Aunque el astro rey salga por el territorio en reclamación, el Esequibo no tiene una Cancillería que lo defienda.
Cada mañana, cuando al toque de diana en los cuarteles se grita “el sol sale por el Esequibo” pareciera más un eslogan que una arenga similar a la de los caribes ante la presencia de los conquistadores “Ana Karina Rote, Aunicon Paparoto Mantoro, Itoto Manto” (solo nosotros somos gentes, aquí no hay cobardes y aquí nadie se rinde).
Las declaraciones del general Granger, presidente de Guyana, solicitando ante el CARICOM que condenara «en los términos más enérgicos» los reclamos territoriales de Venezuela por considerar que eran una «carga insoportable para su país»; las reiteradas violaciones al «Acuerdo de Ginebra» con la entrega de concesiones a la empresas petroleras, madereras, mineras; el aumento de tropas en la zona fronteriza, así como la instalación de una base de patrullaje, con la excusa de disminuir los hechos delictivos cometidos en su territorio; aunado al anuncio del ministro Joseph Harmon de reestructurar por completo sus Fuerzas Armadas para defender la soberanía guyanesa ante la “persistencia agresiva” de Venezuela; requieren como respuesta más que un eslogan mediático. En cualquier frontera caliente como es la de Chile y Bolivia o la de Ucrania y Polonia, el aumento de un pie de fuerza representa una amenaza a la soberanía y tiene como reacción una respuesta de Estado.
En estos tiempos, cuando los venezolanos son acusados y enjuiciados por traición a la patria, es oportuno subir a este «Balcón» el Art. 10 de la Constitución, el cual establece que: el territorio y demás espacios… son inalienables e imprescriptibles”; por lo cual, el no muy Popular Ministerio de Relaciones Exteriores por mandato de esa misma Constitución es el llamado a preservar la integridad territorial.
En este contexto, el difunto Hugo Chávez como responsable de la conducción de la relaciones internacionales en su visita a Guyana en febrero de 2001 declaró “que no hará nada para impedir que Guyana desarrolle su región del Esequibo, afirmando seguidamente: “Venezuela no se opondrá a que empresas extranjeras exploren yacimientos petroleros y gasíferos en el disputado territorio de Guyana”. Declaraciones que perfectamente le otorgarían plenos derechos a Guyana bajo el principio del “Estoppel”, por no calificarlas de traición a la patria. De igual forma, como se verifica en el «Libro Amarillo de la Cancillería» o en el cronológico sobre Guyana, la mayoría de los once ministros de Relaciones Exteriores del socialismo del siglo XXI (entre ellos Roy Chaderton, Elías Jaua, Rafael Ramírez) en su silencio han caído en la aquiescencia de lo afirmado por Guyana.
Finalmente, cuando el reconocido y laureado historiador y biógrafo bolivariano Hugo Chávez afirmó que el «Acuerdo de Ginebra» era una intriga del imperio, me permito corregirle. Fue el libertador Simón Bolívar quien en 1822 realizó la primera protesta al imperio británico al manifestarle que “Es absolutamente indispensable que dichos colonos, o se pongan bajo la protección y obediencia de nuestras leyes, o que se retiren a sus antiguas posesiones”.