El diputado Antonio Ecarri Bolívar llama la atención sobre la alarmante deserción de alumnos y docentes, provocada por la crisis terminal que vive el país.
Hace algunos años escribí el artículo “Es la Educación, estúpido” para llamar la atención al gobierno sobre el tema más acuciante, después del hambre y la inseguridad personal. Vuelvo sobre el título y el tema, porque todo se ha agravado y la educación está en proceso de disolución por las nefastas consecuencias que temíamos.
En la campaña electoral norteamericana de 1992, Bill Clinton fundamentó su campaña en el slogan: “Es la economía, estúpido”, para llamar la atención sobre los temas de la vida cotidiana de los ciudadanos y sus necesidades prioritarias. Ahora debe replantearse el tema educativo, ligado con lo económico, porque la escandalosa deserción escolar -de alumnos y docentes- es tangible, producto de la crisis terminal que vive la República.
Esta semana pude oír, con asombro, el testimonio de la profesora María de Maldonado (exrectora de la Universidad de Carabobo) quien dicta clases después de más de 30 años de docencia: “la cátedra que dicto tenía diez salones de más de 80 alumnos cada uno. Este semestre, por la ausencia de alumnos, abrimos apenas cuatro, en dos de los cuales solo se inscribieron siete estudiantes”. Ese testimonio me conmovió porque en esa misma Facultad dicté clases, por casi 30 años, cuando era un edificio alegre y bullicioso, como debe ser, por la multitud de jóvenes que concurrían en busca de conocimiento y futuro. Cuando lo comenté con la rectora Jessy Divo me dijo, angustiada y emocionada hasta las lágrimas, que 30 % de los docentes se han ido del país y casi 40 % de los trabajadores desertaron, porque los sueldos no les sirven ni para cubrir las elementales necesidades de alimentación y transporte.
La preocupación por el tema educativo no sólo es de la academia venezolana, sino de Iberoamérica, para muestra basta un botón: Felipe González coordinó y editó un extenso trabajo, publicado en un libro de la Colección Carolina Siglo XXI en 2012 titulado “Iberoamérica 2020. (Retos ante la crisis)”. Allí escribieron Michelle Bachelet, Belisario Betancourt, Jorge Castañeda, Carlos Fuentes, Alan García, Julio Sanguinetti, Dilma Rousseff, Juan Manuel Santos, Ernesto Zedillo, Ricardo Lagos, Lula Da Silva, Fernando H. Cardozo y otros líderes del pensamiento latinoamericano.
Todos plantean que el camino para salir de la crisis, para no llegar tarde a lo que Alfonso Reyes llamó “el banquete de la civilización” es a través de la educación. Ahora bien, un país con hambre que les paga, en promedio, 5 dólares mensuales a sus maestros está destinado a la miseria. Cuando se plantea dolarizar la economía es porque solo falta dolarizar los ingresos, pues los egresos ya lo están. Es cuestión de sincerar las cosas para que el educador venezolano sea, como en los países desarrollados, el ciudadano mejor pagado.
El maestro es el trabajador que desarrolla la mejor de las obras. Dicho en palabras de Luis Beltrán Prieto: “La obra del maestro es una obra de futuro. Por eso los maestros no se pueden desesperar porque ellos son los dueños de la esperanza, porque ellos son los administradores de la fe, los administradores del porvenir, y el porvenir será siempre del tamaño de la ambición de un pueblo que crea la escuela para ponerla al servicio de la humanidad”. Hay que ser estúpido para no entenderlo.
@EcarriB