Querida Maribel: Me encanta tu columna y quisiera que me ayudaras en una situación que me tiene angustiada y con la vida vuelta cuadritos. Soy una mujer de 32 años, me casé con un muchacho menor que yo, él tiene 20 años y tenemos un hijo de tres años. Mi esposo me ha sido infiel en varias oportunidades y le he perdido la confianza. Cuando él sale con sus amigos siempre pienso que se va a ver con alguna otra mujer. Lo peor es que peleamos mucho, los fines de semana que tenemos para compartir, porque los dos trabajamos, él prefiere irse con sus amigos y no le importa dejarnos solos. He hablado con él pero dice que yo hablo mucho y que está cansado, que otro día discutirá esa conversación. Ya estoy cansada de esta situación. Hasta he pensado salir con otra persona, pero no quiero ponerme a su mismo nivel. Yo creo mucho en el matrimonio aunque no puedo aguantar tanto. Comprendo que él no ha madurado y a lo mejor no está preparado para la gran responsabilidad de llevar el matrimonio. La verdad es que esto se ha convertido en un infierno. Pienso dejarlo pero lo sigo queriendo y también quisiera que mi hijo creciera al lado de su padre. La verdad no sé qué hacer. Ana Paula.
Estimada Ana Paula: Decidiste casarte con un hombre ostensiblemente más joven que tú, que ya eras una mujer hecha y derecha, y él todavía transitaba los últimos años de su adolescencia. Lo peor es que el matrimonio y el hijo no han logrado hacerle entender a tu marido que su vida ya no puede ser la misma ni puede seguirse comportando como un adolescente inmaduro e irresponsable. Me atrevo a pensar que quizás tú tengas algo de culpa en eso pues al saberlo mucho más joven que tú lo seguiste tratando como a un muchacho y no como a un hombre. Quizás te convertiste más en madre y pretendiste terminar de criarlo y no en la mujer de verdad que lo llevaría al paroxismo de la sexualidad y a asumir plenamente las responsabilidades que un matrimonio y un hijo requieren. Deduzco eso por su respuesta a decirte que tú hablas mucho y que él está cansado de oírte. La solución no es buscarte otro hombre sino comenzarlo a tratar como un hombre y señalarle los errores que comete. No lo trates como a un niño sino como a un adulto, así verás que la situación comienza a cambiar y todo será para bien.
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