Ni las mascotas se salvan

La crisis humanitaria que estremece a Venezuela también ha dejado secuelas en los seres que no hablan pero que ofrecen su amor sin condiciones a quien los hace miembros de sus familias: perros y gatos también deambulan hambrientos y abandonados por las calles de la nación con las mayores reservas petroleras del mundo

Por Richard Sanz

“Antes me daba pena, pero ya no… por mi perro Coco hago lo que sea”.

Así justifica Ramiro, un vigilante de casi 60 años, la rutina de vida que le impuso la crisis económica sin precedentes que azota a Venezuela: en la basura que dejan los vendedores de alimentos en el mercado de San Martín en Caracas, sus propias manos escarban para buscar trozos de yuca o auyama que no estén descompuestos, para que le sirvan de comida a su perro ‘Coco’, y “hasta para mí mismo, porque la plata no me alcanza”.

Carnívoro por naturaleza, ‘Coco’ lleva casi un año sin probar carne y su pelaje negro que una vez brilló, hoy luce opaco. “Casi no lo baño porque me da dolor verlo tan delgado”, revela Ramiro sobre ese amigo que lo acompaña desde el 2011, y que ahora hasta le roba la comida.

“El otro día dejé dos panes en la mesa porque fui a atender el teléfono y cuando llegué, ‘Coco’ se los había comido… me dejó sin cena… no lo castigué porque sé que el hambre lo tiene loco”, cuenta Ramiro que luce tan o más delgado que su perro.

Lea también: Iglesia venezolana pide cambiar a Venezuela de la jaula de fieras y del antro de miseria (+Exhortación)

Y aunque está próximo a cumplir la edad legal en Venezuela para jubilarse, la escasez de alimentos y la necesidad obligaron a Ramiro a tomar un segundo empleo, también como vigilante, para poder sobrevivir al “socialismo” que continúa en su décimonoveno año en el poder, con la labor de destruir al país con las mayores reservas de petróleo del mundo.

Los ingresos de sus dos trabajos no cubren el costo de la perrarina de un mes para ‘Coco’: el saco de 20 kilos ronda los siete millones de bolívares, y Ramiro no cobra ni tres millones de bolívares, al sumar la remuneración que obtiene en ambos empleos.

A pesar de las vicisitudes, asegura que no abandonará a ‘Coco’: “Ese es como mi familia, como un hijo para mí, y los hijos no se botan”.

Abandono cruel

Observar perros que deambulan hambrientos -también de afecto- por la Autopista Regional del Centro, o tropezarse con cajas que sirven de cunas para gatos recién nacidos en el bulevar de Sabana Grande o en la Plaza Catia de Caracas, ya forma parte de esa “precariedad cotidiana” que la “revolución” ha impuesto en Venezuela.

Y es que millones de mascotas no tienen la suerte de contar con un amo como el de ‘Coco’, que está dispuesto a mantenerlo aunque la crisis económica intente impedirlo, dado que el abandono de mascotas, esas que una vez brindaban amor incondicional a una familia, se ha convertido en una cruel práctica que desnuda en qué se ha transformado el país durante las últimas dos décadas.

Contacto con la realidad

La realidad que no difunden los medios de comunicación del Estado en manos del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), es que, por ejemplo, un kilo de gatarina no baja de los 600 mil bolívares, cuando el salario mínimo es de apenas 392.546 bolívares… ¿en verdad, cómo hace una familia para alimentar una mascota?

Si la alternativa son las vísceras de pollo o carne, aunque más económicas que la comida especial para mascotas, igual tienen precios que oscilan entre los 200 mil y 400 mil bolívares, es decir, el equivalente al salario mínimo.

Esto sin hablar de lo que cuestan las medicinas y las consultas veterinarias, vitales durante los primeros meses de vida de la mascota: la vacuna séxtuple, por ejemplo, no baja de los cuatro millones de bolívares -10 salarios mínimos-, mientras que una consulta con el veterinario varía entre los 300 mil y el millón de bolívares.

Por su parte el régimen chavista ha puesto a disposición de la población la “Misión Nevado”, que son especies de dispensarios donde las mascotas son atendidas de forma gratuita, aunque no disponen ni de medicinas, ni de equipos, ni de suficientes alimentos para atender a los animales, por lo que son remitidos a centros privados cuando las complicaciones de salud así lo ameritan, lo que les impide cumplir a cabalidad las metas que tienen trazadas para este programa oficial.

La diáspora también abandona

La crisis humanitaria que ha empujado a millones de venezolanos a buscar cómo sobrevivir fuera de su país, también ha traído consecuencias para los animales: ante los engorrosos y costosos trámites para llevárselos, proliferan los perros y gatos en las calles, abandonados por dueños que se fueron del país.

En ese sentido, la integrante de la directiva de la Fundación Santuario Luna, Aída López-Méndez,  catalogó de “alarmante” la situación que se vive con las mascotas: “Hay más de tres millones de animales, entre perros y gatos, en situación de abandono en Venezuela. Y la cifra va en un aumento alarmante a diario”, declaró para el Nuevo Herald.

También tienen derechos

“¿Cómo voy a alimentar al gato si ni siquiera me alcanza para alimentar a mis hijos?”, suelen decir quienes botan sus mascotas en las calles, argumento que pudiera lucir irrefutable. Sin embargo… ¿es moral, e incluso humanamente aceptable someter una vida, fuese de un animal, a ese tormento?

Al respecto, la declaración universal de los derechos del animal, vigente desde 23 de septiembre de 1977 –aprobada tanto por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación la Ciencia y la Cultura (UNESCO), como por la Organización de las Naciones Unidas (ONU)-, contempla en su artículo 6, literal “b”, que “el abandono de un animal es un acto cruel y degradante”.

La declaración universal de los derechos del animal, vigente desde 23 de septiembre de 1977 –, contempla en su artículo 6, literal “b”, que “el abandono de un animal es un acto cruel y degradante”.

No todo está perdido

En la red social YouTube al igual que en páginas web como las de Misión Nevado, se han publicado distintas recetas caseras para la preparación de alimentos para perros y gatos, que pueden ser una alternativa ante los altos costos de la perrarina y la gatarina.

Asimismo y a pesar de las circunstancias, existen distintas fundaciones que insisten en orientar a las familias venezolanas para evitar el abandono de sus mascotas, y en caso de que sea estrictamente necesario -sea por razones económicas o porque se irá del país-, presentan opciones para que los perros y gatos no se conviertan en un problema social al ser botados en las calles. Dos de ellas son la Red de Apoyo Canino (RAC), y Santuario Luna, ambas en sus respectivos portales web ofrecen información sobre su funcionamiento.