudentes reservarse para mejor ocasión», decía no mi abuela barloventeña, sino Cervantes, por boca de Don Quijote.
De quien es difícil precisar la posición es de Leopoldo López. Sus limitaciones de preso a quien se mantiene en la incertidumbre le obligan a indefiniciones por lo menos aparentes. Comprometido con la socialdemocracia -Voluntad Popular es miembro pleno de la Internacional Socialista- su futuro como jefe de esa tendencia estaría asegurado. Pero Leopoldo prefiere el tiempo presente, que le exige compartir no los espacios donde pastan los adecos sino aquellos donde el maricorinismo juega a los resultados inmediatos. No es fácil.
Pero todo esto es accesorio. Lo determinante es el curso de la estrategia montada por las agencias americanas que manejan el Caso Venezuela y ha cogido velocidad con gasolina destilada en las refinerías de Exxon Mobil -así será de poderosa esa corporación, que mis amigos me recomiendan no tocar más ese vals, cerrar bien ese piano, como si se tratara de un mandamiento mosaico: No tomar su santo nombre en vano. Por supuesto, entonces más me provoca hacerlo.
Tras el viaje de mi animal favorito, Tiranosaurus Rex, el mapa se ha vuelto delicioso de mirar. Consta en él como los gobiernos de la región, reunidos en Lima para repudiar al de Venezuela, cierran el anillo de hierro que asfixiará a Maduro. El hambre está llegando a extremos insoportables. Ni siquiera los soldados están comiendo, solamente los cuerpos represivos reciben un rancho suficiente. El ciudadano común echa mano de cualquier cosa que se pueda llevar a la boca, aunque sean sobras recogidas en los restaurantes. Los pobres, crecidos en número y desesperación, escarban la basura buscando alimentos desechados. Los signos del pánico se reflejan en la expresión y el timbre de voz de los jerarcas del régimen, testimonio que no se puede disimular con bravatas que recuerdan las del iraquí que amenazaba al Imperio con «la madre de todas las batallas». El colapso del régimen se va dibujando como un espectáculo vergonzoso que marcará por mucho tiempo la conducta política latinoamericana.