El Efecto Venezuela se está pade-ciendo, más que sintiéndose, en los países vecinos para donde se cuelan por borbotones los venezolanos. El problema se acrecentado tanto, que Colombia y Brasil han puesto tropas en la frontera. Lo que ha provocado expectativas y nerviosismo en el país.
La inmigración colombiana
Según el censo nacional, la población colombiana en Venezuela pasó de 45.969 en 1951 a 102.314 en 1971. La inmigración europea fue reemplazada en los años 70 por la suramericana, fundamentalmente de Colombia (50%). Para 1981 los colombianos en Venezuela se habían quintuplicado al alcanzar los 508.166. En 2001 habitaban 609.196 colombianos en Venezuela y el último censo de 2012 señala que habían 721.791. Un estudio de la Embajada de Colombia (1997) estimaba que los “indocumentados” alcanzarían a 1.320.000, por lo que para fines del siglo habría sobre los dos millones de colombianos en Venezuela.
Las deportaciones de 2015
La anterior cifra no coincide con el estimado de Maduro, quien luego de cerrar la frontera y deportar unos 20.000 colombianos en 2015, acusándolos de paramilitares, sicarios, desestabilizadores y bachaqueros, decía que ellos eran más de 5 millones. Un 20% de la población según Tarek William Saab. Para la Cancillería venezolana, entre 2012 y 2014, medio millón de colombianos habían entrado a Venezuela sin papeles., “un éxodo sin presentes”. Maduro achacaba la pobreza a esa migración: “Colombia se ha transformado en una exportadora neta de pobreza hacia Venezuela”.
La emigración venezolana
Al reverso de la moneda, la presencia de venezolanos en Colombia había sido exigua. La oficina de Migración Colombia (MC) la estimaba en menos de 40.000 en 2005. Para mediados de 2017 ya señalaban que pasaba del medio millón, con más de la mitad en situación irregular. Extraoficialmente se habla actualmente de casi 2 millones de venezolanos en Colombia.
El paso por los puentes binacionales se abrió en 2016, y cientos de miles de venezolanos pasaban a comprar alimentos y medicinas; otros seguían hacia otros derroteros. Migración Colombia ha estimado que más de medio millón de venezolanos se asentaron en el país en 2017 y una cifra igual o mayor siguieron hacia otros destinos. Al principio, la respuesta del gobierno colombiano fue controlar esa migración. Se crearon mecanismos como la Tarjeta de Movilidad Fronteriza (TMF) que vino a sustituir la simple cédula de identidad, que antes era la requerida, y se simplificó el otorgamiento de visas. Según MC, casi 40.000 personas cruzaban a Colombia cada día en búsqueda de alimentos y medicinas, y 1,5 millones poseen la TMF para estos fines.
La frontera roja
La formalización de la migración fue desbordada y esto ha hecho vulnerables a los venezolanos en Colombia. La frontera común no solo es la más activa de la región, sino que es una de las más peligrosas. A través de ella se realiza uno de los contrabandos más grandes y “productivos” de la región. “… diariamente… pasan de manera ilegal 16 toneladas de alimentos y cerca de US$ tres millones en combustible, por lo que guerrilleros y bandas criminales (bancrim) encontraron en la frontera un negocio tanto o más lucrativo que el narcotráfico”, señala el estudio “Venezuela: crimen sin frontera” del diario colombiano El País. Estas bancrim -como Los Rastrojos, Los Pelusos y El Clan del Golfo-, y guerrilleros del ELN y faracos no pacificados, están articulados con militares venezolanos como muestra el estudio y otras fuentes. No es nada apresurado decir que los cientos de miles de venezolanos que cruzan la frontera sin suficientes fondos para mantenerse ellos y su familia, están a merced de estos delincuentes y otros menos sofisticados. Otros más son captados por ellos. Las capturas de venezolanos por delitos comunes van en aumento así como la explotación sexual y laboral. Además, el ELN ha “incorporado en sus filas, de manera ilegal, a venezolanos” según informó el comandante de las Fuerzas Militares colombianas.
Manejo militar
El río de gente huyendo de Venezuela sigue aumentando. Migración Colombia reportó que en enero habrían entrado 50.000 venezolanos con fines de residir en Colombia y que el número de indocumentados pasa del medio millón. Lo que ha provocado que Colombia y Brasil hayan pasado a una ulterior fase en el manejo de la emigración venezolana: el manejo de crisis humanitarias transfronterizas. De atender civilmente el tema, incluso con estaciones de recepción, hospitales y alojamientos provisionales, a poner en el terreno la fuerza militar. Colombia ha endurecido las condiciones de entrada al exigir pasaporte sellado en Venezuela y en Colombia, y no seguir emitiendo la Tarjeta de Movilidad Fronteriza.
Brasil cuenta con la presencia del ACNUR (Agencia de Naciones Unidas para Refugiados) e incluso aportes de otros países como Canadá en la atención de los venezolanos. Colombia hasta ahora ha utilizado recursos propios con apoyo de la ONU en la creación de un Centro de Atención al Migrante y no descarta en el futuro cercano la creación de campos de refugiados. También el subsecretario de Estado para Latinoamérica y el Caribe, Francisco Palmieri, confirmó que EE.UU. ofrece asistencia “técnica y humanitaria” para los “migrantes y refugiados” venezolanos y aboga por “mantenerlos cerca de la frontera con Venezuela”.
Colombia, Brasil y Perú, con la participación de EE.UU., por primera vez hicieron ejercicios militares conjuntos en noviembre pasado, teniendo como una de sus hipótesis el manejo de crisis humanitarias, Ahora vemos como esto se está concretando. En el caso colombiano se incorporaron unos 3.000 efectivos para controlar las cientos de trochas por las que se cuela en contrabando y con ellos la migración.
La invasión
La presencia de militares en la frontera ha encendido las alarmas en Venezuela. Esto, precedido de la visita del Canciller estadounidense, en búsqueda de una coalición para enfrentar al pranato, y de la visita de militares del Comando Sur en Colombia, presagia para muchos una invasión armada, esa que estaba sobre la mesa, según Trump. Los del lado opositor ven el inicio de la “intervención humanitaria” y la pronta salida de Maduro. Para los conchupantes del régimen es el imperio que con sus garras trata de ponerle la mano a Venezuela por interpuestos (proxys), en este caso Colombia.
El primero fue Chaderton quien aseguró que “no estamos aislados, pero estamos cercados”. “Aparte de la oligarquía de Colombia, que es “el enemigo”, hay otros países que están “preparados para invadir a Venezuela”. Tarek William Saab denunció que en Colombia “…se está planeando,… el bombardeo militar, la invasión militar, la ocupación a sangre y fuego de… Venezuela”. Maduro, luego de enviar un centenar de tropas a Táchira, pidió al Papa Francisco que ”… ayude a impedir que Trump lance sus tropas e invada Venezuela. …. “. Mientras Evo Morales rechazaba “la sospechosa presencia del Jefe del Comando Sur de EE.UU., Kurt Tidd, en Tumaco (Colombia)” . Y advertía de la “amenaza militar imperialista…”.
¿Será esta presencia de militares de Brasil y Colombia en la frontera con Venezuela una “cabeza de playa” para invadir Venezuela? Eso aunque no es probable, sería una posibilidad que se abriría dependiendo de lo lejos que esté dispuesto ir Maduro. La mera migración no producirá esta invasión, ni siquiera un aumento de la represión, a menos que se transforme en guerra civil. Pero un desliz militar del pranato o uno en el manejo de las relaciones con “organizaciones delictivas transnacionales” si pudiera hacerlo. Eso no es probable pues Maduro y los cubanos saben que pasar la raya sería una derrota definitiva para ellos. Por eso las relaciones de Maduro con la FARC y el ELN, y de los militares con las bancrim deberán darse muy cuidadosamente para evitar que éstas “enciendan la pradera”.
Sin embargo tener desplegada una fuerza militar del otro lado de la frontera siempre será visto como elemento de persuasión o eventualmente de disuasión. Veremos si el régimen decide escalar la situación o “pasa agachado”.
El “cordón sanitario” como decía Rómulo Betancourt, ahora potenciado, que se cierne sobre Venezuela, pone más y más presión sobre el pranato. De momento todavía hay amplio rango de sanciones no militares a aplicar.