Por.- Alberto D. Prieto.
Cuando instalen el videoarbitraje en el fútbol habrá menos faltas de las gordas. Igual haría falta instalarlo en la política española. El día que se inaugure el mundial de Rusia, este verano, los árbitros dejarán de estar solos. Hoy en día, el único que tiene que tomar decisiones en el campo de fútbol es el que cuenta con menos tiempo y elementos de juicio para hacerlo. El resto del planeta, desde los que pueblan las gradas hasta los que, en Maracaibo, estén viendo el partido por la tele, pueden acceder a decenas de repeticiones.
Si hoy tuviéramos videoarbitraje en la política española, podríamos ver cómo se gestan las posiciones sobre cada materia, si hay más o menos diálogo en las ejecutivas de los partidos, si el líder es un visionario que acierta o un iluminado que cree hacerlo. Pero sobre todo, podríamos ver las verdaderas razones por las que Podemos y PSOE rechazan la prisión permanente revisable.
En España nunca tuvimos la cadena perpetua desde que se inauguró la democracia, nuestro sistema penal está constitucionalmente orientado a la reinserción. Pero llegó un momento en que los terroristas de ETA empezaban a salir de prisión, tras pagar muy barato el kilo de muerto. Así que el Tribunal Supremo se inventó lo que se dio en llamar la ‘doctrina Parot’, por el apellido del etarra con el que se empezó a aplicar. Consistía en que los beneficios penitenciarios por buen comportamiento se aplicaran sobre el total de la condena y no a partir del tope de 30 años permitido por la legislación. Uno podría haber matado a decenas de personas inocentes, pero sabía que, a pesar de los 10.000 años sellados en la sentencia, entre unas cosas y otras acababa ventilando el asunto con menos de dos décadas a la sombra.
La gente empezó a sentir que los derechos del malo pesaban más que los de los familiares de las víctimas. Y que los buenos se quedaban solos, poniendo flores a sus muertos, y cruzándose con sus verdugos cada domingo camino del estadio. Para aplaudir al mismo equipo.
Cuando haya videoarbitraje en el mundial de Rusia, como anunció este jueves Gianni Infantino, no sólo podremos expulsar del campo a quien pegó un codazo al rival aprovechando que nadie —salvo la tele— miraba. Cuando haya videoarbitraje, los propios jugadores se cuidarán mucho de hacer esas cosas que hoy todavía hacen, porque todas se verán.
Los jueces interpretan las normas, unos en el césped y otros con la toga en una sala de maderas nobles. La ‘doctrina Parot’ releyó la ley sin cambiarle una coma para atender el sentir mayoritario de la sociedad. Pero vino la Corte Europea de Derechos Humanos y nos recordó que precisamente en las sanciones penales no se puede reinterpretar de manera sobrevenida. Y que unos cuantos asesinos y secuestradores de ETA debían salir a la calle.
Lea también: Lester Toledo: “Podemos ha sido financiado por el chavismo, por eso no lo critica y avala sus asesinatos”
Con ellos, lo hicieron varios violadores, pederastas y psicópatas, lo mejor de cada casa.
El Gobierno con mayoría absoluta parlamentaria de Mariano Rajoy aprobó en la pasada legislatura nuestra versión de la cadena perpetua, la prisión permanente revisable. Los peores crímenes por fin se iban a pagar con un mínimo de 25 años de prisión antes de examinar periódicamente el arrepentimiento y capacidad de reinserción del condenado. Tres millones de firmas recogidas por padres de víctimas inocentes han defendido esta semana dicha figura penal, cuya derogación se debatía en el Congreso de los diputados, aprovechando que Rajoy ahora gobierna en minoría.
Si tuviésemos videoarbitraje en la política española, no sólo nos ahorraríamos la demagogia de Pablo Iglesias, que aplaudió en su Twitter hace unos meses las 29 cadenas perpetuas para los militares torturadores de la ESMA en Argentina mientras ahora califica de “vengativos” a quienes creen que la asesina del pequeño Gabriel Cruz debe pagar esa condena. No sólo podríamos advertir la contradicción interna de un PSOE en el que muchos de sus dirigentes no entienden cómo Pedro Sánchez se empeña en derogar esta ley sólo por no aparentar que es menos ‘progre’ que Podemos. No sólo eso.
Si tuviésemos videoarbitraje, si los políticos supieran que les vamos a pillar en sus mentiras, nos ahorraríamos muchas de ellas. Y por fin tendríamos elementos de juicio para tomar nuestra decisión más trascendente: a quién votar.
Alberto D. Prieto es Corresponsal Internacional de OKDiario