Era un acontecimiento con mucho morbo. Morbo por el cartel: José Luis Rodríguez Zapatero y Pablo Iglesias compartiendo por primera vez un acto público. Morbo por el contenido: el ex presidente del PSOE y el líder de Podemos, además de Alberto Garzón, de IU, apoyando la reelección de Evo Morales como presidente en Bolivia. Y morbo por el contexto: la especialización de Zapatero como un interlocutor destacado con los gobiernos bolivarianos; en especial, el de Venezuela.
Pues bien, una vez celebrado el acto, hay que subrayar otro ingrediente más y nuevo. El morbo que causa ahora la complicidad que mostraron hoy Zapatero e Iglesias.
El ex presidente de Gobierno socialista y el líder de Podemos charlaron, compartieron confidencias, bromearon y se dieron palmadas en la espalda durante el evento, haciendo olvidar por unas horas la continua competición y rivalidad entre sus respectivos partidos. Y, por si fuera poco, los dos se repartieron elogios y aplausos. En una sintonía que sigue chocando entre dos representantes del PSOE y Podemos.
La relación amistosa entre ambos ya despertó recelos y un gran malestar en el PSOE cuando Zapatero y José Bono cenaron en secreto con Iglesias e Íñigo Errejón a principios de 2015, a espaldas de Pedro Sánchez. Era un momento en el que el apogeo de Podemos era a costa de un fuerte retroceso del PSOE. E Iglesias era su máximo enemigo.
Luego, tiempo después, Iglesias alabó a Zapatero como el “mejor presidente” que había tenido España en democracia.
Hoy, con Bono también presente en las butacas del salón de actos de CCOO, donde se celebró el acto en favor de Morales, los dos políticos volvieron a reencontrarse. En esta ocasión, para hacer alarde de una causa común: la reelección del presidente de Bolivia a pesar de los problemas legales que le fija la Constitución de su país con la limitación de mandatos. Y la defensa de las políticas aplicadas estos años en el país suramericano y la reivindicación de los “avances” conseguidos por otros gobiernos izquierdistas bolivarianos de Latinoamérica.
“Quiero agradecer al presidente Zapatero por estar aquí. No es frecuente en España que un ex presidente ponga su prestigio al servicio de la resolución de los conflictos”, manifestó Iglesias al comenzar. “Le van a criticar mucho, por eso le agradezco el estar aquí”, continuó. Luego Zapatero cogió el guante y le respondió al inicio de su intervención: “Gracias por las palabras, Pablo”.
Cada interviniente buscó su perfil sobre Morales. Garzón alabando su lucha “contra el neoliberalismo” e Iglesias declarando su “admiración” por sus logros sociales. Pero Zapatero, al contrario que los demás, rechazó hacer un “discurso político” sobre Bolivia. “Ya he hecho muchos en mi vida”, se excusó. Así que para justificar su presencia con la izquierda radical en Madrid y su abrazo del evomoralismo ofreció un relato centrado en su relación personal con el líder boliviano. “Yo estoy aquí porque quiero agradecer el agradecimiento”, explicó sobre su participación.
«Porque si ha habido un líder político agradecido y con cariño ése es Evo Morales”, dijo, con quien trenzó en sus años de gobierno una relación preferente en materia de cooperación. Algo por lo que Morales le ha confesado que “quiere” a España.
Zapatero reivindicó que su apoyo a Morales es a título personal, y no en nombre del PSOE ni de nadie. “Yo aquí represento a ZP”, señaló.
En este sentido, reivindicó su libertad de “pensar, actuar y ser”. Sin instrucciones de partido y sin recelar de las compañías que ayer alabaron los gobiernos populistas de América Latina y, en especial, del eje Bolivia, Ecuador y Venezuela. Y de la herencia del Brasil de Lula Da Silva.
Zapatero se justificó: “Todos somos mestizos. Nadie es uno en sí mismo. Todos somos una multitud de influencias, vidas y lecturas. Eso nos hace crecer y ampliar. Cuando ya se van cumpliendo años, hay una cosa que vale todo en la vida: la libertad de pensar, de actuar y de ser”.
Entre los que más aplaudió el alegato fue Iglesias. Que apostó por un perfil más discreto. Y que, por lo visto, disfrutó de su estreno con él. Una sintonía que dará que hablar.