Andrés Oppenheimer considera que algo anda mal cuando todos hablan de la corrupción en Perú, que recibió 29 millones de dólares de Odebrecht y no de Venezuela, que recibió 98 millones de dólares.
Por ANDRÉS OPPENHEIMER
La renuncia del presidente peruano Pedro Kuczynski originada en el escándalo de corrupción de Odebrecht puede ser celebrada como un signo de fortaleza de las instituciones democráticas de Perú, pero es una gran ironía que otros gobiernos latinoamericanos que estuvieron mucho más metidos que Perú en el mismo caso -como Venezuela- no sufran consecuencia.
Perú fue una parte pequeña del escándalo de corrupción de la constructora brasileña Odebrecht, que pagó más de $800 millones en sobornos a altos funcionarios de once países.
Según documentos del Departamento de Justicia de EEUU, Odebrecht pagó por lo menos $349 millones en sobornos en Brasil, $98 millones en Venezuela, $92 millones en República Dominicana, $35 millones en Argentina, $34 millones en Ecuador, $29 millones en Perú, $11 millones en Colombia y $10.5 millones en México. Los pagos fueron hechos entre 2005 y 2015.
Mientras Kuczynski cayó, al dictador venezolano Maduro no le ha pasado nada. Hasta ahora, solo Brasil y Perú han investigado el caso. Colombia, Argentina y Ecuador recién empiezan a hacerlo ahora, mientras México y República Dominicana escarbaron poco, y Venezuela no ha hecho nada.
“Venezuela es el país que ha tenido más contratos de Odebrecht después de Brasil, pero no ha investigado”, dice José Ugaz, expresidente del grupo anticorrupción Transparencia Internacional.
Kuczynski, un exbanquero de Wall Street que sería el anfitrión de la Cumbre de las Américas en abril en Perú, estaba por enfrentar una votación de destitución en el Congreso peruano el jueves por cargos de que dos compañías suyas habían recibido fondos de Odebrecht que no había declarado.
El presidente saliente renunció el miércoles, luego de que la oposición diera a conocer videos donde un ministro ofrece obras públicas a legisladores a cambio de sus votos en contra de la moción de destitución. Kuczynski dice que no sabía nada sobre los pagos de Odebrecht, pero los videos sellaron el fin de su presidencia.
Casi todos los principales políticos del Perú han sido vinculados al escándalo de Odebrecht. Ahora, Perú está sumido en la incertidumbre. El vicepresidente Martín Vizcarra va a Lima desde Canadá, donde se desempeñaba como embajador de Perú. Asumirá el mando apenas llegue al país.
Vizcarra, un ingeniero que fue ministro de Transporte y Comunicaciones y gobernador provincial, quizá escoja un nuevo gabinete para tener apoyo en el congreso dominado por la oposición fujimorista.
No está claro de qué modo el cambio presidencial afectará la Cumbre de las Américas, a la que asistirían el presidente Trump y los líderes del continente. Kuczysnki había hecho grandes titulares al desinvitar a Maduro de la cumbre.
Un funcionario de la cancillería peruana me dijo que no espera cambios en la política de Perú hacia Venezuela. “Cuando Vizcarra participó como vicepresidente en las reuniones de gabinete estuvo de acuerdo con la decisión de no invitar a Maduro si no permitía elecciones libres”, me dijo el funcionario.
Irónicamente, el tema oficial de la Cumbre de las Américas será buscar acuerdos hemisféricos para luchar contra la corrupción. Será más urgente que nunca. Algo está mal cuando todo el mundo habla de la corrupción en Perú, que recibió $29 millones de Odebrecht, y casi nadie está habla de la corrupción en Venezuela, que recibió $98 millones de la misma empresa.