Desde el año 2000, el régimen no cumple una sola promesa para garantizar la convivencia democrática, por lo cual no se puede ir a unas elecciones.
No hay condiciones para ir a un proceso electoral antes de lo pautado por la Constitución y las leyes respectivas. Desde el año 2000 el órgano responsable de los procesos electorales en Venezuela, el CNE, no es fiable, por sus miembros ni por sus procedimientos. Alardean de haber ido a 24 procesos electorales en 19 años de dictadura, pero cuando la oposición democrática (lograda por un criterio de unidad) gana las elecciones del Poder Legislativo, comienza la estructura del resto del Estado, en manos de forajidos, con la hegemonía comunicacional a desprestigiar al órgano electo con la más alta votación de los últimos tiempos, llegando a obtener mayoría calificada.
Estos delincuentes escurridizos, autocalificados de demócratas hasta que llegaron al poder, para luego declararse socialistas y ahora con Maduro llegar a la segunda etapa del comunismo, no entregarán el poder y así tomaron todas las medidas para impedir un cambio en el camino económico y social del pueblo venezolano.
Nicolás Maduro, quien no tiene legitimidad de origen ni de aceptación, y para los que sostienen lo contrario léanse la Constitución. Se recurrió a un procedimiento espurio a través del TSJ para, con una sentencia, violar la Constitución, cosa que se viene realizando con frecuencia.
El diálogo propuesto por el régimen es un parapeto casa bobos, en el cual la dirigencia de la oposición cometió muchos errores, entre ellos ir al encuentro del matadero con gente no calificada y sin experiencia.
Muchos “expertos y analistas” notorios pero no notables, sostienen la necesidad de mantener un camino o ducto con el régimen para lograr una transición, comparando con Pinochet o Fujimori. Pero no, porque ellos eran unos dictadores que no respondían a nadie, como Chávez ayer, y hoy Maduro, que deben acatar órdenes de Cuba por los convenios firmados.
La alharaca de ir a un proceso electoral anticipado, inconstitucional, fijado por el capricho de la cúpula de truhanes, respaldados por la jefatura de las FAN, al servicio del G2 cubano y los colectivos armados, que como siempre el día de las elecciones tienen la estrategia de sembrar terror para que los electores se abstengan de ir a votar, o presentarse en los sitios de votación y hacer correr los testigos de mesa; o las mesas electorales en los sitios de Misión Vivienda; o centros de dependencias públicas como el Fuerte Tiuna; o la triquiñuela del «Carnet de la esclavitud»; o la presencia de mesas del PSUV cerca de los centros de votación para amedrentar a los votantes, ¿son garantías de un proceso electoral trasparente? ¿Donde están los testigos de mesa de la oposición y quién garantiza su seguridad y la de quienes los asistan para cumplir con su deber?
Desde el 2000, este régimen no ha cumplido ni una sola promesa para garantizar un país de convivencia democrática. Quieren ir a unas elecciones en las cuales no hay garantía de reconocimiento de nada. Ni firmando un documento se le puede creer a Maduro.