Los vendedores de café del estado de California, Estados Unidos, están, como se dice, con las manos en la cabeza tratando de apelar la decisión de un juez que exige que el café sea etiquetado con la advertencia de cáncer.
Una querella que tomará meses en resolverse definitivamente en los tribunales, pero mientras se dirime esta decisión, las empresas que violen esta ley enfrentarán penas de hasta $2.000 diario por violación.
¿Pero qué pasa con el café?
Bueno, la Asociación Nacional del Café que incluye marcas como Starbucks y Dunkin Donuts, entre otros, dijo en un comunicado este jueves, que estaba “considerando actualmente todas sus opciones, incluidas posibles apelaciones y otras acciones legales”.
El dictamen se basa en una demanda presentada en 2010 por el Consejo de Educación e Investigación Sobre Tóxicos – grupo sin fines de lucro con sede en Long Beach-, que acusó a Starbucks y otras 91 compañías demandadas de no advertir a los consumidores que la ingestión de café los expondría a la acrilamida que se forma cuando los granos de café se tuestan.
Como se ha advertido, el color dorado y la textura crujiente de toda fritanga que cruje, incluyendo las rebanadas de pan casi quemadas, los derivados de los cereales y toda cocción excesiva de alimentos ricos en almidón, generan la acrilamida, la cual, según advertencia de 2002 de la agencia de salud sueca, es una sustancia potencialmente cancerígena.
El estado de California mantiene una lista de alimentos que contienen esta sustancia considerada causante de cáncer o daños reproductivos. La acrilamida se ha incluido desde 1990 -el agua potable y tóxica del estado, entre otras, también están en la lista-. La ley de aplicación, conocida como Proposición 65 después de su aprobación en 1986, requiere que las empresas proporcionen etiquetas de advertencia cuando expongan a los consumidores a cualquiera de los cientos de productos químicos enumerados en esa lista. En los Estados Unidos se consumieron más de 3.4 mil millones de libras de café entre octubre de 2016 y septiembre de 2017, mucho más que en toda Sudamérica, según la Organización Internacional del Café.
William Murray, director ejecutivo de la Asociación de Cafeteros explica que “no está en duda la presencia de acrilamida en el café”, pero enfatiza que los niveles “son minúsculos”.
«El café es mucho más que la acrilamida, literalmente contiene cientos de sustancias, es uno de los alimentos más estudiados de todos los tiempos”, dice el señor Murray, quien sostiene que etiquetar el café con advertencias cancerígenas sería “simplemente confuso y engañoso”. Así mismo cita las declaraciones de la Organización Mundial de la Salud (MOS) que exoneran el café como causante de cáncer, apoyándose, además, en estudios que han demostrado los beneficios para la salud del café, como la longevidad.
Por su parte, el Instituto Nacional del Cáncer señala que, entre los alimentos, el café es una fuente importante de acrilamida, junto con las papas fritas, el pan tostado, cereales crujientes y aceitunas negras en conserva. Pero la agencia gubernamental también menciona en su sitio web que los niveles de acrilamida en los alimentos varían ampliamente y que “las personas están expuestas a mucha más acrilamida del humo del tabaco que de los alimentos”.
La OMS la clasifica como “un probable carcinógeno humano”. Este diagnóstico también está respaldado por la IARC (Internacional Agency for Research on Cancer) y la FAO (Organización Mundial de la Salud, de las Naciones Unidas).
Según Andreu Palou, investigador de bioquímica de la Universidad de Islas Baleares, “…convivimos con la acrilamida desde que el hombre descubrió el fuego”. Para el catedrático, las medidas son de cumplimiento obligatorio, pero si una empresa se pasa, su producto no queda excluido si justifica a las agencias qué medidas tomará en el futuro.
Para este científico la ingesta de productos con acrilamida no es muy alta, con las excepciones de adolescentes que se atiborran de papas chips, por lo que no sabemos con certeza qué puede pasar en 50 años.
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