El venezolano se va a lavar pocetas por culpa del régimen de Nicolás Maduro, quien es el presidente del hambre, de la inflación y de la pobreza.
El trabajo no deshonra a nadie, siempre y cuando sea licito. Por ello vemos en otros países cómo con orgullo los venezolanos realizan su trabajo desde barrer las calles, ser cajera, ser taxista, empaquetadora, atender tiendas, limpiar baños y pisos, ser mesonera. Con mucho orgullo y satisfacción dicen lo que hacen. Ser policía es un orgullo, tanto para la familia como para quien se desempeña en esa función.
Pero parece que en nuestro país no es bien visto desde las altas esfera del poder que se realice este tipo de trabajos. Recientemente, el presidente Nicolás Maduro -en forma despectiva- se refirió a los venezolanos que, según él, se fueron engañados y ya están arrepentidos de haberse ido de su patria. Preguntaba en forma burlona a los presentes: ¿Tú te irías a lavar pocetas en Miami? y estos respondían: !Yo no, jamás!
Igualmente hizo un llamado a los migrantes para que vuelvan al país: “Todo aquel venezolano que se fue al exterior producto de una falsa ilusión o producto de una esperanza tiene mis manos para que regrese a Venezuela. Venezuela es única. Hay que amar a Venezuela”.
Ser un lava pocetas, Nicolás, no denigra a nadie, porque el trabajo enaltece. Pero muchos de esos venezolanos que se van a diario cruzando las fronteras vía aérea, marítima o terrestre lo hacen porque aquí no pueden realizar su sueño. Peor aún. No pueden comer y se ven obligados a emigrar para ayudar a su familia antes que padecer y verlos padecer. No hay nada más terrible para un padre o una madre que ver llorar a sus hijos por hambre. Parece que Nicolás Maduro nos ve cara de tontos o cree que la gente se va a otros países por gusto, dejando familia, amigos y todo lo que construyó y luchó por años para empezar de cero en otro país, con otro tipo de cultura, a veces el mismo idioma pero con distinta idiosincrasia.
Nicolás, la gente se va porque la plata no alcanza. Nicolás, la inflación está haciendo estragos en la población. Todos los días aumentan los productos. Cuando dices que vas aumentar el salario la gente llora, porque ese aumento se vuelve sal y agua, ya que inmediatamente lo trasladan a los precios.
Tú, Nicolás, comes tres veces al día; pero hay venezolanos que solo medio comen una vez. Muchos padres se sacrifican para que sus hijos coman. Esos lava pocetas de los cuales usted se burla son respetados en esos países. Pueden comprar carro, casa, viajar, comer tres veces al día con sus meriendas y cafecito incluido. Aquí los profesionales hoy en día no podemos tomarnos ni un cafecito y las tres comidas las vemos duras.
Nicolás, respete el trabajo honrado y decente, porque esa gente se fue y se sigue marchando por su culpa. Usted representa el hambre.