Sería bueno que la FAO envíe una misión a Venezuela para cumplir con su objetivo de erradicar la pobreza extrema, que en Venezuela alcanza cifras alarmantes.
Cada 08 de marzo se celebra el «Día Internacional de la Mujer» en homenaje a aquellas mujeres que hace 161 años alzaron su voz exigiendo condiciones de igualdad en el trabajo y en el salario. El resultado fue que las asesinaron.
Hoy las mujeres tenemos un compromiso histórico para continuar la lucha por las conquista de la mujer para tener un espacio en la vida política, así como lograr reivindicaciones y respeto hacia nuestro género. De allí que, dada la grave situación económica y social que atraviesa nuestro país, la crisis alimentaria, la desnutrición de nuestros hijos, no podemos celebrar ante el sufrimiento y dolor de cada mujer, de cada madre al no poder dar el sustento diario a su hogar, al ver llorar a sus hijos por hambre.
Cómo podemos celebrar si nuestros hijos no tienen comida y muchos tienen que partir a otros países buscando mejores condiciones de vida. La inflación castiga la paz de cada hogar. La tristeza, la indignación y la rabia nos invade cada vez que vemos a un compatriota hurgando en la basura para buscar algo que comer y llevar para su casa. Eso es indignante.
Esta fecha debe llamar a la reflexión a nuestros gobernantes. Más que botón, reconocimientos, fiestas, o que el gobierno se jacte de señalarnos de ser feministas manda un proyecto de Ley para la ANC exigiendo el 50/50 para cargos de elección popular, en el cual las mujeres tendremos un nivel de participación igualitario. Eso lo tomamos con beneplácito, pero realmente lo que queremos son soluciones reales al problema del hambre y de la escasez que existe en nuestro país. Es falso que una cantidad importante de personas, en particular las más humildes, tienen acceso (a través de los subsidios) a los alimentos que son ofertados a través de la red de abastecimiento de alimentos del Estado: supermercados Bicentenario, Mercal, PDVAL, ferias a cielo abierto, bodegas móviles, CLAP, bolsas de comida que llegan una vez al mes y no son suficientes para paliar el hambre de un hogar.
Hemos insistido en que son ilegales y discriminatorios, ya que la entrega de las mismas está bajo el poder discrecional de los consejos comunales y no llega a toda la población. Más ahora que el «Carnet de la Patria» se ha convertido en un instrumento de extorsión para los más humildes. Por eso considero conveniente que las organizaciones internacionales presenten apoyo y atención a los países que en estos momentos pasan por problemas apremiantes de hambre y miseria. Deben dejar de lado los protocolos y los trámites. La realidad está allí y en VENEZUELA hay hambre.
Sería bueno que la FAO, la cual en el pasado certificó al país se dé una vuelta y constate esta nueva realidad y cumpla uno de sus objetivos: erradicar la pobreza extrema y el hambre.