El periodista uruguayo Danilo Arbilla destaca que en las confesiones del expresidente José Mujica se confirma el atropello jurídico y político que se cometió para sacar a Paraguay de Mercosur para meter a Venezuela.
Por Danilo Arbilla
En el marco del calendario electoral hemisférico y cumplida esa instancia en Costa Rica, le toca a Paraguay el próximo domingo 22 de abril. Después a Colombia el 27 de mayo y el 17 de junio para una segunda vuelta. Ese mismo 17 serán en México y en octubre 7 en Brasil. Dicen que también las habrá en Venezuela. ¿Será en serio?
Se habla poco de Paraguay, pero se prevé que serán unas elecciones peleadas, con un electorado polarizado -derecha vs. Izquierda. Habrán de elegirse, además de los presidentes, 80 diputados y 45 senadores, más 17 gobernadores que asumirán el 15 de agosto por cinco años.
La presidencia se dilucidará entre Mario Abdo, amigo del saliente presidente Horacio Cartes, oficialista y de derecha; y el opositor Efraín Alegre, -liberal de izquierda- aliado con el Frente Amplio de izquierda y liderado por el exobispo y expresidente Fernando Lugo, hoy presidente del Senado. Las encuestas no coinciden y es difícil hacer vaticinios: algo más de 4 millones de paraguayos lo decidirán.
Hay un dato que llama la atención: el nombre del exobispo y expresidente. Lugo no terminó su mandato por ser destituido por el senado, hecho que sirvió a los presidentes progresistas de entonces Cristina Kirchner (Argentina) Dilma Rousseff (Brasil) y José Mujica (Uruguay) para suspender a Paraguay y facilitar el ingreso al Mercosur de Chávez. La incorporación de los venezolanos era vetada por el senado paraguayo. Pero aquellos tres amigos -según Mujica- adujeron que lo de Paraguay fue un golpe de Estado y así zanjaron el problema en la reunión cumbre del Mercosur en 2012.
Difícil hallar alcaldada parecida. Y lo hicieron con impunidad. Mujica lo contó en el libro «Una oveja negra al poder», de Andrés Danza y Ernesto Tulbovitz. Vale más una “buena sintonía entre un grupo de presidentes” que los “mecanismos y trancas jurídicas” explicó. La incorporación de Venezuela fue “una decisión política”, aseguró. Mujica dio más detalles sobre el proceso que culminó con este acto de intervencionismo progresista: dijo que Dilma “lo convenció de que en Paraguay hubo un golpe de Estado y que ella tenía pruebas de los servicios de inteligencia brasileños, venezolanos y cubanos”. Mujica añadió que su colega brasileña fue aún más “explicita”: “Brasil necesita que Paraguay quede fuera del Mercosur para apurar las elecciones en ese país”, dijo la expresidenta.
Tanta cosa fea y no les sirvió de nada. En los hechos Venezuela nunca se integró al Mercosur. Al principio porque no cumplía con los protocolos mínimos formales y ahora está “cesada” por no cumplir con la cláusula democrática.
Si algo faltaba para confirmar y desnudar aquel atropello jurídico y político, ahí está Lugo (senador y presidente del senado). Esto es: del mismo cuerpo que procedió legalmente a su destitución. No hizo ningún asco al sistema institucional, lo que da por tierra la interpretación de Mujica, Dilma y Cristina. Lo que pasó es que, como dijo Mujica, fue una decisión político-ideológica, sin ningún fundamento jurídico y porque “a Brasil le convenía”.
En fin, hoy están abocados a denunciar, en función de sus “criterios”, el atropello del que es víctima Lula, condenado por la Justicia brasileña a 12 años de prisión y se le siguen otros seis juicios más por corrupción.