Italia celebrará este domingo 4 de marzo unas elecciones legislativas marcadas por el regreso a la política del siempre controvertido y polémico ex primer ministro Silvio Berlusconi, también conocido como «Il Cavaliere».
Su coalición de centroderecha conformada por su partido Forza Italia junto a la separatista y de extrema derecha Liga Norte y a la formación Hermanos de Italia, está cerca de alcanzar el 40% de los votos que le darían la mayoría absoluta, según las últimas encuestas. También le apoya la tradicional democracia cristiana italiana, que incluye a las clases medias tradicionales y la Iglesia católica.
El incombustible Berlusconi, a quien muchos consideran como una especie de originador del «fenómeno Trump» cuando llegó al poder en 1994, no descansa en su afán de protagonismo. Su principal rival electoral es el ascendente Movimiento Cinco Estrellas (M5S), liderado por el joven Luigi Di Maio. Considerado el «PODEMOS italiano», el M5S es una formación izquierdista orientada a alterar la tradicional polarización que ha equilibrado el panorama político italiano desde 1946.
Desde Europa observan con atención y preocupación lo que pueda suceder este domingo en Italia. Berlusconi es un viejo conocido, pero su carácter populista y sus excentricidades siguen creando preocupación en Bruselas. Pero no más que la posibilidad de una victoria del M5S, lo cual acrecentaría una polarización latente en la política italiana que dificulte la conformación de un gobierno de garantías. El propio presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, ya adelantó que la UE prepara un «Gobierno no operativo» en Roma.
La sensación de ingobernabilidad planea en Italia, con Berlusconi o el M5S. No será una situación nueva pero puede propiciar un bloqueo institucional y político preocupante para el contexto europeo.