Lula a la cárcel

  • Enredado en la red más extendida de corrupción en Brasil y en la región, el Tribunal Superior de Brasil confirmó cárcel por 12 años  al expresidente Lula da Silva, por varios delitos. El hombre que lideró la izquierda no guerrillera en el continente y cuyo partido gobernó por casi cuatro períodos al Brasil, por ahora no podrá volver a la presidencia como lo había prometido.

El escándalo de corrupción que desató la firma brasileña Odebrecht en la región, cobra como víctima a uno de sus más encarecidos aliados, el ex presidente  Ignacio Lula da Silva. Con Lula la esperanza de la izquierda carioca de volver al poder se apaga.

La mayor red de corrupción

Todo empieza con la investigación Lava Jato, una trama  de lavado de dinero que utilizaba hoteles y autolavados (Lava Jato) en el sur de Brasil.  El mecanismo era el sobreprecio en los contratos de construcción de obras con Petrobras, la empresa petrolera semi estatal, que era luego distribuido entre la élite política brasileña.  Esto ha llevado a exministros, exdiputados, exdirectivos de Petrobras y empresarios, a unas celdas de 12 metros cuadrados en el Complejo Médico Penal de la ciudad de Curitiba.

Esta investigación que comienza en 2014 se expande en 2015 cuando la Corte Suprema autoriza investigar a 12 senadores y 22 diputados por corrupción. En junio de ese año, Marcelo Odebrecht, presidente de la constructora de ese nombre, es condenado a 19 años de prisión y decide comenzar a hablar, que es cuando devela una de las más expandidas redes de corrupción, que no solo se desarrolla por años en Brasil, sino en la región. Luego en agosto de ese mismo año, cae detenido José Dirceu, exjefe de Gabinete del expresidente Lula da Silva, quien luego sería condenado doblemente a 20 años y 10 meses, y a 11 años de prisión.

Ruta a la cárcel

En noviembre el senador del Partido de los Trabajadores (PT) de Lula, Delcidio Amaral, implica al expresidente y a la presidente Dilma Rousseff. Pero no es sino hasta marzo de 2016 cuando Lula es llevado a declarar por acusaciones de corrupción. En específico se le acusa de lavado de dinero y ocultación de patrimonio, por un apartamento que le fue cedido a cambio de favores a otra empresa constructora, el Grupo OAS.  El 29 de julio se imputa a Lula obstrucción de justicia, al intentar comprar el silencio de un directivo de Petrobras.

 El Juez Sergio Moro, responsable de esta investigación, aceptó la imputación de la fiscalía a Lula por haber indicios suficientes de haber recibido cerca de US$1,5 millones del Grupo OAS que habría utilizado para mejorar un apartamento. Más delitos se le imputan a Lula en octubre de ese año: blanqueo de capitales  y delincuencia organizada por obras que contrató Odebrecht en Angola junto al Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social. La empresa aceptó haber entregado  US$900 millones en coimas en ese país africano. En diciembre se produce la cuarta acusación contra Lula por tráfico de influencias en la compra de 36 cazas de la empresa Saab. Y la quinta por aceptar sobornos según denuncias de su exministro Antonio Palocci.

El mito se derrumba

En mayo de 2017, Lula es llamado a declarar frente al juez Moro y lo hace por cinco horas.  Como resultado, Lula es sentenciado en primera instancia a 9 años de prisión.  Lula denuncia que hay una «caza de brujas» contra él y aprovecha la ocasión para mostrar su intención de volver a la presidencia.

 En septiembre Lula es vuelto a citar al tribunal del juez Moro, esta vez por causa de otra vivienda, pero de Odebrecht, así como donaciones de terrenos al Instituto Lula.

Con esa acusación,  Lula como víctima sube en las encuestas en cuanto a la intención de voto. Dobla a sus contrincantes alcanzando el 45% de las preferencias. El exmandatario en campaña política  asegura que no irá a la cárcel «… porque a la cárcel va el que ha cometido un crimen y yo soy inocente, no hay ni una coma contra mí. No creo que haya un solo brasileño que tenga la conciencia tan tranquila como yo. Si me condenan sería la negación de la justicia».

Lula a la cárcel

A comienzo de este año,  Lula acude a instancias superiores para impugnar la condena de 9 años, pero en segunda instancia pierde y su condena es aumentada a 12 años. Entonces introduce un habeas corpus, que no cuestiona la decisión sino que pide aclaratoria y retrasa la decisión de llevarlo a la cárcel. Pero la moción fue rechazada por unanimidad. Esta decisión caldea los ánimos en Brasil y Lula debe suspender su gira al ser atacada su caravana.

El 5 de abril, la última instancia brasileña, el Tribunal Supremo,  luego de 10 horas de deliberar, dio su veredicto:  con un voto de diferencia mantiene firme la decisión de cárcel para Lula por 12 años, por  los delitos de corrupción , lavado de activos y tráfico de influencias.

Los militares intervienen

Brasil se llenaba de rumores, mostrando una cierta inestabilidad política. Pero un tuit del comandante del ejército brasileño, Eduardo Villas Boas, del 3 de abril,  parece haber puesto punto final a los rumores de un posible golpe de estado. El general tuiteó: «el Ejército brasileño juzga compartir el anhelo de todos los ciudadanos de bien de repudio a la impunidad y de respeto a la Constitución».  A lo que otros generales contestaron con mensajes como: «Comandante!!! Estamos juntos en la misma trinchera» o «esperamos sus órdenes».

El comandante de la Fuerza Aérea Brasileña aseguraba que  »En estos días críticos para el país, nuestro pueblo está polarizado, … todos nosotros, militares activos o de la reserva, integrantes de las Fuerzas Armadas, sigamos fielmente la Constitución».

Sigue en el aire qué hubiera pasado si Lula hubiera participado en las próximas elecciones presidenciales de Brasil programadas para octubre de esta año. Quizás como declaró el general en retiro Luiz Gonzaga Schroeder, antes de saberse el veredicto final,  si Lula  participaba y ganaba, el único recurso que quedaba era la «reacción armada».  O quizás hubiera sido el próximo presidente de Brasil.

Al final la corrupción ha defenestrado y llevado a la cárcel a presidentes, vicepresidentes,  expresidentes, diputados  y en general muchos de la clase política en la región, así como a empresarios, pero Lula más que el presidente de Brasil fue un símbolo para la izquierda en Latinoamérica y el mundo.  ¿ Héroe o villano? Será la pregunta que rondará su figura. Por ahora, seguramente, formará parte de los «privados de libertad» del Complejo Médico Penal de la ciudad de Curitiba.