Las democracias deben tomar medidas firmes y claras contra la socavación democrática de las izquierdas extremas para la sobrevivencia de la libertad de los pueblos.
Mientras analistas y expertos se parten el cráneo explicando la crisis venezolana en todos sus ámbitos, el régimen sigue a paso de vencedores imponiendo la estrategia cubana para debilitar el sistema democrático e imponer un régimen continuista al estilo de Cuba, Rusia, China y otros, tanto que se empeñan en esclavizar a una mayoría para la satisfacción de los intereses de un grupo con pensamientos fundamentalistas.
La realidad es otra, además de la ineptitud y la corrupción de quienes llegan al poder para satisfacer intereses de la secta que quiere imponer sus objetivos personales, existe una planificación orquestada para someter a la población a sus designios.
Procuran el control en el orden social: El Estado que ahora controla la justicia y la legislatura, aquí y ahora a través de una institución ilegítima e ilegal procede a incautar las instituciones para que el pueblo quede a expensas del Estado, haciéndolo exclusivamente suyo y haciendo del ciudadano un dependiente socialmente del Estado.
Hay otras maquiavélicas medidas, pero sería interminable detallarlas. Lo importante es la conciencia del peligro para la libertad y la democracia que encierran los promotores de estos mecanismos socavadores de la democracia y la libertad de los pueblos
A fin de cuentas, con este rejuego de apariencia de legalidad y simulación de democracia, el ciudadano pasa de la libertad a la esclavitud y los hace absolutamente dependientes del nuevo amo: El estado, que es el único proveedor del trabajo, la salud, la vivienda, la educación, la recreación y hasta la libertad como era el esclavo encadenado de antaño.
Esta socavación de la democracia la estamos viendo desde el 2000 cuando Chávez logró el camino de la subordinación de todos los poderes. Por ende, las democracias deben tomar medidas firmes, claras y drásticas contra la socavación democrática por las solapadas izquierdas extremas, como cuestión ineludible e impostergable de sobrevivencia para la libertad y la democracia real de los pueblos.
La falsa conseja cubana dice que “Las elecciones serán, reiteró, un ejemplo de ejercicio de democracia sustentado en la participación popular y transparencia de un proceso donde no concurren partidos, ni se hacen campañas, solo prima el talento” (F.C.R.), no es más que un ardid para impedir la diversidad de pensamientos y el desarrollo del intelecto del hombre.
Aquí, todas las tropelías que la mente humana puede crear son utilizadas por el régimen para aparentar procesos democráticos cuando en realidad es un régimen absolutista, contrario a las normas que usaron para ascender al poder.
Los movimientos de oposición organizados, los disidentes demócratas y el pueblo en general saben quienes (durante estos 28 años) de dictadura son consecuentes con la democracia y quienes son las guabinas que siempre pretender beneficiarse ante cualquier coyuntura política y social.
Entiendan todos que no hay condiciones democráticas para un proceso electoral, y quienes se presten a esta mamarrachada son cómplices del régimen.